Indicador político
La foto de la ignominia
Pareciera que se ha instalado todo un sistema para recortarnos el espíritu, para convertirnos en tierra fértil de autoritarismos: Juan Gelman
Exultantes, los legisladores del bloque oficialista, sonrientes se tomaron la foto en la escalinata de Palacio Nacional con su amado líder, custodiado por las cuatro “cocholatas” aspirantes a sucederlo en 2024, quien acababa de ordenarles aprobar una veintena de iniciativas en las últimas horas del periodo legislativo, con dispensa absoluta de trámites, que para eso disponen de mayoría simple.
Los legisladores de Morena, Partido del Trabajo y del Verde, energizados e inspirados por su luminoso caudillo, en sesión de medianoche, violando el proceso legislativo, con un quorum dudoso, a la velocidad de la luz –sólo cinco horas– cumplieron la encomienda, y lo celebraron con regocijo y pastel.
En el retrato figuraba, acicalado, con inexplicable gesto triunfal el senador Ricardo Monreal, quien el día anterior había sido ridiculizado por su incapacidad para hacer respetar acuerdos con la oposición en nombre de los senadores morenistas, y de quien se elogiaba, hasta entonces, su valor para enfrentarse al todopoderoso y obstinado padre de la llamada cuarta transformación.
Fue entonces cuando el rompecabezas pudo integrarse, cada elemento publicitado esa semana fue cuidadosamente preparado usando los recursos humanos y materiales del gobierno federal, que para eso han servido: para afianzar la imagen del patrono de los desposeídos en lucha contra los “conservadores”, y una vez más montar la complicada escenografía con objeto de que el jefe de jefes se saliera con la suya.
Ahora, el triunfo pírrico deberá ser desmontado por las instituciones jurídicas que aún subsisten y deberán mostrar fortaleza frente a esta embestida contra el régimen constitucional que aún se mantiene pese a que, día tras día en los últimos meses y años han sido sometidos a golpes demoledores de un autócrata, artífice del engaño.
Según encuestadoras, el primer mandatario había perdido el poder de imponer la agenda mediática, pero ya la recuperó: tras contagiarse del nuevo Covid curable en tres días; mantener inactivo al INAI –Instituto dedicado a transparentar el uso de recursos públicos y proteger los datos personales–; dirigir el albazo legislativo; vender por fin el avión presidencial sin recuperar su costo; ahora presiona a Joe Biden para que dejen de apoyar a organizaciones como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que han documentado actos de corrupción y nepotismo de su gobierno y su familia.
En nuestro país aumentan los homicidios, la inseguridad y violencia en índices sin precedente, pero ni la reciente muerte de 40 migrantes en una estación migratoria, responsabilidad del Estado mexicano, ni el centenar de muertos cada día, ni descubrir la impunidad para amigos, como el caso de Francisco Garduño o Ignacio Ovalle, han disminuido en forma importante la popularidad del presidente.
Somos ilustrativos de un gobierno populista, este fenómeno que embosca al mundo y que defrauda a la confianza de los pueblos. Llegó a nuestro país por la vía del voto, ante la prevalencia de condiciones injustas e inequitativas, ante los abusos de poder de gobiernos priístas y panistas, con promesas de afianzar en México una auténtica democracia, con paz y justicia social, para desterrar inequidad y pobreza.
Todos hemos sido testigos del aumento de la pobreza, de la militarización de organismos y cuerpos civiles; los abusos de poder para exhibir a los periodistas críticos y opositores como delincuentes; el trato comedido y amistoso hacia delincuentes (abrazos no balazos); el uso sin rubor de “los otros datos” para sostener alrededor de 80 mentiras cada mañanera; el despilfarro de los recursos públicos para construir megaproyectos que han sido pozos sin fondo al haberse iniciado estos sin estudios de factibilidad… No somos iguales, dice AMLO, pero en los hechos ha demostrado que son peores.
Ha sumado a sus enemigos mortales a los organismos dedicados a impulsar la Ciencia y la Tecnología; ha ignorado promesas para mejorar instituciones dedicadas a la salud infantil; con la desaparición del INSABI ya cuadruplicó la población del IMSS, sin planeación ni estrategias previas. Ha tratado como sus enemigos personales a los órganos autónomos, no quiere rendir cuentas a nadie y para ello pretende acallar las voces de quienes denuncian corrupción, impunidad, injusticias, abusos de autoridad.
El presidente Andrés Manuel López quiere seguir por la libre, sin acotamientos, asumiendo todos los poderes del Estado mexicano que para eso fue elegido democráticamente, y reclama al presidente Joe Biden que la U.S. Agency of International Development (USAID) que apoye a organizaciones como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad que atentan contra su gobierno al exhibir la corrupción de su familia y de su gobierno.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, bajo asedio presidencial y de sus huestes, tendrá que enmendarle la plana al poder Legislativo morenista que, sin asomo de responsabilidad o respeto a su investidura, incurrió en severas violaciones al procedimiento parlamentario, para dar cumplimiento a las órdenes de su líder carismático, con desprecio a la ciudadanía que los eligió como sus representantes. Abdicaron de su deber y prefirieron aparecer genuflexos, pero sonrientes, ante su amado líder carismático.
¿Adónde vamos a llegar?