Indicador político
De siempre México y Estados Unidos han sido codependientes, mucho más de lo que se piensa y dice. No todo es producto del entendimiento entre las autoridades, sobre todo, para un vecino cuya poderosa economía vuelve a sus gobiernos y sus representantes legislativos subordinados de los intereses económicos, evidente en el financiamiento de campañas y en sus posturas y definición de prioridades.
Un factor crucial para el país vecino y en menor medida para Canadá ha sido la migración legal e ilegal. La competitividad de ambas economías y sus fortalezas no se entienden sin la significativa presencia de una fuerza laboral con destacada presencia de migrantes. Hay que dar una vista a la norma 1 en las 10 Reglas de las Naciones Exitosas de Ruchir Sharma para entender lo que la migración representa para EU.
Sin embargo, que los flujos migratorios sean crecientes, ilegales y desordenados ha creado presiones mayores al aparato político. El populismo norteamericano se alimenta de la frustración de muchos trabajadores nativos por sentirse afectados en su ingreso y estabilidad laboral, no todo imputable a la migración ni al traslado de plantas al extranjero; la automatización ha cobrado impacto, así como la transformación estructural de la economía norteamericana y la del mundo. Pero en el imaginario popular el señalamiento causal de las dificultades se ha remitido a la migración ilegal.
México requiere de una visión diferente al tema migratorio. La pérdida de capital humano y la sangría de talento que sufren sectores y regiones se deben a una economía incapaz de ofrecer oportunidades laborales y de bienestar. Situación que empeora por la dependencia de la migración ilegal, acentuada por los significativos y crecientes envíos de dinero de los mexicanos en EU a sus lugares de origen. El gobierno mexicano aplaude y agradece; pero es un drama social de migrantes en condiciones de adversidad, familias fracturadas y remesas de dólares por el flagelo de la pobreza en el país.
La codependencia también es en términos de seguridad. México ha sido un vecino confiable. Preocupa la venalidad de sus fuerzas de seguridad, particularmente las del orden local, y la manera como el crimen organizado se apodera de territorios, instituciones, negocios y gobiernos. La apuesta del vecino se dirige no propiamente a combatir ni a acabar con el crimen o el tráfico de droga, sino a su monitoreo con el deseo de regular y evitar que la inseguridad sirva al terrorismo islámico. Por esta consideración el gobierno de EU ha privilegiado la inteligencia, la infiltración y las detenciones con propósitos de obtener información, no particularmente sancionar al delincuente.
EU requiere que México funcione en la lógica de las poderosas necesidades económicas globales. El TLCAN significó un antes y un después. El país se modernizó y obtuvo ventajas significativas. Su renovación en años pasados amplía el espectro de su impacto social, económico, jurídico y político. Las diferencias son inevitables, pero es importante que sean resueltas al menor costo posible. Por razones ideológicas el gobierno de López Obrador insiste en el estatismo en materia energética que, además absurdo en términos económicos y ambientales, contraviene al Acuerdo.
El entendimiento político entre los vecinos siempre es posible. El problema ahora es que López Obrador actúa bajo premisas disfuncionales al orden económico que prevalece en el mundo y al curso de la transformación. Las concesiones del gobierno norteamericano al peculiar presidente mexicano pueden ser muchas en la medida en que se salvaguarden los intereses norteamericanos. El problema es que en ese contexto no hay una representación eficaz, pragmática y realista de los intereses de México.
Una de las características de la diplomacia es generar una idea de mundo feliz donde prevalece el acuerdo, la cordialidad y el apoyo mutuo en ocasión de los encuentros presidenciales. Hoy no será la excepción; la lectura de las letras pequeñas tarea del especialista, del trabajo de investigación periodística o de filtraciones podrán dar una mejor idea de lo que realmente ocurra. Los explícitos símbolos de entendimiento y condescendencia están a la vista: la detención de Ovidio Guzmán, la virtual aceptación del traslado masivo a territorio nacional de migrantes ilegales expulsados de EU y la recepción de López Obrador a Biden en el AIFA. Es preciso decirlo, son acciones propias de una desigual codependencia. Obligado cuestionarse ¿cómo le corresponderá el vecino?