Indicador político
Obras son amores, y no buenas razones
La pusilanimidad dispone a los hombres a la irresolución y, como consecuencia, a perder las ocasiones y oportunidades más adecuadas para actuar: Thomas Hobbes
Como el hubiera no existe, y la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de ausentarse de la IX Cumbre de las Américas fue rotunda, al igual que inamovible el criterio justiciero de condicionar su asistencia a la no exclusión de las dictaduras venezolana, nicaraguense y cubana, así declinó a aprovechar la oportunidad de defender el interés nacional frente a Joe Biden y sus homólogos, en temas tan importantes como el migratorio, la seguridad nacional, el tráfico de armas y drogas, la violencia, el narcotráfico, etcétera .
Aunque AMLO haya enviado al canciller Marcelo Ebrard con la consigna de repetir sus “buenas razones” para no asistir, en los hechos esta actitud contribuye a minar el liderazgo continental estadunidense y dificulta la celebración de posibles acuerdos regionales donde sea necesario plasmar el compromiso con la firma del dignatario -esto no es baladí-. Además, perdió un aforo excepcional para defender sus programas estrella “Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo el Futuro”, y argumentar cómo crearán empleos y arraigarán a los migrantes.
¿Atrás de tan rotunda determinación de no asistir habrá alguna razón inconfesable, como una posible fobia a viajar al país del norte, quizá a volver a utilizar el cubrebocas debido a una nueva ola de Covid-19? Aún no se olvidan sus imágenes sudorosas y el rictus de angustia en su rostro durante el pasado encuentro con Donald Trump.
Porque, por más que se repasen sus argumentos, no son convincentes para fundamentar que deje de cumplir con una responsabilidad inherente al cargo, como es asistir a encuentros internacionales, con la agravante de que el anfitrión es nuestro principal socio comercial. Me viene a la mente el juramento prestado ante el Congreso de la Unión al asumir el cargo, impreso en el Artículo 87 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
“Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.”
Pero, además, creo que era el momento de encarar a nuestro poderoso vecino del norte, que nos ha dejado solos en la contención de las caravanas migratorias con más de 28 mil elementos de la Guardia Nacional, sin contar los enormes daños económicos, sociales y humanitarios, entre otros, que provocan las hordas de migrantes procedentes de Centro y Sudamérica, de naciones caribeñas y de más allá del continente que en busca del “sueño americano”, convierten en pesadilla para la población su estancia en territorio nacional y exhiben nuestra precaria política migratoria.
¿Será que buscamos un liderazgo continental? De ser así, la fórmula de solidarizarnos con las dictaduras no es la más viable, tanto el Departamento de Estado, senadores, como los más influyentes diarios estadunidenses han criticado la posición del mandatario mexicano. Cuidado, no le vayan a aplicar al noble pueblo mexicano, la máxima oriental: “Los amigos de mis amigos son mis amigos, y los amigos de mis enemigos, son mis enemigos.
Tampoco ensalzar nuestra política humanitaria de “abrazos no balazos” con los grupos delincuenciales ha sido una estrategia eficiente, porque esas posiciones voluntaristas sólo han aumentado inseguridad e impunidad. Entre connacionales provocan sospechas, repudio y desconfianza; y entre extranjeros, como los senadores estadunidenses Ted Cruz y Marco Rubio acusaciones en contra del presidente mexicano de tener vínculos con el crimen organizado. Aunque el mandatario proteste y les demande a unos y otros que lo prueben, con Estados Unidos hoy somos amigos distantes.
7 DE JUNIO, ¿DÍA DEL PERIODISTA?
Y en el día en que los gobiernos priístas conmemoraban la Libertad de Prensa, el 7 de junio, el gobierno de López Obrador a través del vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, anunció un programa de ingreso de periodistas freelance al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), a fin de que puedan contar con seguridad social, atención médica, derecho a una pensión e incluso acceso a vivienda.
