Teléfono rojo
No es el PRI, sino su dirigente real, Rubén Moreira quien ha traicionado al bloque opositor. Era cuestión de tiempo. De por medio no van ideales, diferencias legítimas con los socios opositores o la convicción de que los militares deben realizar labores de policías. La deserción del bloque opositor y su moratoria constitucional se explica en el intercambio de favores: voto legislativo a cambio de impunidad. Simple y llanamente.
De mala forma Alejandro Moreno se ha involucrado en el debate al cuestionar el derecho de sus asociados a pedir que cumpla el acuerdo de la moratoria. Los diputados tricolores son un bloque de origen diverso, por eso no prosperó el voto por la reforma constitucional para la industria eléctrica. Quedará a prueba su cohesión en el acompañamiento de la iniciativa de extender por cuatro años más la militarización de la Guardia Nacional, a contrapelo del voto por unanimidad en 2019, que debería terminar en 2024.
Con la propuesta de Rubén Moreira no sólo la militarización de la Guardia Nacional está de por medio; más grave y preocupante es la militarización del país. La reforma de 2019 determinaba en sus transitorios que la actuación de las fuerzas armadas debería precisar lugar, tiempo y razón de su temporalidad y excepcionalidad. No ocurrió así y el presidente, sin facultades y por acuerdo administrativo, resolvió que no tuviera que darse cuenta al respecto; por encima de la Constitución.
Es posible que el PAN ahora entienda que es el enemigo de Rubén Moreira, quien invariablemente ha apoyado con su voto como diputado, desde la pasada legislatura las posturas de López Obrador, incluso la de realizar en un mismo momento la elección intermedia y la revocación de mandato, acabar con la reforma educativa o votar a favor de la prisión preventiva oficiosa en 2019. Cualquier panista de Coahuila puede dar cuenta de los odios de Moreira al PAN.
Parar en la Cámara de Diputados el retiro de la protección procesal a Alejandro Moreno será gravoso para el panismo. El pasado 3 de septiembre se integró la Sección Instructora a cargo del asunto, con dos de Morena, José Elías Lixa del PAN y Rubén Moreira por el PRI. Conceder impunidad al exgobernador de Campeche dependerá del voto del PAN, cuya decisión representa elevado costo político y electoral.
El presidente obtiene lo que pretendía de los dirigentes del PRI. Falta ver si sus correligionarios en la Cámara de Diputados acompañan la propuesta de militarización del país. Por su parte, en el Senado, la mayoría o todos los tricolores votarían contra el proyecto de los diputados. En realidad, Moreira le cumpliría a López Obrador y, paradójicamente, la impunidad para él y Alito se materializaría con el favor de Acción Nacional.
¿La traición rompe con el bloque opositor? No necesariamente. PAN y PRD deben diferenciar a la dirigencia del conjunto del partido. Es evidente que en la Cámara de Diputados y en el CEN del PRI manda Rubén Moreira, a cuya cuenta corre la traición, no del partido. Desde luego no incluye a los gobernadores de Estado de México y Coahuila, tampoco a los senadores y muchos otros en la dinámica de alcanzar un acuerdo opositor para enfrentar al adversario común. Las negociaciones deberán continuar y lograr un entendimiento que les permita celebrar coalición para 2023 y 2024, situación nada sencilla porque todo anticipa que el próximo año los respectivos candidata y candidato serían del PRI.
La traición estaba cantada. La dirigencia del PAN se regocijó en exceso cuando Alejandro Moreno anunció su rechazo a la reforma constitucional en materia de energía eléctrica. No advirtió que era porque Moreira no contaba con los votos de los diputados del PRI. Ahora, ante la determinación, no del presidente tampoco de la gobernadora de Campeche, sino del fiscal Renato Sales y la solidez de la evidencia por enriquecimiento ilícito, después de la traición de que fue víctima el PAN, ellos mismos estarán obligados a que el acusado se mantenga impune.