Indicador político
En busca de renacer; la humanidad en un accidente
Con sus contradicciones, el Diccionario de términos literarios y artísticos (Editorial
América, 1990, Cali, Colombia) te lleva a la creatividad de ese mundo del pasado que aportó
algo a la naturaleza, como decían algunos creadores, aunque lo hayan tomado de la propia
naturaleza. Alrededor de 900 términos sintetizados cubren el libro, con vocablos de música,
pintura, poesía, técnicas narrativas, estilos artísticos, etc.
Lo tomé de mi centenar de libros en el doloroso enfrentar de un absurdo accidente de
tránsito que me dejó inválida por unas semanas. La lámina del carro que sentí en mis mejillas
no sé si lo habrían descrito como un accelerando en el Renacimiento, como lo fue el pasado
28 de diciembre. El acelere de un vehículo, de una joven conductora imprudente, me lanzó
con violencia al suelo y me rompió la cadera izquierda. Eso me llevó a reconocer un mundo
donde el dolor también está descrito.
Terminajos poco atractivos definen la belleza del arte
En el recorrido palabra por palabra del diccionario de cerca de 400 páginas, se va
exhibiendo la inmediatez de los términos, a veces muy feos, surgidos quizás de la primera
impresión de un movimiento, género o estilo. O fusiones de términos que dieron un nombre
nada artístico, como anacoluto, construcción defectuosa; anagnórisis, para reconocer el
talento de alguien o antibraco, tipo de métrica latina, por ejemplo. Pero los nombres
evidentes son muchos, el abstraccionismo como su nombre lo indica, barcarola que alude a
la música de barqueros, barroquismo que denomina buena parte del barroco que tanto
menciona el libro; espiritualismo, esoterismo, los llamados realismos, tradicionalismo,
tremendismo y decenas y decenas de ismos que evidencian en el nombre, si bien
descriptivo, la poca creatividad en sus términos.
Diccionarios que usan la ideología para desacreditar
En general los diccionarios son fríos en sus descripciones en la línea clara de ser solo
informativos. El diccionario mencionado, cuya publicadora principal está en Miami, aprovecha
las definiciones para dar golpes ideológicos. Simples ejemplos son los términos arte
comprometido y arte proletario, le dan fuego a su poco profesional tarea, no digamos cuando
se refiere a los realismos, entre ellos el realismo socialista, que de entrada consideran una
contradicción, porque una definición no puede, señala, “adscribirse dentro de una filiación
ideológica o política determinada”. A reserva de ampliar esta concepción, en torno a los otros
dos conceptos, hay una especie de burla de los autores sobre la probabilidad de que tanto el
arte comprometido como el arte proletario hayan aportado arte alguno.