Miscelánea, salud y política
Los intelectuales inventaron a Fidel; deudas con Paz y Revueltas
La carta pública contra la condecoración del Aguila Azteca al presidente cubano Miguel Díaz-Canel permite establecer la situación en que se encuentran las ideologías en México. Los abajofirmantes, aunque algunos con historia renegada del comunismo, apoyan lo que caracterizan como “la izquierda democrática, liberal e institucional”, una configuración ideológica inexistente que solo oculta las vertientes de la socialdemocracia como derecha conservadora.
Ocurre que la fama de Fidel Castro y la Revolución Cubana en México y América Latina fue impulsada por muchos de los intelectuales que hoy aparecen firmando cartas en contra y el comandante guerrillero de Sierra Maestra estuvo en México en diciembre de 1988 para legitimar el fraude electoral de Carlos Salinas de Gortari y aun así la izquierda perredista los siguió manteniendo en el nicho de la historia revolucionaria.
En diciembre de 1977, el escritor progresista –por llamarle de algún modo– Carlos Monsiváis se confrontó duramente contra el poeta Octavio Paz por sus afirmaciones, en una entrevista con julio Scherer García en Proceso, contra el simbolismo revolucionario de Cuba y Castro y para argumentar que era más importante el efecto ideológico que las denuncias consistentes de Paz contra la dictadura castrista.
En 1981, los intelectuales procastristas y prorrevolucionarios llevaron a la picota al poeta y ensayista Gabriel Zaid por un texto publicado en la revista Vuelta donde revelaba las complicidades de la izquierda socialista en Centroamérica con sus represores, en un texto que resumía en su título la más severa de las críticas: “Colegas enemigos”. En 1984, la efigie de Octavio Paz fue quemada en un acto público frente a la embajada de Estados Unidos en México por la crítica del poeta a la revolución nicaragüense que ya para esas fechas presentaba los vicios de represión y de corrupción que hoy están ahogando al sandinismo histórico.
La dictadura castrista fue la esencia del movimiento de Sierra Maestra; aquí se recordó ayer el caso del comandante Huber Matos que fue detenido y encerrado 20 años por criticar a los comandantes revolucionarios. Y fueron los intelectuales que hoy firman desplegados contra Cuba quienes justificaron la represión de Fidel Castro contra los escritores que creyeron que la Revolución Cubana era la esencia de la libertad y que recibieron la bofetada de la argumentación revolucionaria dictatorial en aquella reunión con los intelectuales en 1961, cuando Fidel les dijo: “con la revolución, todo; contra la revolución, ningún derecho”.
El problema de los abajofirmantes de la última carta contra la condecoración del Aguila Azteca radica en la confusión ideológica, lo que el escritor marxista José Revueltas caracterizó con realismo y sentido del humor como “la locura brujular” de la izquierda socialista, y que fue uno de los argumentos utilizados en su contra para expulsarlo en dos ocasiones del Partido Comunista mexicano por sus opiniones disidentes.
La confusión de origen se encuentra en el concepto de izquierda. Con una categoría inventada por Pedro Aspe Armella en términos económicos, se puede establecer que la izquierda es un mito genial, no existe como categoría ideológica y resulta simplemente una coartada miedosa para evitar definiciones socialistas-comunistas y poder criticar abusos capitalistas. Con el método binario de Machiavelli en su definición de las formas de gobierno, se puede decir hoy que en ideologías no hay más que dos posiciones: la capitalista y la comunista, aunque cada una de ellas tiene caminos de fuga para evitar las definiciones concretas. En su texto Los comunistas y la paz, Jean Paul Sartre fue muy directo: la izquierda es marxista o no es.
La democracia es la antítesis del comunismo, el liberalismo es contrario a los fundamentos productivos y sociales de una izquierda socialista y la “izquierda institucional” no es otra cosa que una broma dialéctica que ha sido inventada por la derecha ideológica.
En este contexto, la izquierda socialista-comunista murió en 1989 cuando el Partido Comunista Mexicano le entregó su registro legal a la corriente democrática del PRI para fundar el PRD que hoy el grupo de Los Chuchos lo ha convertido en el partido justificador del neoliberalismo salinista-claudioequisgonzalista, en tanto que Morena representa una variante del priismo populista poscardenista.
En este contexto, la carta de los abajofirmantes es, vía David Foster Wallace, una broma infinita.