Indicador político
José Manuel del Río Virgen salió de prisión el pasado 17 de junio, abandonó un lugar
donde nunca debió haber estado. Fue víctima de un sistema hecho para fabricar culpables
ante la incapacidad de dar resultados, de sancionar a los reales culpables de los delitos.
Sin ninguna prueba, ni una sola, fue aprehendido acusado por la presunta autoría
intelectual del homicidio de Remigio René Tovar Tovar, quien fuera candidato a la
presidencia municipal de Cazones de Herrera.
Casi 200 días estuvo en prisión, y desde el inicio levantó la voz de los indignados, no sólo
de los actores políticos con quienes convivía, como Dante Delgado y Ricardo Monreal, si
no de familiares de víctimas en Veracruz, que ven a sus seres queridos encerrados por
delitos que no cometieron, los ven privados de su libertad por venganzas, o porque
estuvieron en el momento equivocado y la policía decidió manipular las leyes para sus
bajezas.
Posiblemente estos días nadie se los recuperará a José Manuel, pero estoy convencido
que no fueron en vano. Su caso hizo visible la forma más corrupta y deleznable que existe
en México, porque es una que está disfrazada, que simula, que muerde escondido, que
usa las leyes para beneficiar a unos cuantos, y que nadie nota hasta que es víctima.
En su encierro, participé en la conformación del Movimiento por la Justicia, cuya misión
era poder brindar ayuda a los veracruzanos que estaban presos por un autoritarismo
salvaje, por el delito de “ultraje a la autoridad” que es simplemente que te podían
aprehender si la policía consideraba que habías cometido una falta en perjuicio de ellos.
Me alegra haber escuchado a José Manuel del Río en la reunión de la Junta de
Coordinación Política del día de ayer, donde señaló que estaba “feliz” porque algunos
presos ya habían conseguido su libertad, entre ellos un muchacho de 18 años.
Si no se hubiera cruzado en su camino, posiblemente su prisión sería de décadas, truncándole
toda una vida.
Como este caso hay muchos. Yo mismo he compilado información de mexicanos
injustamente presos, de autoridades que inventaron pruebas, que construyeron chivos
expiatorios con tal de cumplir con intereses oscuros, que eligieron al azar a personas para
fastidiarles la vida, como fue el caso de Manuel Valdovinos, acusado del homicidio de una
persona que seguía con vida, pero en su momento la policía necesitaba culpables y le tocó
a él.
Ellos son muestra de que existen autoridades no sólo incapaces de garantizar seguridad, si
no que son los que provocan estados de miedo, como es el caso del gobernador
Cuitláhuac García de Veracruz, pero como él, hay tantos casos en todos los niveles. Todos
ellos los estamos documentando y presentaremos en su momento.
Celebro la libertad de José Manuel del Río una fecha antes del Día del Padre, porque estoy
seguro que la pasó con quienes merecen los hombres justos, honrados y comprometidos.
Pero este caso me trae a la mente una historia que nos mueve como comunidad LeBarón,
el día de la masacre de mi familia, una niña se fue del lugar para buscar ayuda para sus
hermanos y madre herida, caminó kilómetros, con un pie descalzo, por caminos
terregosos, con fauna acechando, cuando la encontraron lo primero que dijo fue
“regresemos por ellos”.
Después de vivir lo peor, quedan grandes lecciones. Como mexicanos, regresemos por
ellos.