Indicador político
EU, uno de los factores decisivos
de sucesión mexicana de 2024
Si una de las claves de la estabilidad política de México consistía en esconder la información del sistema priista a los analistas de inteligencia y seguridad nacional de Estados Unidos, fue Luis Echeverría el que rompió ese mecanismo de autonomía geopolítica y le filtró a la embajada estadounidense que él sería el sucesor del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Entre las muchas aristas y lecturas sesgadas, interpretativas, desorientadoras y dispersas de la visita presidencial a la Casa Blanca, una de ellas debiera ser tomada muy en serio: la reafirmación de la agenda estadounidense en el ánimo del presidente López Obrador para optar por su sucesor a partir del factor Estados Unidos.
No se trata solo de nacionalismo retórico, sino de la definición estratégica de que el modelo de la Cuarta Transformación estaría buscando prioridades nacionales y no la subordinación geopolítica y económica que el presidente Carlos Salinas de Gortari entregó en la negociación del Tratado comercial 1991-1993, sobre todo a partir de la integración comercial como la gran estrategia estadounidense de subordinación de México a los intereses geopolíticos de EU, según se redefinió en el Memorándum Negroponte para establecer que la integración comercial de México liquidaría los sentimientos nacionalistas de México.
El tratado salinista estuvo precedido de un documento que no han sido procesado ni siquiera en la Academia mexicana que se tituló “El desafío de la interdependencia” y que fue producto de reuniones de la Comisión Sobre el Futuro de las Relaciones México-Estados Unidos en 1986-1988 y que concluyó con la propuesta de que México tendría que liquidar el modelo histórico basado en el conflicto político con Estados Unidos del siglo XIX con la apropiación de medio territorio mexicano.
Por parte de México, la directora ejecutiva de la Comisión fue Rosario Green, una internacionalista del Instituto Matías Romero que había escrito el libro Los mitos de Milton Friedman en la lógica del repudio al neoliberalismo estadounidense, aunque luego fue canciller del neoliberalismo zedillista. Y destacó en esa Comisión la participación como cuña salinista de Héctor Aguilar Camín en su condición de director de la revista Nexos y ya entonces pieza clave de la ofensiva intelectual de Salinas de Gortari.
El enfoque político nacionalista del Gobierno del presidente López Obrador ha tratado de deshacer los compromisos de subordinación geopolítica firmados por Salinas de Gortari para liquidar la vieja diplomacia nacionalista mexicana, pero sin tener resultados positivos. En este contexto, el tono de la visita presidencial mexicana a la Casa Blanca el pasado martes 12 de julio pudo haber tenido con mayor intensidad objetivos nacionales y sin duda que dejaron ciertas caracterizaciones de los valores que estaría examinando el presidente López Obrador para decidirse por su sucesor en la presidencia.
Si las sucesiones presidenciales de 1988, 1994, 2000, 2006, 2012 y 2018 se dieron bajo la camisa de fuerza de los compromisos geopolíticos e ideológicos del tratado salinista, el presidente López Obrador parece muy interesado en fijar nuevos parámetros nacionalistas respecto de la subordinación heredada por Salinas de Gortari respecto a la economía mexicana ante el poderío estadounidense.
En este contexto, los expertos en interpretaciones de la sucesión mexicana 2024 tendrán que incluir entre sus variables el factor Washington, con la primera lectura que señalaría la inexperiencia de la regenta Claudia Sheinbaum Pardo y el enfoque localista del secretario Adán Augusto López Hernández, frente al papel del canciller Marcelo Ebrard Casaubón como el encargado de desarrollar la estrategia lopezobradorista de resistencia a la subordinación a la Casa Blanca.
Pero esos expertos tendrán que matizar sus conclusiones adelantadas, porque podría estar dándose el caso de que la regenta y el secretario de Gobernación tuvieran ya sus equipos de interpretación geopolítica del proyecto lopezobradorista que anda en busca de una continuidad transexenal, sin que necesariamente los dos tengan desde ahora que mostrar de manera pública su perfil geopolítico.
Los resultados de la mini cumbre en la Casa Blanca del pasado martes 12 eran previsibles en tanto que las agendas de propuestas de gobierno de México y Estados Unidos carecen de voluntades de integración y el gobierno del presidente Joseph Biden está definiéndose solo con el objetivo de retomar el mando geopolítico, estratégico y militar de Estados Unidos del mundo.