
Teléfono rojo
¡RIDÍCULA DOBLE MORAL “CHAIRA”!
Como seguramente saben, el mote “chairo” es un sustantivo despectivo que acuñó la voz popular para identificar a los fanáticos, necios, aferrados o, de plano, alucinados con un ideario político, un partido o, incluso, una “religión partidista”.
En su origen, el sustantivo “chairo” se acuñó para motejar “las masturbaciones mentales” –las chairas mentales–, de seguidores de las mal llamadas izquierdas mexicanas y, en especial, de los adictos a la “doctrina lopista” y al Partido Morena.
Hoy, en el segundo gobierno federal de Morena y cuando más de la mitad del país está en manos del partido de Obrador, el sustantivo despectivo “chairo” ya tiene una identidad propia, al grado de que no son pocas las ocasiones en que los gobiernos del partido oficial usan a “las legiones de chairos” para imponer una ocurrencia política, para atacar a los opositores y, sobre todo, para difamar y calumniar a los periodistas independientes y críticos de los fallidos gobiernos de Morena.
Pero también es cierto que la “identidad chaira” va más allá de un líder o de un partido. Y es que, a querer o no, los “chairos” están emparentados con aquellos mexicanos que tienen escasa preparación, una ambición sin límite, mucha ilusión y, en especial, nula razón.
Además, y por increíble que parezca, las “legiones de chairos” están en todas las actividades imaginables; se les identifica en la academia, la empresa y en el periodismo; entre “intelectuales” y directivos de medios y hasta entre desprestigiados políticos que han saltado de partido en partido.
Pero también es cierto que, en sí mismo, el mote “chairo” se ha convertido en un insulto que, gracias a las redes sociales, identifica a toda una tipología de bots que –a ciegas, sordas y con nula ortografía– defienden a ultranza a los políticos del partido oficial y, en especial, a sus “narco-gobiernos” y “narco-políticos”.
Y es que los “chairos” son fanáticos del pensamiento único, del odio a todos aquellos que se atreven a pensar distinto, además de que defienden lo indefendible; se aferran a lo políticamente correcto y no ven nada malo en la escandalosa corrupción de los gobiernos de Morena y tampoco en la perniciosa alianza de esos gobiernos con los cárteles criminales.
Peor aún, los “chairos” se prestan para ocultar atrocidades como las cometidas en el “rancho del exterminio”, en Teuchitlán, Jalisco.
Y precisamente viene a cuento el breviario “chairo” porque, a lo largo de la última semana vimos a decenas de “chairos” empeñados en negar la realidad del “rancho del exterminio” y hasta llegaron al extremo de organizar una visita a la escena del horror, no sólo para engañar a los mexicanos, sino para ocultar las atrocidades.
Sí, mediante un grosero “montaje” ordenado desde Palacio, un puñado de “chairos” del periodismo –de farsantes a sueldo–, se prestaron no sólo para acudir al “rancho del exterminio”, sino para negar lo que el mundo entero había visto en esa casa del horror.
Es decir, resulta que paleros a sueldo y dizque periodistas, fueron llevados al rancho de Teuchitlán, luego que el lugar fue “limpiado”, para que atestiguaran que nunca existió el “rancho del exterminio”.
Y, en efecto, con esa “ridícula doble moral chaira” los “periodistas a sueldo” aparecieron en la mañanera del lunes 24 de marzo del 2025, para decirle a la “señora presidenta” y al mundo que ellos nunca vieron nada en el “rancho de las atrocidades”; un centro de exterminio que, según esos paleros, nunca existió.
Pero ese sólo era el principio, ya que periódicos como La Jornada –entre muchas otras empresas mediáticas vendidas, como Milenio–, hicieron el ridículo de cambiar hasta en dos ocasiones su postura frente a lo ocurrido en el “rancho del horror”.
Sí, por si lo han olvidado, el diario La Jornada –entre muchos otros–, fue uno de los primeros medios que reveló las atrocidades en Teuchitlán, pero también fue el primero en retractarse, luego que desde Palacio “les jalaron las orejas” a sus directivos.
Incluso, La Jornada llegó al extremo de negar, en su editorial institucional, la existencia de las atrocidades cometidas en el rancho de Teuchitlán, Jalisco.
Al final de cuentas queda claro que tanto los políticos, como los gobernantes y periodistas afines al Partido Morena, son iguales; farsantes con una doble moral “chaira”; una moral que se acomoda según las exigencias del momento.
Lo que no saben esos farsantes, sin embargo, es que tarde o temprano deberán pagar por esa doble moral.
¿Lo dudan?
Al tiempo.