Indicador político
¡NO ES XÓCHITL Y LA
URNA; SOMOS TODOS!
RICARDO ALEMÁN
Está claro, para todo el que quiera ver y escuchar, que la mafia llamada
“Morena” no dejará el poder por las buenas.
Sí, en la elección del 2024 los votantes atestiguaremos el fin de la joven
democracia electoral mexicana, ya que con todo el peso del Estado el grupo en
el poder se robará el resultado en las urnas.
Y es que existen pruebas suficientes y contundentes de que, desde
Palacio, con el uso indiscriminado de dinero público y con la ayuda del crimen
organizado, el dueño de Morena diseñó y puso en marcha lo que será el mayor
fraude de la historia.
Un fraude que lo mismo incluye compra de votos, que el grosero
clientelismo, el control de los centros de votación por parte del crimen
organizado y el despliegue en todo el territorio nacional de un clima de miedo,
zozobra y terror para inhibir la asistencia a las urnas.
Por eso, a estas alturas nadie puede pecar de ingenuo ya que, a querer o
no, está en marcha el mayor fraude de Estado de que se tenga memoria y se
aplicará en la presidencial del 2024.
Pero es igual de evidente que la virtual candidata del Frente Amplio, la
hidalguense, Xóchitl Gálvez, está lejos de ser la aspirante ideal, la mejor
calificada para conectar con los distintos estratos del electorado y también está
claro que le falta mucho para reunir un equipo de campaña competitivo,
eficiente, suficiente y ganador.
Sin embargo, lo que pocos mexicanos no quieren ver y menos entender,
es que el cambio posible en el México del 2024 no será realidad ni con un
candidato opositora como el mismísimo Papa en la boleta presidencial.
Dicho de otro modo, resulta que hoy en México el problema no es la
pureza política y/o ética de la candidata opositora; tampoco si la aspirante del
Frente Amplio se pudiera llamar Teresa de Calcuta o si se tratara de una
deidad prehispánica.
No, hoy el verdadero problema está en los ciudadanos, ya que no hemos
sido capaces de entender nuestra responsabilidad ante la tragedia que vivimos
y tampoco hemos mostrado la contundencia que exige la emergencia nacional
que aparece ante nuestros ojos.
Pero vamos por partes.
Sí, nos guste o no ya se dio el primer paso al construir una candidata
–con todos los asegunes y defectos que se quiera–, y ahora lo que viene es la
parte más compleja, delicadas y difícil; viene la construcción del verdadero
bloque ciudadano; una fuerza social capaz de movilizar a ocho de cada diez
votantes para derrotar al fraude de Estado.
Y en la construcción del ciudadano comprometido con la victoria
electoral del 2024, todos debemos tener claro que la disputa no es entre el
tirano de Palacio –López Obrador–, y la senadora hidalguense, por más que
AMLO sea el jefe de campaña de su preferida, la señora Claudia.
No, la verdadera contienda es entre Xóchitl y Claudia; entre la
propuesta de gobierno radicalmente opuesta de la hidalguense y el
continuismo que propone la ex jefa de gobierno, cuya encomienda es
encabezar un Maximato en el que AMLO seguirá gobernando detrás del trono.
Además, los ciudadanos también debemos entender que poco o nada
podrá hacer la hidalguense, frente a todo el peso del Estado lanzado en su
contra a diario desde Palacio, mientras que Xóchitl esté sola.
Es decir, de poco servirán los discursos y las giras de Xóchitl ante el
derroche de miles de millones de pesos a favor de Claudia, y el mensaje de la
senadora por Hidalgo no producirá ningún efecto positivo en la sociedad,
mientras que los medios sigan obedientes al cerco informativo ordenado desde
Palacio, contra Xóchitl y a favor de Claudia.
Por eso ya resulta inevitable la construcción de un verdadero equipo de
campaña, capaz de diseñar objetivos en el discurso, de establecer prioridades
discursivas; de movilizar a la sociedad para denunciar y bloquear a los
“medios vendidos” y establecer comités de campaña por colonia, municipio y
por estado, para vincular a la sociedad con los objetivos de la campaña.
De igual manera es prioritaria una vocería capaz de abrir puertas en los
grandes medios y de construir objetivos discursivos, más allá de las
ocurrencias diarias; un equipo de especialistas capaz de exhibir la montaña de
mentiras del gobierno de AMLO y que capitalice los horrores, desaciertos,
errores y torpezas de un gobierno fallido, como el de AMLO.
Lo cierto es que ante el tamaño de los descomunales fracasos del
gobierno de López y con un equipo de comunicación eficiente en las filas de
Xóchitl, la victoria electoral no sería un sueño, sino una realidad.
Y es que sólo hace falta identificar, documentar y difundir de forma
puntual, eficaz y masiva los errores, los horrores, las raterías y los saqueos en
la gestión de AMLO, para ganar la batalla en las redes y en los medios; una
batalla que debiera ser de cada ciudadano.
Sí, el cambio es, sobre todo, responsabilidad ciudadana. Y resultará
suicida dejar sola a Xóchitl, frente a las urnas.
Al tiempo.