Gobernante o régimen
¡Se los dije: Rosario Robles es inocente!
Aquí lo dije desde el mismo 13 de agosto de 2019, cuando fue llevada a
prisión de manera ilegal y vengativa.
Dije que la señora Rosario Robles era inocente y que involucrarla en la
llamada “estafa maestra”, en realidad era una vendetta política al mejor estilo
vengativo y rencoroso López Obrador.
Documente la detención arbitraria, ilegal y tramposa de la ex jefa de
gobierno y dije que era la primera señal ominosa de que el presidente quería
someter al Poder Judicial a su control autoritario y que, además, se trataba de
una muestra clara de la muerte de la “división de poderes” en la democracia
mexicana.
Dije que no existía una sola prueba que implicara a Robles en la
llamada “Estafa Maestra” y que llevar presa a la ex presidenta del PRD era
una estratagema perversa de López y su claque para intentar convertir en
delatora a la ex secretaria de Estado con Peña Nieto.
Dije que la prisión para Robles era una suerte de “purga” estalinista
para “ablandar” a sus ex compañeros del gabinete –en la gestión de Peña–, a
quienes el nuevo gobierno federal pretende persguir.
Aseguré que, por tadas las irregularidades cometidas contra la ex jefa de
gobierno del DF, Rosario Robles era “la primera presa política” del dictador
López Obrador.
Y, sobre todo, dije que al llevar presa y de manera ilegala a Robles, el
presidente mandaba un mensaje de terror a sus adversarios y enemigos
políticos; mensaje de persecusión y cárcel, propios de un dictador.
Y hoy, de nueva cuenta el tiempo me vuelve a dar la razón, luego que
un tribunal de apalación resolvió que la ex presidenta del PRD era inocente de
todos los cargos que le fueron imputados.
Así lo explicó la propia Rosario Robles en sus redes sociales: “Terminó
la infamia. Me encerraron pero jamás dejé de ser libre y nunca me doblaron ni
me arrebataron mi dignidad. Utilizar las institucuones para venganzas no es de
demócratas. Ayer un dtribunal de apelación confirmío mi absolución. Mi
trayectoria y mi nombre siguen intactos”. (Fin de la cita)
Y es que las acusaciones contra la ex dirigente del PRD se sustentaron
en un deficiente y maniqueo trabajo periodístico –motejado como “la estafa
maestra”–, del que nunca se pudo acreditar delito alguno contra Robles.
Lo cierto es que, además de la venganza personalísima de López
Obrador contra la ex dirigente del PRD, en el fondo flotaba el interés de
Palacio de buscar una mano que, a cambio del perdón, acusara de impensables
delitos al exmandatario Enrique Peña Nieto y a sus colaboradores.
Sin embargo, sabedora de su inocencia, Rosario no aceptó los tratos con
sus perseguidores quienes por todos los medios buscaron empujarla al extremo
de la traición. Claramente le propusieron delatar al gabinete de Peña Nieto con
acusaciones falsas, a cambio del perdón.
Pero Robles prefirió la dignidad que, al final, le ganó la victoria legal y
que un tribunal de apelación la declarara inocente. Sin embargo, la cara
positiva del periplo inconstitucional que mantuvo presa a la señora Robles, es
que la ex jefa de gobierno conoció el rostro de la traición de algunos de sus
“dizque amigos” y ex colaboradores.
Y el caso más escandaloso fue el de Emilio Zebadúa, un pillo
estrechamente vinculado con el diario La Jornada y con la señora Carmen
Aristegui y quien pregonaba una entrañable amistad con la entonces titular de
la Sedesol.
Y es que para salvar su pellejo –ya que él fue el verdadero artífice de
incontables “transas” en la Sedesol–, el señor Zebadúa aceptó convertirse en
testigo protegido a cambio de acusar de falsos delitos “a su amiga” y exjefa,
Rosario. Sin embargo, la traición y los señalamientos falsos contra Rosario,
tampoco dañaron a la ex presidenta del PRD.
Al final de la infamia y de la vengativa persecución contra la señora
Robles, quedó claro que López Obrador y su gobierno –una verdadera pandilla
de ladrones y criminales–, son capaces de todo para para llevar adelante sus
venganzas.
Y lo que veremos en los meses previos a la contienda presidencial del
2024 pueden ser los zarpazos de una fiera acorralada que, por ningún motivo
dejará el poder.
Al tiempo.