Indicador político
El águila imperial del Lábaro patrio y la oposición
Quienes se rasgaron las vestiduras porque la enorme bandera no apareció en el Zócalo el
pasado18 de febrero, quizá extrañaron el águila prepotente y destructora que se inclina para
devorar lo que es uno de los símbolos más apreciados, la serpiente escondida en el hermoso
plumaje de Quetzalcóatl. Y era natural, los que extrañaban la enorme bandera, querían
contemplar esa águila imperial con la que se identifican, y que aparece en toda la historia del
lábaro, con los cambios que sus diseñadores dieron sin que sepamos que haya habido una
encuesta para que el pueblo definiera su diseño. Lo que llama la atención en esa historia de
nuestra bandera, es que el águila siempre está presente. Siendo un símbolo de los imperios,
de los grandes poderes de la tierra llama la atención repito, la existencia de esa ave en un
lábaro que se forjó por la lucha de un pueblo sometido, un bello Quetzalcoatl en forma de
serpiente común, que esta siendo devorado por ese poder. Encima, además, de una planta
de nopal que tanta significado tiene para el mexicano.
EL ÁGUILA SIEMPRE RONDA, IMPERIAL, SOBRE EL LÁBARO MEXICANO
En un documento dado a conocer desde las esferas oficiales el 23 de febrero de 2018, se
relata una historia restringida sobre lo que ha sido la bandera mexicana y se muestran las
cuatro que han prevalecido con otras que nunca fueron oficiales, a lo largo de las épocas y
en cada una de ellas, parte de los permanentes colores verde, blanco y rojo, se mantiene
imperturbable el águila en sus diferentes posturas, Quizá el águila mocha que definió Vicente
Fox, sea la más cambiante de todas y en la ultima, con el glifo náhualt que suplió al lago
que aparece en otras y que en este momento, en la sequía, vendría al dedo. En ese
documento se incluye como primera bandera el estandarte de la virgen de Guadalupe, pero
no hay, fuera de la imagen de esa virgen, la imagen de una bandera. Las demás ya tienen el
formato de lábaro sobre todo iniciando con la de Agustín de Iturbide en 1821; esa se
considera la segunda bandera. Se disputa ese número con la que lanzó Benito Juárez
cuando creó la república. De hecho algunas que le siguieron sobre todo la tercera que es la
de cuatro águilas imperiales con el escudo imperial francés, hasta Maximiliano se echó una
bandera nuestra, desde luego con su carácter imperial que el águila lo demostraba.
TODO MUNDO LE HACÍA CAMBIOS A NUESTRA BANDERA Y NO SE CONSULTABA
En 1968 Gustavo Díaz Ordaz le dio un toque a nuestra bandera no solo en el diseño sino en
la forma como agredió a estudiantes. En 1984 se consolidó la fecha del 24 de febrero como
día nacional de la bandera. Volviendo al caso del águila, quienes hablan del diseño del lábaro
hacen hincapié en los cambios que tiene ese animal y se repite la vieja historia que se
atribuye al dios Huitzilopochtli, de encabezar aquella marcha que sorprendió a un águila
devorando a una serpiente. El águila ha sido modificada siete veces y a la serpiente de una
tranquila culebrita de agua dulce, la cambiaron por una víbora venenosa quizá para darle
más realce a la que se la está comiendo. La polémica creada el pasado 18 mencionado
sobre la ausencia de la bandera grandota en el Zócalo, y las diatribas elevadas por quienes
querían acusar al gobierno de esconderla, en realidad, como se dijo arriba, añoraban a la
perversa águila con la que se identifican, porque así fue su palabrerío posterior a ese hecho:
parecía que estaban exhibiendo las garras de quien busca asaltar el poder.
EL POETA TABASQUEÑO CARLOS PELLICER SE INCLINÓ ANTE NUESTRO LÁBARO
Carlos Pellicer en su poema La bandera mexicana, nos dice todo lo que deberíamos de
saber del símbolo mexicano que tanto ofenden algunos con sus hechos, aunque
hipócritamente exigen que se les ponga enfrente:
La bandera mexicana
verde, blanca roja,
en sus colores aloja
la patria en flor soberana.
Cuando en las manos tenemos
nuestra bandera,
es como tener entera
agua, naves, luz y remos.
Paz, trabajo amor y fe,
son de mi bandera el cielo.
Yo quiero por todo anhelo,
digno de ella estar al pie.