Poder y dinero
Además de un andamiaje normativo e institucional adecuados, la
fiscalización eficaz de los recursos públicos requiere del
compromiso y la integridad de quienes integran los distintos entes
fiscalizadores. La Auditoría Superior de la Federación tiene como
encomienda fiscalizar los recursos públicos de origen federal, que
se hayan transferido a las Entidades Federativas, Municipios,
Alcaldías de la Ciudad de México, Fideicomisos y Fondos; como las
Participaciones, Asimismo la Deuda Pública de estos órdenes de
Gobierno.
En suma la labor de la ASF, es la de vigilar con detalle legal el
ejercicio del gasto público de origen federal. Lo anterior no solo
implica la profesionalización y especialización de los servidores
públicos, sino que también requiere fijar los más altos estándares
en cuanto a la integridad de su labor técnica y profesional.
En épocas de relativismo generalizado, hablar de integridad pública
es desafiante, pero no debemos ceder a la confusión ni a la
disminución de los principios éticos, a veces expresada mediante
indiferencia moral o subjetividad acrítica. Pero que no haya duda, la
ética y la integridad son, ambas, indispensables para el buen
funcionamiento del acuerdo social que da armonía y permite el
desarrollo de las colectividades.
La falta de ética sistemática tiene consecuencias de todo tipo, más
allá de las conductas individuales. De hecho, en muchas de las crisis
económicas mundiales más emblemáticas (desde la gran crisis de
1929 hasta la gran recesión inmobiliaria de 2008, pasando por la
burbuja de las dot.com), lo que encontramos en el fondo es la
sustitución de una ética empresarial por una moralidad (o
inmoralidad) especulativa, el uso de reglas y lagunas del sistema
económico con la maximización del beneficio económico a corto
plazo, lo que ha terminado por dañar severamente al sistema
completo.
La ASF reconoce a la integridad como el valor central de su Código
de Ética y uno de los pilares de la fiscalización superior, siendo que
es un elemento que ayuda a construir la confianza ciudadana en el
trabajo desarrollado por las EFS. Con la integridad se busca
fortalecer a una institución con personas que actúen de manera
responsable, honesta y profesional. Se requieren personas que
internalicen las normas éticas y las cumplan de manera libre y
consciente, porque como los teóricos del derecho han subrayado a
lo largo de la historia, ninguna norma puede depender, para su
cumplimiento, de la mera amenaza de sanción, o está condenada a
ser letra muerta.
A nivel internacional, la INTOSAI también da alta relevancia a la
integridad pública a través de la norma ISSAI 30, que señala que los
Códigos de ética para las EFS son un estándar internacional que
ayuda a orientar a las EFS en su trabajo y genera confianza
ciudadana respecto al trabajo realizado.
En el mismo sentido, en América Latina, esto es la OLACEFS y la
OCCEFS han impulsado los “Talleres de Autoevaluación de
Integridad”, con el propósito de tener diagnósticos precisos sobre
el tema en cada EFS.
A nivel interno, la política de integridad de la ASF ha tomado como
base tanto los estándares de la normativa nacional desde la
Constitución hasta las Leyes Generales, como las mejores prácticas
internacionales en materia de integridad, fiscalización y auditoría
gubernamental. Con ello hemos impulsado acciones como el
establecimiento de valores institucionales, la integración de un
comité de integridad, y una estrategia permanente de capacitación
y difusión para que se internalicen en todos los funcionarios los
valores de la integridad pública, uno de los pilares de la confianza
ciudadana en las instituciones y en la democracia.