Detienen a hombre que presuntamente mató a su mamá en la CDMX
CULIACÁN, Sin., 24 de agosto de 2022.- Ya han transcurrido 11 años desde que Humberto Millán Salazar fue privado de la vida, y hasta el momento no se tienen avances en la investigación de su homicidio por parte de ninguna autoridad.
En un principio fue responsabilidad de Marco Antonio Higuera Gómez, quien fuera el entonces Procurador de Justicia en Sinaloa, resolver el caso, o intentarlo, pero al parecer cinco años y cuatro meses no fueron suficientes, ni siquiera para presentar a un sospechoso.
Por parte de las autoridades federales, en el caso particular de la Fiscalía Especial para Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), la situación es la misma, no hay avances ni resultados, menos si atrajeron el caso dos años después de cometido el asesinato de Humberto.
Hasta hoy sigue abierta la averiguación previa 129/FEADLE/2013, pero al parecer nadie trabaja en ella.
Desde un principio se notó que el caso se iba a estancar, sin importar todo lo que dijera el entonces gobernador Mario López Valdez.
Esta claro que a Humberto Millán lo asesinaron por su labor periodística, porque siempre fue el comunicador incómodo, la piedra en el zapato, a quien ni la censura de un gobierno estatal pudo callar.
Nunca tuvo reparo en decirle de frente a los políticos, servidores públicos, o quien fuera, lo que consideraba necesario, sus errores, falta de capacidad, escándalos, entre otras cosas.
Pero Humberto tampoco era un cavernario que iba repartiendo palos a diestra y siniestra, también sabía reconocer cuando las cosas se hacían de la manera correcta.
Tampoco era una pose, o un personaje que caracterizaba cuando escribía, así era su personalidad, y así era su trato con todos los que lo rodeaban.
Ahora en el 2022, se sabe lo mismo que se supo al momento en el 2011, que se lo llevaron al salir de las que entonces eran las oficinas de Adiscusión.
Existe el rumor que sus verdugos fueron agentes de gobierno, los cuales sin perder tiempo lo trasladaron a la salida norte de la ciudad, hasta una parcela donde le cortaron la vida, la libertad de expresión y lo silenciaron para siempre.
Hoy 11 años después aún podemos decir que “todos somos Humberto”, porque nadie está exento de ser víctima de la violencia y la impunidad que sigue vigente en todo México.