Los retos de la relación México y Estados Unidos
Guam es una remota isla del Pacífico, famosa por una cruenta batalla de la Segunda Guerra Mundial. Descubierta y colonizada por españoles en el siglo 16, vio pasar a Magallanes, Legazpi, Urdaneta y al Galeón de Manila que unía Asia con Acapulco. Los jesuitas dejaron su marca en el lugar y los chamorros –como se conoce a los habitantes originarios– han padecido a europeos, novohispanos, nipones y gringos.
En el discurso de inicio de mandato, escuchamos a Donald Trump mencionar a William McKinley, vigésimo quinto presidente de la Unión. Una de las referencias fue para señalar que la montaña más alta del país sería designada nuevamente con el apellido de ese peculiar político.
Si para los Estados Unidos el siglo 20 es el de su consolidación como un imperio mundial, el 19 es el de su crecimiento territorial. Trece pequeñas colonias en unos pocos años se adueñan por la buena o por la mala del espacio que ellos reclaman como vital; un buen cacho era de México. No son los únicos que necesitaban tierra para satisfacer sus intereses. Esa ambición, unas décadas después, desencadenaría dos conflagraciones de carácter mundial.
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