Libros de ayer y hoy
Bien dice Enrique Quintana, la política es como es y no da para el reclamo quienes deciden nadar en aguas inciertas y bravas. A Beatriz no le debe sorprender la declinación de Creel, tan así que en el primer foro lo encaró para que continuara. El PAN cierra filas y la tlaxcalteca estará para dar la batalla a nombre propio, de un partido en serias dificultades y pagando caro las cuentas que debe el gobierno más corrupto en la historia del país, el mismo que la exilió a Brasil y que dio lugar al accidente histórico, el arribo de AMLO.
Cuatro errores acompañan la decisión de Santiago de declinar. El primero, de él mismo, hacerlo a destiempo y a partir de un sentido partidario que reavivó lo que con mucho esfuerzo se había superado, que la disputa no se volviera asunto de partidos. El segundo viene del mismo dirigente del PAN, debió tener la prudencia de la que careció Alejandro Moreno, sobre todo porque la virtud mayor de Xóchitl era su calidad de candidata de los ciudadanos, ahora es del PAN. Otro error viene de Guadalupe Acosta, la vertiente ciudadana, si así se le puede calificar, debió mantenerse hasta el último como garante de imparcialidad. El cuarto y más grave es de la propia Xóchitl al hacer coordinador de campaña a Creel. El PAN se queda con todo y eso es la negación del Frente y de la propuesta del gobierno de coalición. Ganar sin el PRI es imposible, si los priístas no se sienten representados votarán por Morena, independientemente de lo que hagan o digan sus líderes.
Propio de Beatriz Paredes es asumir las cosas como son, como es la política, como son los intereses que juegan de por medio. Su experiencia, integridad y solidez intelectual le dan para encarar con serenidad todo tipo de escenario, favorable, adverso o incierto. Ella ha ganado mucho en estas semanas, más que cualquiera. Le ha venido bien estar en la atención pública después de seis años de exilio y cinco en la penumbra obligada por la circunstancia partidaria. Creel también ha ganado, pero no con los suyos, sino con los simpatizantes y quienes respaldan a Xóchitl. Enrique de la Madrid ha dado muestra de entereza poco comunes y es una pena que él no haya estado en la terna y sí Creel quien decidió bajarse por razones de lealtad partidista. Una paradoja, lo mejor en términos de ética política viene de dos priístas.
A estas alturas de la contienda dos cosas fundamentales quedan en claro: que la sinergia entre ciudadanización y partidos es fundamental para la credibilidad y eficacia; segundo, es la suma de la diversidad lo que puede hacer posible la victoria ante un adversario poderoso, decidido a acabar con las reglas de la coexistencia democrática, resuelto a emplear todos los medios a su alcance para lograr imponer el régimen autoritario y habrá de estar a merced del constituyente al abrir la próxima legislatura federal.
A quienes en la oposición han encendido la llama de la fractura por la descalificación moral del otro, justo lo que hace López Obrador, deberán entender los términos de la lucha y de lo que se requiere para contener la amenaza que sobre todos se cierne. Mucho se ha logrado con el Frente, así ha sucedido porque se han podido conciliar intereses, valores y perspectivas del poder. No ha sido fácil. Sería una falta mayor comprometer lo alcanzado y las condiciones necesarias para ganar la batalla que importa por la mezquindad, el prejuicio y el sentido faccioso, es decir, que prevaleciera el López Obrador que todos llevan dentro, tufo que acompaña a la manera como se ha procesado la declinación de Creel.
Lo mejor que ha ocurrido en el Frente ha sido la autenticidad de la contienda. No hay experiencia reciente que remita a un ejercicio de tal naturaleza. Los jugadores de una o de otra forma han participado conforme a las reglas, incluso las reservas y diferencias -algunas públicas, otras discretas- se han podido resolver como debe ser, aclarando y probando que se ha actuado de manera correcta y que el resultado final reflejará lo que cada uno a su modo pudo hacer para ganar. Viene lo más complicado, darle veracidad y vigencia no sólo a la unidad, sino a un sentido de proyecto común a partir de las evidentes diferencias de quienes participan e integran el Frente Amplio por México, si la ganadora no lo entiende, recreará las condiciones de su propia derrota y con ella la del proyecto común.