Teléfono rojo
La marcha celebrada ayer en la CDMX, encabezada por el presidente López Obrador, recuperó para Morena la figura de su líder social.
La marcha no es un evento para medirse por su asistencia y
menos para compararla con otras recientes.
En principio fue para ver la resistencia física del primer
mandatario. Una resistencia física que sus malquerientes,
personajes a los que el político de Macuspana gusta llamar
escenográficamente sus “adversarios”, han cuestionado hasta
convertirla en un asunto de seguridad nacional, seguirá
siendo un elemento de debate en el desarrollo de las
actividades electorales que ya están en su despegue
definitivo.
López Obrador aguanta esa marcha y otras que pudieran
venir sin que exista el riesgo de que se conviertan en un
elemento disruptivo del acontecer nacional.
Políticamente medida, la marcha de ayer fue un ejercicio de
resistencia después de todo el fuego mediático que, sobre
todo en los meses recientes, ha sido lanzado sobre la figura
presidencial.
Es imposible que uno deje de considerar que al primer
mandatario se le tiene que tomar el pulso de acuerdo a la
expresión lo popular manifiesta en caricaturas o memes,
como ejemplos de un sentir ciudadano inocultable y no solo
en las amorfas mediciones de sus niveles de aceptación.
Para el presidente López Obrador la marcha representó un
reto de resistencia en la calle.
Y, sin duda, de el evento de ayer en particular salió airoso.
La pregunta es si cómo líder social ampliamente reconocido,
será capaz de trasladar ese reconocimiento a los que serán
sus candidatos en el año 2024.
Existe la versión de que López Obrador pudiera pedir licencia
a su cargo de presidente para apuntalar las campañas del