Indicador político
El pasado lunes nos reunimos un grupo de personas para solicitar a la comunidad internacional, por medio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que declare a México como un país que tiene un conflicto armado interno, con la única finalidad de que el mundo vea que tenemos un problema y en cierto momento, se despierte una solidaridad ante la escalada de violencia que nos tiene contra las cuerdas.
En este llamado, hubo algo que me emocionó más allá de la propia petición, y fue la unión con la que colectivos y luchadores sociales se unieron en torno a una causa. Por lo que quiero reconocer a Renata Villarreal de Marea Verde México; a Cecilia Flores de Madres Buscadoras Sonora; a Ariana Vázquez y Arussi Unda de Brujas del Mar; a Kenya Cuevas de la Casa de las Muñecas Tiresias A.C., quienes respaldaron una lucha que es por el bien todos los mexicanos.
La más grande lección que me deja este evento es que no existen causas ajenas, que todas y todos tenemos algo que aportar para amortiguar el dolor del prójimo, y esa lección es invaluable. Nadie puede negar que, gracias a organizaciones como Marea Verde y Brujas del Mar, hoy la lucha por las mujeres es distinta, y el debate se ha puesto en la mesa se han hecho visibles miles de injusticias contra ellas que viven en una realidad que es adversa.
La batalla por los derechos de las personas LGTB+ ha tomado fuerza por activistas como Kenya que se ha preparado para remar contra la corriente de los prejuicios, leyes y rasgos de una cultura que no acepta, y en muchas ocasiones hiere la diversidad y pluralidad de ideas. Es una persona que ha hecho cosas extraordinarias, y podemos afirmar que Hoy México es un poco mejor.
Cecilia Flores, sin duda una de las mujeres y madres, más valientes que conozco. Ella ha levantado la voz porque sigue buscando a sus 3 hijos que fueron secuestrados y hasta el momento sigue sin conocerse su paradero. Ha exigido al gobierno, fundó la asociación de Madres Buscadoras de Sonora, porque como ella hay muchas que no descansarán hasta saber de sus hijos.
Cada una con su lucha, están ayudando a que le de luz a ese México en la penumbra. Esta lucha es en beneficio de todos, porque están trabajando por un país con mayor justicia, donde el único beneficiado será el propio pueblo.
Ahora, cada quien con sus dolores y motivos, nos unimos porque nos parece insostenible la situación de violencia en el país; y unimos voces porque así, sin duda, suenan más fuertes, tienen más alcance, y no hay forma de que se ignoren.
Imaginemos que, ante una injusticia, una violación, un secuestro, una extorsión, un desaparecido, todos los mexicanos, sin importar creencias, orígenes, ni filias ni fobias, nos levantáramos y nos uniéramos, no tengo duda que ese día se resolverían los casos de inmediato y esa presión nos haría hermanarnos cada vez más.
Yo reitero que estoy seguro que no hay causas ajenas, y a veces despertamos hasta que nos ocurre una fatalidad, a nosotros o a nuestros seres queridos, pero hoy estoy seguro que sí se puede, que nos podemos poner en los zapatos del otro y que si el dolor nos une que sea la esperanza la que nos haga poner de pie y caminar.
Gracias a los que se unieron, y a los que vendrán. Les reitero mi solidaridad para luchar juntos, sólo así, alzando la voz fuerte, vamos a despertarnos como mexicanos.