Indicador político
Hace unos días se conmemoró el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, una fecha para conmemorar a quienes han padecido de la peor manera, uno de los fenómenos más crueles y salvajes que utilizan los criminales, porque arrasa con inocentes, niños, mujeres, hombres, sin distingo, sólo se trata del hecho de sembrar terror.
Estos hechos se han implantado en nuestro país; dolorosamente todos los días nos enteramos de nuevos casos donde existe un común denominador, que son los criminales haciendo ver su poderío y dejando un claro mensaje de que son capaces de dejar atemorizada a la gente, a los grupos rivales o al gobierno, que hasta el momento se ha vuelto un espectador.
Antes de descalificar el término terrorismo bajo un engañoso argumento de proteger la “soberanía” del país, se debería considerar el término “humano”, y es que cuántos huérfanos, cuántas viudas, cuántas familias incompletas dejan estos criminales, todos con secuelas de dolor y mucha indignación.
El presidente López Obrador que tanto se ha pronunciado por las consultas, debería organizar una para revisar si la gente, el pueblo víctima, considera negativo considerar a los grupos criminales como terroristas; estoy seguro que aprobarían la opción, si se vislumbrara una oportunidad de atacar este problema, y así, evitar que muchas más personas atraviesen por lo que ellos sufrieron.
Se habla de soberanía como si entregaran al país a un pueblo extranjero, como si nos fuéramos a someter a las fuerzas militares extranjeras y es totalmente fuera de la realidad. Se trata de utilizar la inteligencia de manera compartida con naciones como Estados Unidos, porque si se comparte la enfermedad, lo mínimo es que encuentren soluciones en conjunto, ya que los grupos criminales operan y tienen intereses en ambas naciones.
En México el terrorismo es un delito, pero deberíamos estar trabajando en crear una figura jurídica que permita la “declaratoria de grupos terroristas”, donde se de al estado mayores capacidades y a los grupos terroristas menos prerrogativas por representar una amenaza para el país, deberíamos estar pensando en como darle a nuestras instituciones la capacidad de identificar y congelar sus flujos financieros, cómo bloquear su crecimiento de capital humano, cómo evitar que se infiltren estas redes criminales en las instituciones y política del país, cómo pelear penas más severas, cómo encontrar nuevas formas de hacer frente a este padecimiento, que es a final de cuentas, lo que todos queremos.
Pero insisto que, para entrar sin miedos al tema, lo debemos hacer desde un enfoque humano. Pertenecer a las filas del crimen organizado, fue durante mucho tiempo una forma de escalar socialmente para lo jóvenes de lugares marginales, que veían con admiración a estos grupos y sabían que entrando en sus filas podrían ganar cierta cantidad de dinero, aunque durara poco, hoy no es así, son cooptados por pesos y su vida hacen que valga menos, y si aunamos que ya no serán los admirables criminales, si no los ayudantes de terroristas, podrían abrir los ojos a otros caminos.
Todo son teorías hasta que no haya un debate a fondo, donde se dejen fuera filias y fobias, y se ponga en el centro de la discusión, la gran necesidad de erradicar el miedo y terror de cada comunidad de México.