Indicador político
“para que el mal prospere,
lo único que hace falta,
que los que puedan hacer algo,
no hagan nada”.
Edmund Burke
El primer paso, -la participación ciudadana en pie de lucha-, ya se dio, y bajo el mismo tema: la defensa del INE, con dos respuestas, la marcha del 16 de noviembre del 2022 y esta concentración el 26 de febrero que en la Cdmex fue de antología.
Eso, es hacer política, una acción colectiva de beneficio común. Es política de la buena, la que desquicia a los que se sienten dueños del destino de los pueblos; a los propugnadores del pensamiento único. Pero es un comienzo, nada más.
Fue un logro sortear los bloqueos y las desinformaciones, una de ellas perversa e infantil, argumentaba que la manifestación era a favor de uno de los delincuentes favoritos no solo del pasado, sino del actual gobierno, el tal García Luna, un sujeto que nadie de los manifestantes defendería, y en cambio sí es un hecho, que ha gozado del apoyo de los fiscales de la cuarta transformación, que nunca, hasta la fecha le imputaron un solo crimen, una sola carpeta de investigación.
La prueba de tan evidente complicidad es que el mismo día que se le declaró culpable al exfuncionario en la Corte neoyorquina, aquí procedía el amparo donde se les devolvían las enormes cuentas que tenían como medidas cautelares a la señora Pereyra, esposa del delincuente, porque los que deberían investigar se hicieron majes con las pruebas y tal parece, que el acuerdo era no complicarle a García Luna la recuperación de ese dinero injustificable. ¿Qué compromisos hay en el futuro?
Así como Lozoya les dijo que estaba en el pago de moches para que firmaran los opositores las reformas estructurales con Peña y a la mera hora fue un balazo al aire; no dude mi estimado lector, que García Luna pudo prometer aventar al novato de Calderón, a cambio de que le reduzcan la pena. Pero les va a salir vano, como todo lo que hacen los inútiles de la cuarta categoría de funcionarios.
Regresando al domingo, con todo y las bajezas que se desataron contra los manifestantes, la reunión fue ejemplar, fue una expresión política de gente educada y respetuosa, no hubo connatos de violencia, vamos no quedó ni basura en el piso de la plancha de la Constitución.
La cita fue por la defensa de las leyes y de las instituciones. Todo normal, como en cualquier país que entiende, que la única coexistencia en la colectividad es la que se basa en la ley -aunque los perversos no lo quieran reconocer- porque las reglas para la convivencia civilizada son las instituciones, lo demás es barbarie.
Pero no se puede vivir de glorias pasadas y después del domingo, algo se tiene que empezar hacer si quieren llegar fortalecidos a competir, porque es mucho lo que les falta. Los números conservadores de los conservadores, indicarían que en el Zócalo hubo unas 300 mil personas y si consideramos un promedio de 15 mil personas en cada una de las cien ciudades, que fueron más, serían aproximadamente 2 millones de personas, lo doble del millón que votó para que Amlo fuera revocado de su mandato en abril del 2022; lo que significa de entrada que hoy se ha duplicado el número de personas que abiertamente no están de acuerdo con lo que realmente es el gobierno de Obrador y sus caprichos disparatados.
En la revocación tenían miedo los opositores de reconocer que iban a ser muy superados creían que el techo de los obradoristas era mas de los 14 millones que apoyaron a Amlo, y de esos, todos cobraban el apoyo social-electoral; y por esos temores, los opositores se encargaron de auto boicotearse con la especie de “no hacerle el juego al gobierno” sin entender que o juegas o juegas, con desventaja clara por supuesto. Así es la política, pero el gobierno supo con claridad desde entonces, que un millón de mexicanos, no manipulados ni maiceados, ni dominados por opiniones externas, sino convencidos, estaban y están, ahora más, en contra.
Porque es cierto, pocos de los que asistieron a la manifestación, podrían centrarse en el contenido del enredoso Plan B. Eso ni siquiera se detalló, lo relevante es que al gobierno y a su partido, la mayor parte de los que se congregaron en el Zócalo, los considera sujetos que no solo exudan desconfianza, sino que se manejan con sublime dedicación a la mentira.
Prácticamente todos los presentes en la Plaza de la Constitución, tienen la convicción de que el arma de la transformación que pretenden, es la mentira reiterada, la misma que usaba Goebels en la Alemania nazi, repetir hasta el cansancio lo que sea, con tal de retener el poder político en su mayor extensión, con propósitos que claramente se orientan a erigir una tiranía de lustros. Una dictadura de izquierda, dicen, como si ponerle de izquierda al lado de la palabra nefasta, aliviara y no empeorara el futuro de los pueblos de este país.
La concentración del domingo fue un aviso en dos sentidos, uno, para el poder, que le urge moderarse para dejar de actuar sectariamente en contra de una parte importante de la población y detenerse en alterar lo electoral. Para los manifestantes, fue un aviso que se dirige en el corto plazo a definir conceptos y prioridades, a establecer una plataforma mínima independiente de las banderías del oficialismo, y a concentrar los asuntos prioritarios como tales, sin demagogias seudo inclusivas y lugares comunes.
La lucha de tener una oposición es un asunto mayor que debe ser encabezada por grupos colegiados no por personas que ya estuvieron en los cargos de decisión y su aportación fue escasa. El Frente Cívico es un grupo más, no es el grupo. Ya es hora de tener una doctrina democrática común sin demagogia, y de paso, seleccionar mejor a los oradores que en el caso del ministro Cossío, fue atinado, no así de la señora Pagés, quien fue diputada en el pasado, sin representar a nadie. Ahora pareció representar la diversidad sexual, como si ese tema fuera el toral… no se trata de llenar por llenar, ni por modas, si se quiere enfrentar al oficialismo debe ser una propuesta claramente diferenciada de ellos.