Indicador político
Los gobiernos de Canadá, de México y parte de los analistas siguen sin entender a Donald Trump. Parecerá un despropósito, pero la mejor manera de comprender a un personaje como él es López Obrador. Aunque en polos opuestos, están hechos con el mismo molde que se llama populismo. No es tema de doctrina que va de la mano de los dogmas, sino de forma de ser, de una personalidad que requiere más del sicólogo que del sociólogo o más bien del psiquiatra por su desapego de la realidad y su narcisismo.
Habrá de recordarse que previo a la elección presidencial en EU cientos de siquiatras suscribieron un desplegado en el New York Times donde alertaron a los votantes sobre el desorden en la personalidad de Trump llamado narcicismo maligno. Suscribían el deber ético como profesionales de la salud mental señalar que el candidato republicano era totalmente inadecuado para el liderazgo, porque su desorden mental lo hacía mentiroso, destructivo, engañoso y peligroso.
La pretensión de una personalidad como esa es el cambio radical. López Obrador se propuso acabar con la democracia mexicana a partir de los sentimientos colectivos más negativos como el rencor social, el odio y el complejo de inferioridad. Éxito rotundo constatado por los elevados niveles de aceptación y votos abrumadores por su causa y sus candidatos. La revolución de las conciencias adquiere expresión con la adhesión al gobernante sin límites o contrapesos y con la idea de que sería bueno para el país un gobierno de militares.
Para el gobierno mexicano las expresiones de Trump eran baladronadas. No faltaron líderes de opinión que secundaron la interpretación. Todavía no ha tomado el poder y por lo mismo se desconocen los alcances de sus dichos. Sin embargo, para el análisis y todavía peor para la política es un serio error minimizar la amenaza de un personaje como Donald Trump. Creer que no impondrá aranceles porque son malos para la economía o que no deportará mexicanosporque las empresas de allá los necesitan es no entender la personalidad de quien va por la revancha; él examina críticamente su pasado y no está dispuesto a cometer los mismos errores. Se refugiará en el radicalismo, como López Obrador en la parte final de su gobierno.
Cómo hipótesis es útil considerar que aludir al fentanilo o a los migrantes para imponer aranceles era un pretexto. Por eso consideró a Canadá en el mismo supuesto, a pesar de que el problema allá tiene otra magnitud. La cuestión es la visión negativa de la economía norteamericana por considerar que es más lo que importa que lo que exporta. Trump alude al fin de un modelo económico basado en el libre comercio y en el intercambio a partir de las ventajas competitivas de las naciones; el proteccionismo regresa por la puerta grande y de eso se trata fundamentalmente. Las drogas, la inseguridad o la migración son argumentos para motivar la adhesión a la propuesta proteccionista. MAGA remite a la recuperación de un sentimiento de orgullo nacionalista, que en su versión dominante va a acompañada de misoginia, xenofobia y expansionismo militarista. Hay referentes a los que se puede aludir: Putin en Rusia y Netanyahu en Israel.
La cuestión no es si México está preparado para lidiar con la amenaza que se avecina, sino más bien si puede encarar el nuevo escenario a partir de una postura extrema del presidente Trump. No se trata de querer, sino de poder. La misma soberbia de no convocar a la unidad de todos los mexicanos frente a lo que pudiera suceder está relacionada con la falsa idea de que el gobierno tiene la capacidad para atender las deportaciones masivas, frenar la amenaza militaristaen territorio nacional o mitigar el impacto económico por los aranceles.
A diferencia del gobierno canadiense, dividido ante su peor amenaza y descalificando a su jefe de gobierno hasta por sus propios correligionarios, en México hay un sentido de unidad que se acentúa conforme la amenaza se evidencia. Si a Donald Trump le preocupa el territorio de Groenlandia por razones de seguridad nacional, más debería inquietarle que México perdiera su condición de aliado confiable que ha acreditado a lo largo de su historia. El tiro en el pie en un eventual mal trato a México no es por la migración o el comercio, sino por comprometer lo fundamental, la seguridad hemisférica.