Indicador político
Frente Amplio: la terna como crisis de ruptura en PRI y PAN
Los estrategas del Frente Amplio diseñaron un modelo teórico para designar al candidato o candidata presidencial para el 2024; sin embargo, la falta de equilibrio político interno, la disparidad en el peso de partidos y figurones y el manejo matemático de los participantes va a abrir, de manera inevitable, una nueva ruptura interna.
La decisión de excluir a dos aspirantes presidenciales del PRD no tuvo, señalan versiones internas, nada que ver con la validación de las firmas, porque ninguno de los otros candidatos hubiera pasado la prueba de la credibilidad. En realidad, las siglas del PRD en la posibilidad de un candidato presidencial opositor estaban ahuyentando al votante conservador y tergiversando la imagen opositora del frente.
La selección de cuatro aspirantes está planteando un grave problema de equilibrio interno: mañana miércoles 16 se deberá dar a conocer la terna de finalistas, es decir, tres de los cuatro que pasaron la última fase; y ahí es donde están trabados: dos panistas y dos priistas y habrá que sacrificar a uno de los dos.
Adivinar al sacrificado es un juego político en estas horas de confusión: del lado panista, es obvio que Xóchitl Gálvez Ruiz, panista/no-panista, encabeza los sondeos, pero Santiago Creel Miranda es una figura muy importante dentro del PAN y su sacrificio podría dejar a los verdaderos panistas fuera del juego y entregar el PAN a la coalición ultraderechista de Claudio X. González.
Del lado priista, los dilemas no son menores: pasaron Enrique de la Madrid Cordero, hijo del expresidente Miguel de la Madrid que tomó la decisión de instaurar el proyecto neoliberal e impuso con fraude electoral la presidencia continuista de Carlos Salinas de Gortari, pero enfrenta a Beatriz Paredes Rangel, una figura política de alto valor entre los priistas porque habría sido puente entre el nacionalismo revolucionario hacia el neoliberalismo, pero su discurso demagógico del viejo e inexistente PRI también es un lastre para la candidatura opositora que enfrenta a Morena como el grupo político que recoge el viejo populismo priista.
El sacrificio de un precandidato de los cuatro tendrá un alto costo político para el Frente.
De ahí que las apuestas estén calentando el ambiente: la única segura es la senadora Gálvez; Creel estaría obligado a ser mantenido en la terna porque representa a la estructura del PAN que no se identifica con Xóchitl; y del lado priista, se tendrá que escoger la permanencia del neoliberal puro De la Madrid o de la acomodaticia neoliberal-nacionalista revolucionaria Paredes, y la decisión será vital para que el PRI tenga presencia en la terna, lleve votos y por lo tanto garantice cargos de gabinete.
El PRI, por su mayor experiencia política, en años pasados de este siglo llegó a aplicar con astucia algunas de las maniobras de la teoría de los juegos que forma parte ya de la ciencia política, es decir, la forma en que se jueguen con las proporciones y equilibrios para ganar o perder posiciones políticas. Algunos politólogos cercanos al PRI consideran hoy que el PRI hubiera sacado mayor ventaja con la aplicación de la teoría de los juegos al modelo de designación del candidato presidencial de la oposición. Sin embargo, el PRI tiene más que perder en la definición de la terna porque tendría que sacrificar a uno de sus dos alfiles que representan las dos grandes corrientes que todavía sobreviven en el interior del partido.
En este contexto, las negociaciones al interior de los dos partidos-eje del Frente opositor se están llevando a cabo en función de quién va a sacrificar a un precandidato, si el PRI o el PAN, a cambio de qué y con qué garantías de que la senadora Gálvez, que está jugando como panista-no panista, vaya a dejarse imponer acuerdos cupulares que le restarían margen de maniobra y que la presentarían no como la candidata ciudadana sino como la bandera de los juegos de poder del PRI y el PAN.
El PAN y el PRI llegarán a la terna con escenarios de perder-perder.