Gobernante o régimen
FRUTO. En el mes materno, un asunto crucial
Teresa Gil
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La periodista y escritora Daniela Rea Gómez, presenta su libro Fruto, sobre el cuidado. Es
raro que el asunto del cuidado sea sometido a investigación. En este caso me refiero al
cuidado infantil y a esas etapas en la que los niños son cuidados por un adulto, por lo general
la madre, que a su vez fue cuidada en esa prolongación de fechas en la que vive el ser
humano. Cuidar es un verbo muy amplio, de tantas connotaciones, que a su ausencia
podrían señalarse las desapariciones, la falta de salud, la ignorancia, la pobreza y agregaría
mucho. Sin dejar el autocuidado. En esa trayectoria desde luego entrarían no solo las
familias y los maestros, sino inevitablemente las autoridades que tienen la obligación de
cuidar a sus gobernados. Pero Daniela se centra en esa obligación impuesta o auto impuesta
a las madres de familia de cuidar a sus hijos. Más en condiciones de absoluta protección del
hijo, cuando acaba de nacer y en los meses siguientes, en los que la prolongación de la vida
depende ciento por ciento de un adulto. Fuera de condiciones especiales, la obligación recae
en la madre o las abuelas.
EN UNA SOCIEDAD CONVENCIONAL, LAS MUJERES SON PARIDORAS Y CUIDADORAS
Ya las dos condiciones de este subtitulo, están profundamente discutidas y en muchos casos
negadas por mujeres, ¿Pero que pasa cuando se sigue el camino tradicional por gusto,
placer o necesidad? Daniela se encontró un día, con que tenía que cuidar a su primera hija
Naira y no solo entró en pánico sino que descubrió ese verbo que algunas veces había
usado, pero que ahora consideró necesario utilizar, el del cuidado de un ser humano. En su
fragilidad, entraron las preguntas y las contradicciones. Desde el 27 de marzo 2014 cuando
nació Naira, se ven en el libro los apuntes de un diario que se terminan en la página 380 de
ese libro, con un mensaje de final feliz, cuando la pequeña Naira, ya de ocho hermosos años,
la ayuda a preparar este libro editado por la UAM Xochimilco en noviembre de 2022. El
mensaje a veces obsesivo, porque otras mujeres tienen una percepción diferente del
cuidado maternal, la periodista y escritora que no deja de serlo mientras transcurren esos
ocho años, señala una profundización del cuidado en madres que de pronto tienen en sus
manos un valor preciado y deben ejercerlo, quiéranlo o no ¿Que será de su libertad a partir
de ese momento y para siempre? ¿Y será justo dado que la autora menciona varias veces el
llamado patriarcado?
CATORCE VOCES CONVOCADAS, EXHIBEN LA SITUACIÓN DE LA MADRE MEXICANA
Daniela es una excelente escritora. Nacida en Irapuato, a sus 41 años lleva escritos cuatro
libros y editado otros. Ha sido Premio nacional de periodismo y por tres ocasiones ha
recibido el Premio Gabo de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y también el
premio alemán de periodismo 2021. Ha dirigido el documental No sucumbió la eternidad. Es
pues una destacada periodista y escritora que transita por el cine. En sus dudas y
contradicciones iniciales ante el primer nacimiento, después tuvo otra niña Emilia, decidió
tomar el toro por lo cuernos y escuchar a otras mujeres. Primero le preguntó a su mamá
sobre su propio nacimiento y el origen de ella misma, después convocó a otras voces de
diferentes situaciones, mientras ella insertaba parte de su diario y además interesantes
puntos de vista de personajes diversos, feministas entre ellas. Por ahí leímos a la Nobel Toni
Morrison por ejemplo, y a muchas, para acercar y dar hechura teórica al tema que la ocupa,
el del cuidado. Yo le doy la voz a ella para que nos explique quienes la ayudaron con sus
experiencias y convergentes preocupaciones, a penetrar en la profundidad de este
interesante libro.
LA AUTORA MENCIONA A LAS MUJERES QUE TRANSITAN POR SU LIBRO
“Es un libro transgeneracional porque participan abuelas, madres, hijas y hermanas. Aquí
está la historia de Jenny, una adolescente que arrojó una cazuela de aceite hirviendo a la
espalda de su padre, para salvar a su madre. De Rosalba, que intenta cuidar a su hija sin el
maltrato con el que ella fue criada. De Avelina que sueña constantemente con un bebé
abandonado por esa sensación de no haber cuidado a sus hijos. De Mónica, que eligió entre
trajes viejos y roídos el que vestiría el cuerpo de su madre tras morir por suicidio. De Channi
que se hizo madre de nuevo cuando debió criar a los hijos de su hija desaparecida. De Betsy,
que juega con los hijos de su tía asesinada. De Mariela que crió a un hijo producto de una
violación. De Fernanda, que aprendió a protegerse de los abusos con travesuras escolares.
De Laura cuya madre le cortó las largas trenzas porque no tenía tiempo para cuidarla. De
Alejandra que cuidó la muerte de su madre enferma”.