Libros de ayer y hoy
Trump y las dos diplomacias de México: Sheinbaum y AMLO
De la inesperada irrupción el embajador de México en Washington, el experimentado político Esteban Moctezuma Barragán, hay que rescatar un párrafo de su último mensaje de más de siete minutos a través de las redes sociales:
“Me han pedido apoyarla y así será, un día, un mes, un año más; ella lo decidirá en función de lo que México necesite, porque no es tiempo de vanidades ni de actitudes egoístas”.
Se supone que el representante diplomático de México ante la Casa Blanca depende de manera directa del secretario mexicano de Relaciones Exteriores y sobre todo es un agente directísimo de la Presidencia de la República. En medio de una de las ofensivas más agresivas y violentas de un presidente de Estados Unidos contra México y sus políticas públicas, extraña la falta de comunicación entre las tres áreas directas del Ejecutivo que deben –o deberían— ofrecer un frente común casi de comunicación permanente.
La primera frase del párrafo es desconcertante: “me han pedido apoyarla”, porque de modo natural la tarea del embajador es precisamente apoyar a quien tiene la titularidad del Ejecutivo federal y representa la máxima autoridad de Gobierno de México. Y por la forma de expresar la frase se puede interpretar que el embajador no estaría cumpliendo la tarea de apoyarla, cuando en realidad sobran evidencias de que el único canal que está funcionando entre Estados Unidos y México a favor de los intereses de México es el del embajador, toda vez que el secretario mexicano de Relaciones Exteriores no aparece en espacios mediáticos más que para hacer declaraciones insulsas y la carga de la defensa contra la ofensiva estadounidense está desgastando la figura de la presidenta de la República, con la circunstancia agravante de que el secretario de Economía, Marcelo Ebrard Casaubón, parece más canciller in pectore de la presidenta Sheinbaum que Juan Ramón de la Fuente Ramírez. En la petición parece aparecer Andrés Manuel López Obrador.
Moctezuma Barragán irrumpió en la política de alto nivel en México primero como secretario particular del secretario de Educación en el gobierno salinista, Ernesto Zedillo Ponce de León, y luego secretario general del PRI. Fue el primer secretario de Gobernación del Gobierno de Zedillo, pero en esos juegos perversos del presidente no le dio jugadas en el caso de los zapatistas, lo cesó y luego lo envió a Desarrollo Social. Varios años estuvo en el sector privado como encargado de la Fundación Azteca de Ricardo Salinas pliego, pero fue rescatado por el presidente López Obrador en febrero de 2021 para enviarlo como su brazo fuerte en la embajada de Estados Unidos.
Por circunstancias políticas, hay indicios de que la presidenta Sheinbaum ha querido prescindir del embajador Moctezuma Barragán, pero ha carecido de alguna figura de peso político y diplomático para enfrentar las iras del presidente Trump y los juegos perversos en modo sucesorio 2030 del secretario de Estado Marco Rubio, un exsenador ultraderechista.
Pero en lugar de aprovechar la experiencia del embajador Moctezuma Barragán y el valor geopolítico de su agenda de teléfonos de emergencia de todas las estructuras de la alta burocracia de Washington –sobre todo en el legislativo y en el Ejecutivo–, se tiene la impresión de que la agenda de México en Estados Unidos se maneja desde el Palacio Nacional pero excluyendo la sensibilidad, información y estrategia de la embajada en Washington.
A Moctezuma Barragán le tocó representar al Gobierno de México en el arranque de la administración del presidente Biden y la vicepresidenta Kamala Harris como encargada de la agenda mexicana, pero también el diplomático mexicano tuvo el pulso directo en Washington de la campaña de reelección presidencial de Trump, el desmoronamiento de Biden-Harris, la contundente victoria ve Trump y la definición pública de las agresiva agenda del nuevo gobierno contra México repitiendo lo ocurrido en 2016-2020.
La sola presencia del embajador en Washington día a día, hora a hora y minuto a minuto del Gobierno a tuitazos de Trump y la información sensible que circula en los pasillos del poder de la avenida Pensilvania representa un cúmulo de datos de enorme valía si se le sabe extraer desde un enfoque de inteligencia y seguridad nacional, sin duda dos de las principales tareas de todo embajador de México en EU, poniendo en tercer lugar la tensión a las políticas de migración y a las necesidades de los migrantes.
Por eso es clave saber quién le pidió al embajador Moctezuma Barragán apoyar a la presidenta, además de hacerlo por función institucional. Y todo indica que habría sido el presidente emérito López Obrador, quien está involucrándose en la relación con Washington a partir de su exitosa experiencia que logró neutralizar las iras de Trump.
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