
El legado de Francisco
Censura del clero. Y machetes en nueva aparición.
Curioso que la jerarquía católica censure algunos conceptos que se han expresado sobre el recién fallecido papa Francisco. Y al criticar la aplicación de esos conceptos imponga un criterio universal que debe prevalecer en torno a la personalidad del pontífice. Pero ella misma se refiere a la pluralidad en el comportamiento del papa que fijó en uno de los escritos que la propia jerarquía publica: “la iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”. La pluralidad se desprende de ese retazo. Al parecer, a los conservadores clérigos les molestaron los muchos elogios a la apertura de Francisco, su humanismo, su apoyo a los pobres y a esa atención que puso siempre, como repudio, a la agresión en Gaza. Para ellos es un “error profundo” el clasificar al papa con el concepto que cada quien tiene y encasillarlo en ideologías. Su vocero, el semanario Desde la fe, menciona incluso las palabras que desautoriza, pero da la casualidad de que el término que encabeza la lista, “progresista”, fue el que más se le aplicó porque así se mostró el papa Francisco durante su vida.
EL CRIMEN DEL LUCHADOR SOCIAL MARCO SUÁSTEGUI, ENSEÑA MACHETES
La muerte papal mueve a un sector del mundo en estos días mientras se espera el humo blanco del nuevo papa. Pero en todos los países la vida sigue y en la situación nuestra, un caso ha conmocionado, el asesinato de Marco Antonio Suástegui, agredido cuando terminaba de realizar sus labores en Acapulco, como vendedor; luchador social de relevancia, que había trascendido sobre todo por su oposición a la Presa la Parota. Su muerte ha creado una movilización que expresa la gran indignación de la gente que asistió a su sepelio y que dan esa idea las imágenes de gente indignada, enardecida y armada con machetes. Estaban ahí los que usaron esa arma como símbolo en sus luchas, los atenquenses cuyo líder Ignacio del Valle, dio un discurso de lamentación ante la pérdida, y de solidaridad al pueblo guerrerense. Con esa presencia, la situación de Atenco vuelve a actualizarse más cuando no se ha desbrozado totalmente la agresión sufrida en el sexenio de Enrique Peña Nieto en el Estado de México, contra mujeres y niñas de Atenco. El caso llegó a la Comisión internacional de Derechos Humanos (CIDH) pero está en el aire pese a su resolución extranjera ¿Que sucederá con este nuevo episodio de Atenco? No lo sabemos, pero los machetes ya han empezado a relumbrar.
AGUSTÍN YÁNEZ. LA LUCHA DE LOS PUEBLOS NO TERMINA
La tierra pródiga (Fondo de Cultura Económica) y Las tierras flacas (Biblioteca Básica Salvat 1970) son dos de las novelas de Agustín Yáñez en las que el escritor jaliscience penetra en el medio rural para recorrer con gran conocimiento, los problemas del campo mexicano poblado por los personajes clásicos que aún se encuentran en el devastado campo actual: el cacique, el campesino pobre, el obrero agrícola y el interventor oficial casi siempre en busca de tajada. La tierra aunque esté empobrecida siempre es motivo de codicia, con más razón si es fértil o puede ser utilizada para otros fines. Las tierras flacas es un brote de penetración e ingenio del ex secretario de Educación -hombre sensible y negociador-, y da gusto releerla en estos tiempos porque resuma actualidad. Cada capítulo deja un buen sabor y uno va aprendiendo o recordando los muchos refranes de que se nutre la obra en retazos que deben haber divertido mucho al propio escritor. Los personajes que son guiados por un narrador en primera persona, tienen carácter un poco de novela picaresca. Da aliento al final, saber que la máquina de coser que es objeto central tan valioso que compite en su valor con la propia tierra, aparece después de haber sido robada. Don Agustín la puso en la balanza entre lo rural y lo citadino. Y en estos siempre puede haber asesinatos como el que ahora, de Suástegui, indigna tanto.