Teléfono rojo
¡Tragedia y la disputa por la mentira mayor!
En medio de la tragedia, del duelo por los fallecidos, de la agonía por
los desaparecidos y de la rabia y la impotencia por haber perdido todo, se abre
paso, en las redes y en el oficialismo, una feroz disputa.
Sí, la disputa por la mentira mayor.
Así, por ejemplo, desde el oficialismo el propio presidente encabeza la
competencia por la mayor mentira, al tratar de minimizar la tragedia mediante
la falsificación de la realidad.
“No nos fue tan mal”, dijo López Obrador, luego de ordenar que la
ayuda se dará a los damnificados, si y solo si, por militares y marinos, lo que
provocó una critica generalizada
A su vez, la esposa del presidente difundió imágenes viejas de López
“siempre a ras de tierra”, mientras que Rosa Icela Rodríguez, la secretaria de
Seguridad Pública Federal–, metió a redes imágenes falsas de supuesta ayuda
a damnificados, en tanto que el gobierno de Guerrero hizo lo mismo con
imágenes recicladas de la gobernadora, Evelyn Salgado, visitando víctimas.
Por su parte, las redes sociales fueron el centro de la disputa por la
mentira mayor, ya que al tiempo que el oficialismo pretendía engañar con
imágenes falsas, manos anónimas hicieron lo propio para ridiculizar la
deficiente respuesta oficial ante la tragedia.
Así, por ejemplo, se convirtió en tendencia el mensaje, en audio, de un
hombre que se identifica como Omar Flores, quien denuncia haber sido
retenido, golpeado, esposado y despojado por elementos de la Guardia
Nacional, cuando viajaba con destino a Acapulco, para llevar víveres.
Muchos periodistas intentaron localizar a Omar Flores, al hombre
supuestamente golpeado, pero hasta ayer nadie lo había conseguido, sin
embargo, los aplaudidores del gobierno federal salieron a medios a decir que
se trataba de un audio falso.
La verdad es que hasta hoy nadie puede asegurar la veracidad o la
falsedad del citado audio. Lo que si es cierto es que existe una campaña de
aplaudidores, en medios al servicio de Palacio –como Sabina Berman y Jorge
Zepeda Paterson, entre muchos otros–, que se sumaron a la desinformación
sobre la fallida respuesta oficial en torno a la tragedia de Acapulco.
Y el extremo fue el decreto presidencial, que convierte en “carroñeros”
y “zopilotes”, a periodistas y medios que difundieron el tamaño de la tragedia
y el número de victimas, tanto mortales, como desaparecidos y damnificados.
Pero también está claro –para todo el que quiera ver–, que López
Obrador desestimó el peligro para Acapulco, desde el anuncio de que el
huracán Otis avanzaba peligrosamente y de forma directo al puerto.
Y es que siempre fue evidente que el presidente minimizaría la tragedia,
desde el montaje de acudir por tierra a la zona de desastre, para encabezar un
grosero espectáculo en donde Obrador terminó como la víctima, sin que le
importaran las decenas de muertos, los millones de damnificados y la ruina de
uno de los principales centros turísticos mexicanos.
Y aquí es donde aparece el dato duro del problema
Parece que los ciudadanos mexicanos no acabamos de entender que
Obrador es el mandatario más mentiroso de la historia, el más irresponsable y
el más impostor que se haya conocido.
¿Por qué entonces –si sabemos todo lo anterior–, nos empeñamos en
esperar otra cosa de un incompetente y mentiroso que una y otra vez ha
probado que lo suyo no es el papel de un estadista?
¿De verdad, un ciudadano sensato, con dos dedos de frente y con
información elemental, esperaba otra respuesta de López Obrador, frente a la
tragedia de Acapulco?
¿No tuvimos suficiente con el manejo fallido de la pandemia, que costó
casi un millón de vidas y con las groseras expresiones de “cayó como anillo al
dedo” y que “ya domamos la pandemia”, cuando estaba en su apogeo?
¿No hemos tenido suficiente con la mentira criminal de desaparecer, por
decreto, a los desaparecidos a causa de la violencia criminal?
¿No hemos aprendido la lección, a partir de la alianza del Estado con el
crimen organizado, que esa alianza ha provocado la mayor mortandad en
México, con más de 170 mil víctimas y ni un solo sancionado por esa masacre
de Estado?
¿No aprendimos lo suficiente con la respuesta criminal y el abandono de
las familias, luego de la explosión de Tlahuelilpan, que arrebató la vida a 140
personas?
¿No entendemos, como sociedad, que López Obrador solo usa y abusa
de las tragedias –como la de Los 43–, pero que no le importa la vida de nadie
y menos de los ciudadanos?
Luego de todas esas experiencias, de los escandalosos fracaso y de un
gobierno fallido, ya debíamos saber que no podemos esperar nada positivo de
un presidente como López Obrador y de un gobierno como el suyo.
Y en el 2024, en la elección presidencial, volveremos a ver la cara del
tirano, del mentiroso, del farsante y del impostor llamado López Obrador.
Al tiempo.