Y como las formas en este gobierno autodenominado 4T no importan, se informó que la cuarta parte del monto destinado a la contratación de publicidad oficial, o sea 760 millones de pesos, serán para subsidiarles el IMSS a un universo de 6 mil 28 periodistas que trabajan por su cuenta. La bondad parcial de esta noticia podría perderse al instrumentarla y elegir a los beneficiarios.
Cabe mencionar que escuché al ministro en retiro de la SCJN, José Ramón Cossío, asegurar que el presidente de la República carece de facultades para disponer a su arbitrio de los recursos públicos. Por eso hay un Presupuesto de Egresos de la Federación que aprueba anualmente la Cámara de Diputados.
Aunque se concretara esta medida, resultará insuficiente para cubrir a un gremio carente de garantías legales para el cumplimiento de contratos laborales, pago de salarios profesionales y demás prestaciones de ley, pero sobre todo, y a las estadísticas me remito –el caso Notimex, como prueba–, los profesionales de la comunicación están en riesgo constante de acoso, persecución y muerte. Esta realidad sólo evidencia que desde hace mucho a los poderosos, de ayer y especialmente a los de hoy, no les gustan las denuncias ni las críticas.
Otro botón de prueba es la sección de “Quien es quién” que conduce Elizabeth García en la conferencia mañanera de prensa del jefe de Ejecutivo, desde Palacio Nacional, los miércoles ante la connivencia de los “periodistas” afines ideológicamente al gobierno, se acribilla verbalmente en tono desparpajado con falsedades, lapsus, errores y trastrueques verbales a cualquier periodista, medio de comunicación u organización que emita una crítica a la Administración cuatrotesísta.
Sobre la conmemoración del 7 de junio, esta fecha fue instituida en México en 1952, por editores de periódicos y revistas de la capital, encabezados por el coronel José García Valseca, dueño de la cadena del mismo nombre, quien un año antes, en 1951, organizó una gran ceremonia para agradecer al presidente Miguel Alemán, haberles condonado cuantiosas deudas que algunos concesionarios tenían con PIPSA, empresa abastecedora del papel. Dicen que son memorables las adulaciones y loas mutuas, y estas dieron pie a institucionalizar la ceremonia del “Día del Periodista”, creando además los Premios Nacionales de Periodismo.
Sobre estos premios, el periodista Elías Chávez, en su libro recién publicado “El Yo Prohibido”, editado por Proceso, cita que fue el periodista Jesús Blancornelas, fundador del periódico ABC de Tijuana y del semanario Zeta, quien “promovió, en 2001, ante el presidente Vicente Fox, desaparecer el Premo Nacional de Periodismo otorgado por el gobierno. También pidió desconocer el 7 de junio como Día de la Libertad de Prensa, fecha que aprovechaban los dueños de los medios de comunicación para adular al presidente de la República y agradecerle sus favores”.
Ahora, a petición de miembros de la comunidad periodística, se propone que el Día de la Libertad de Prensa sea el 30 de mayo, fecha en que fue asesinado, hace 38 años, el periodista Manuel Buendía.
Muy recomendable libro escribió el periodista Elías Chávez, quien ha ejercido este oficio desde hace más de medio siglo, en él incluye breves pero memorables testimonios, como el titulado: “Muertos de Hambre”. Recuerda que Humberto Romero Pérez, secretario particular del presidente Adolfo López Mateos, decía: “Los periodistas son como los chinos, muchos y muertos de hambre”, y contextualiza que en aquellos tiempos en China habían muerto de inanición 30 millones de chinos a consecuencia del Gran Salto impulsado por Mao Zedong, otro tiranosaurio enemigo de los periodistas.
Y remata: “desde siempre, todos los dictadores, sean de izquierda o derecha, todos, aborrecen a los periodistas críticos. Mal pagados, sin seguridad laboral, reporteros ‘muertos de hambre’ eran y son pararrayos en la tormenta de la corrupción periodística donde directores y medios de comunicación –y algunos articulistas y columnistas– se venden o entregan al mejor oferente”. Triste realidad que no cambiará hasta que los periodistas se asuman como un frente solidario ante el Tlatoani.