Las elecciones auténticas, libres y periódicas no se pueden detener
Córdova se apropia del discurso de la democracia
A partir de la experiencia de la campaña de propaganda a través de la cual José Woldenberg se apropió del discurso de la transición a la democracia, ahora Lorenzo Córdova Vianello quiere repetir la experiencia apoderándose del discurso de la democracia; en la marcha del 18 de febrero para apuntalar la candidatura de Xóchitl Gálvez Ruiz, el consejero presidente del INE designará con el dedo flamígero a quienes estarán fuera del paraíso de la democracia.
El discurso de la democracia ha sido promovido desde el IFE/INE que crearon y consolidaron los presidentes Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto para determinar quiénes estaban dentro del jardín de la democracia y quiénes en la selva del populismo y el autoritarismo, pero con acusaciones que no resisten el menor análisis de las categorías de una dictadura.
El tema de la democracia se encuentra, por decir lo menos, en el territorio de las paradojas: las reglas democráticas, diría el razonamiento teórico, tendrían que aceptar que a través de ellas pudiera llegar al poder alguna corriente que quisiera liquidar a la democracia, pero de antemano cualquier decisión para acotar la participación democrática en función de sospechas o certezas sobre autoritarismos que juegan con las reglas democráticas estaría sentando las bases de una política antidemocrática y dictatorial.
Todos los libros, ensayos y discursos promovidos por el IFE/INE desde 1990 agotan el tema de la democracia en el mecanismo procedimental de participación en elecciones competitivas e informadas y están tratando de combatir con acusaciones flamígeras aquellas decisiones también procedimentales en algunas instituciones de toma de decisiones –como el Parlamento— como dictatoriales o fundamentos de temores a la instauración de una dictadura.
La democracia se basa en reglas y voluntades y hasta ahora el gobierno del presidente López Obrador ha cumplido de manera estricta con los condicionamientos de la democracia mayoritaria, ha presentado iniciativas que pueden analizarse desde el punto de vista de la centralización antidemocrática, pero se ha sometido a la regla de la mayoría para retirarlas al no conseguir los votos necesarios.
Woldenberg, Córdoba y la pieza menor Ciro Murayama Rendón definieron en el IFE/INE el concepto de democracia a partir no del cumplimiento de las reglas de la mayoría, sino de temores en grado de pánico social por las iniciativas presidenciales para restaurar el régimen del Estado centralista y dominante que sigue prevaleciendo en la Constitución.
El pánico conservador que despertó la batería de las anunciadas iniciativas presidenciales a presentar para desarticular los equilibrios y contrapesos del Estado se encuentra en la lógica de Córdova para pasar al activismo político conservador y construir una corriente de politólogos para oponerse en debates de campaña a los anuncios presidenciales.
El grupo Woldenberg-Córdova posee las certezas derivadas del conocimiento de los escenarios electorales sobre la prácticamente imposibilidad de que el presidente de la República y Morena sumen el 67% de votos legislativos en las dos cámaras para modificar por sí solos la Constitución, sin necesidad de construir alianzas o acuerdos con la oposición.
A partir de esta certeza se llega a la conclusión de que todo el bloque politológico del IFE/INE va a irrumpir en el escenario político-electoral de este 2024 para posicionarse como grupo de presión que pueda alcanzar desde ahora algunas candidaturas legislativas para las próximas dos cámaras, una circunstancia que en realidad beneficiaría el aireamiento en el debate democrático, porque si se revisan las listas de candidatos de la oposición se encontrará toda la fauna del Jurásico del viejo régimen, muchos de ellos disfrazados de sociedad civil a partidista.
El discurso político-ideológico de Córdova es falaz, mentiroso, tramposo, neurótico y sobre todo antidemocrático porque todo su grupo intelectual construirá el escenario de una democracia excluyente, a la que sólo se podría ingresar adquiriendo boletos en ventanillas o hasta en la reventa para adquirir un certificado patito que los acreditaría como demócratas.
Pero el discurso de Córdoba el 18 de febrero no defenderá la democracia, sino que lanzará toda una campaña para la exclusión del paraíso democrático de aquellos que no acepten las reglas del juego defendido por Woldenberg y Córdoba.