Indicador político
Creencias, Pro y la trampas de la fe
Octavio Paz escribió sobre las trampas de la fe que le tendieron a Sor Juana Inés de la
Cruz, en la iglesia católica. Pero muchos otros, uno de ellos el revolucionario sonorense
Álvaro Obregón, fueron víctimas de las mismas. Las creencias son un derecho natural que
las leyes reconocen y las hacen vigentes. La Constitución mexicana de 1917 las reconoce
como derecho fundamental vinculadas a los derechos humanos. Usarlas en contra de esos
derechos humanos, es un contrasentido. Y por lo tanto un delito grave. Los hechos históricos
que hablan del uso de las creencias, en este caso religiosas, para eliminar a los que están en
contra de esas creencias, tenían que ser castigados y no pueden ser usadas como ejemplo
público cuando han sido utilizadas para hacer una agresión a la vida. El famoso caso del
sacerdote Miguel Agustín Pro Juárez, que conspiró y apoyó en asociación delictuosa el
atentado contra el revolucionario, no es ningún ejemplo a seguir. La propia iglesia católica a
la que pertenecía Pro Juárez, rescató su memoria y la llevó a la Santa Sede para configurar
un icono de martirio, cuando lo que hubo en evidencia fue un intento de asesinato que se
concretó ocho meses después con la persona de José León Toral. Pro y sus cómplices de la
Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa y más tarde el propio León Toral, fueron
fusilados.
UTILIZAN NOMBRES DE PRESUNTOS MÁRTIRES, PARA DEFENDER INDICIADOS
Andrés Manuel López Obrador hizo una acusación directa contra el Centro de Derechos
Humanos Miguel Agustín Pro (CentroProdh) y la Provincia Mexicana de la Compañía de
Jesús, por haber defendido según dijo, a procesados dejados en libertad por el Poder
Judicial, cuando había acusaciones graves sobre ellos, en torno a los 43 de Ayotzinapa.
Fuero liberados más de 70 de ellos, por presuntas torturas y abogados de ese centro les
prestaron apoyo jurídico. A la par que exigían solución al caso de los estudiantes, apoyaban
y defendían a los presuntos victimarios, señalo el Presidente. El mencionado organismo tiene
de funcionar 35 años haciendo labor social. Y al utilizar el nombre de un agresor en el caso
del caudillo Obregón, consideró sus propias creencias, sin tomar en cuenta la sensibilidad
de las personas, incluso católicas, que estaban y están con el movimiento revolucionario y
reconocían a ese caudillo como liberador de las garras del porfiriato. Y al hacerlo el
organismo y otros del contexto católico, han partido de considerar inocente a Pro, pero las
pruebas están claras, se exhiben por muchos años, hay direcciones de la casa de
confabulación donde se reunían y además de que el carro de donde se produjo el atentado
contra Obregón, era de uno de los hermanos de Miguel Agustín, llamado Humberto. En el
ataque posterior, realizado sobre el ex presidente de México que se había reelecto y tomaría
posesión en diciembre de 1928, estuvo relacionada también una monja, María Concepción
Acevedo de la Llata, la llamada madre Conchita. En ese caso los hechos fueron tan claros y
evidentes, que los católicos se resistieron de usar el nombre de los involucrados cuando el
caso de Pro era de la misma intención, pero no cuajó.
RESPUESTA QUE DESLINDA CULPABLES PARA CENTRARSE EN MILITARES
La denuncia pública de López Obrador fue reconocida por el CentroProdh al aceptar que si
se ha apoyado a personas que han sido involucradas y dejadas libres en el caso 43. Y de
hecho el organismo quiere recalcar su humanismo para apoyar a presuntos torturados y
prefiere centrar la acusación en el ejército. Y lo mismo parodiando a los opositores a los que
apoya la iglesia católica, habla de impunidad, violencia y encubrimiento sin tocar para nada a
los verdaderos culpables de los sexenios pasados. Lo que se capta que está haciendo el
centro, es lo mismo que hizo con el padre Pro. Deslinda a los culpables, cuyas pruebas eran
muchas, a partir de una concepción de inocencia que involucra la impunidad y la aceptación
de que se puede atentar a muerte contra alguien, como hicieron Pro y sus cómplices. El
derecho a promover sus creencias a partir de diligencias sociales que ellos mismos se han
impuesto, no puede rebasar los principios que emanan de la Constitución cuya base
primordial es el respeto a la vida.