Indicador político
La historia de la relación de los presidentes de México con los medios de comunicación ha sido, por decir lo menos, tan diferente en cada sexenio, que solo los graves problemas que se pueden presentar como los que amenazan nuestro futuro inmediato pueden modificar la costumbre de que los mandatarios, cuando estaba la mar en calma en cuestión de noticias de Palacio Nacional, le invertían dinero para que los medios no se conviertan en “altamente críticos del poder en turno”.
Por supuesto que ahora ese no es el asunto. Porque sucede que la profesión más peligrosa en México es la de periodista.
Con Salinas de Gortari los voceros y Otto Granados y el maestro José Carreño, siempre le construyeron puentes y escenarios favorables.
Antes Miguel de la Madrid tuvo un eficiente y discreto comunicador en Miguel Alonso.
López Portillo le dejó manga ancha al Rodolfo el Güero Landeros y cuando lo mandó a gobernar Aguascalientes, terminó el encargo Luis Javier Solana, quien se caracterizó por su empeño en hacer efectiva la libertad de expresión.
Con Zedillo la vocería fue una pachanga por el desfile de personajes que pasaron por ella: Carlos Salomón, Carlos Almada, Fernando Lerdo de Tejada y Marco Provencio. El real operador de medios de Zedillo fue su secretario Liébano Saénz.
En el contexto que vive el país en materia de inseguridad pública y de una economía, como diría el clásico, que está pegada con alfileres para Claudia Sheinbaum es verdadero reto establecer una clara y mutuamente respetuosa con los medios.
La que será la primera mujer en asumir la presidencia de la república, Claudia Sheinbaum, debe tener calculado el hecho de que no puede repetir el estilo del que será su antecesor, porque sería algo catastrófico.
El presidente López Obrador creo las mañaneras, que como hemos dicho en este espacio, en un principio le funcionaron como un muy eficiente instrumento de comunicación política que le permitió en sus primeros meses, imponer la agenda nacional.
Después al tabasqueño le ganó el hígado y las Mañaneras se convirtieron en un show, a veces dramático, a veces amenazante para los medios de comunicación o los opositores políticos, a veces para decir cada ocurrencia que nadie, ni los comunicadores ni las audiencias, las tomaron en serio.
Claudia Sheinbaum asumirá el poder con una relación con los medios condicionada por los sentimientos muy personales que el presidente López Obrador ha convertido en un pleito con personajes como Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga, Chumel Torres.
No mencionamos al testimonial portal Latinus de Carlos Loret de Mola toda vez que él y su equipo transmiten desde los Estados Unidos.
La proyección nacional e internacional de la primera presidenta de la república en México hasta ahora una incógnita de cuáles serán sus paralelos de su relación con los medios.
Seguramente Sheinbaum ya tuvo oportunidad de ver las inauditas e inconcebibles respuestas que el Bart dio a Saskia Niño de Revira, el más escalofriante fue:
Mi gran error fue no haber matado a Ciro.
Durante la conversación, “El Bart” desgranó sin reparos los detalles de su plan fallido para asesinar a Gómez Leyva. Aseguró que si las autoridades lo están investigando es porque el periodista sobrevivió. Con una crudeza notable, declaró: “Si hubiera logrado mi objetivo, ahora estaría en libertad”.
¡Eso no debe repetirse en México¡