Indicador político
85 años petroleros. El gran don Lázaro y aquella anécdota
Teresa Gil
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El petróleo y el libro tienen en común la amenaza de su sustitución. Y ambos se aferran a
una existencia que impone cosas nuevas, otras energías y la lectura digital. Pero como a los
grandes amores, siempre duele dejarlos. Muchos son los libros que se escribieron después
de aquella Expropiación Petrolera que cimbró al país, pero que pese a las alharacas de las
compañías petroleras extranjeras, no distrajo al viejo mundo de sus preparativos de guerra.
La mala suerte de dos gobiernos progresistas del siglo pasado y éste, es que una
eventualidad distrajo lo que pudo ser de mayor profundidad: Lázaro Cárdenas con la guerra
mundial encima y AMLO, el año anterior, con la pandemia. Pese a ello, los grandes aportes
del general michoacano en lo que fue la nacionalización del petróleo y de los ferrocarriles, la
educación con enfoque diverso al convencional, su estímulo al ejido y a la propiedad
comunal y su apoyo al sindicalismo comprometido desligado del blanquismo, dejaron, con
otros aportes, una línea histórica bastante elevada. Hay que agregar la enorme muestra de
solidaridad con la república española y el asilo que dio a más de 40 mil expulsados por el
franquismo. Respecto a AMLO, todavía hay tiempo y por lo pronto ahí va. Aunque diferentes
en algunas posturas, ambos coinciden en el apoyo popular y en las agresiones que en
determinados momentos se ensañaron y ensañan con sus gobiernos. El de Joe Biden en el
caso actual, merodea en torno al gobierno mexicano, pero lo que sea de cada quien, el
presidente Franklin D. Rooselvet se negó a darle apoyo a las petroleras y aplicó la ya
histórica doctrina Estrada (Genaro Estrada Félix 1930) de no injerencia en otros países.
LIBROS QUE RESALTAN LA GRAN HAZAÑA PETROLERA DE MÉXICO Y A SU ADALID
Durante 85 años, la Expropiación Petrolera se ha mencionado en México como uno de los
grandes acontecimientos nacionales, hecho que derivó en varias formas de impactar al país.
Muchos gobernantes lo utilizaron para provecho propio y esa gran riqueza no impidió que
alrededor de 70 millones de mexicanos vivan en pobreza y algunos en pobreza extrema,
mientras los administradores del petróleo se hicieron ricos, viven como reyes en otros países,
sus hijos se educaron en los mejores colegios y el oro negro exhibió su descontento de vez
en cuando, en las negruras de algún agua contaminada. De los muchos libros que se han
escrito en torno a este acontecimiento, resalto tres, que sería importante redescubrir, no solo
por lo que significó aquel hecho, sino porque dejan en nuestras mentes que las grandes
cosas que se realizan deben tener un fin social que en este caso todavía se puede aplicar.
Aún hay petróleo. La biografía de Lázaro Cárdenas fue escrita por el que fue su secretario de
educación Jesús Romero Flores (edición del IPN, Costa Amic 1972). Su hijo Cuauhtémoc
hizo un homenaje un tanto tardío a su padre, en 2016 (Cárdenas por Cárdenas, Debate
Editorial) y el general, aparte de sus epistolarios, fue autor de memorias publicadas pero
cuyos originales al parecer tiene en sus archivos el Instituto Nacional de Antropología e
Historia. El diario Unomásuno hizo un suplemento especial en 1980, en el que se publicaron
cinco entrevistas que yo les hice a personajes que vivieron de cerca ese acontecimiento, uno
de ellos como protagonista Jesús Silva Herzog, asesor de Cárdenas. Los otros son los
escritores Juan de la Cabada y Renato Leduc, el líder comunista Valentín Campa y el
economista Ricardo Torres Gaytán. Con ellos publiqué mi libro ¿QUE PASÓ CON AQUELLA
EXPROPIACIÓN ? (Groppe febrero 2023)
LA GRANDEZA EN UNA ANÉCDOTA. CÁRDENAS EN EL VALLE DEL YAQUI
Al frente de la Comisión del Rio Balsas, el general Lázaro Cárdenas solía ir seguido a los
valles del Yaqui y Mayo en Sonora. En uno de los viajes de AMLO a esa zona, invitó a
Cuauhtémoc Cárdenas a acompañarlo en su recorrido, quizá para llevarlo al recuerdo de
aquel Cárdenas que transitó tantas veces por esas tierras fértiles. Cerca de los años sesenta,
como adolescente de secundaria, asistí a un mitin acompañada de otra niña con el fin de
vender votos para un reinado. Miembros de las etnias y políticos acelerados por la presencia
de un personaje, llenaban un enorme galerón a la hora de la comida y otros permanecían
afuera esperando las palabras de Cárdenas. La otra niña y yo subimos a un tapanco donde
comían aislados el general y el entonces gobernador de Sonora Álvaro Obregón hijo. El
general al ver a aquellas niñas preguntó si ya habíamos comido y pidió que nos sentáramos.
A continuación llamó a uno de los funcionarios que estaban cerca al pendiente, y le dijo que
buscara a los familiares de aquellas niñas. Mientras comíamos, el ex presidente preguntaba
si estábamos bien servidas y seguía platicando con Obregón. El funcionario regresó diciendo
que había encontrado a la madre de una de las niñas (mi amiga) y entonces Cárdenas le
ordenó en tono tajante que nos hiciera entrega formal a la madre y que cuidaran de que no
estuviéramos solas ni un momento “en medio de aquel hombrerío”. A lo largo de los años no
pude dejar de pensar en aquella actitud, cuidadosa y vigilante de un hombre que había
tenido los destinos de la patria y circulaba por el país tratando de equilibrar los recursos en
manos de campesinos e indígenas, para cuidar a dos niñas ingenuas que ignoraban a lo que
se exponían.