Teléfono rojo
AMLO: no se trata del INE, sino de su proyecto social-populista
Con una maniobra de distracción –el plan B– para calentar el ambiente, el presidente López Obrador volvió a posicionarse del espacio político de la iniciativa de poder, sacó el debate del estrecho espacio de la reforma del INE y lo catapultó a una disputa de proyectos y sobre todo sucesoria.
La derrota a la iniciativa de reforma electoral no estuvo en los contingentes sociales que salieron a marchar por el Instituto y del brazo de Elba Esther Gordillo, Roberto Madrazo Pintado y Vicente Fox, entre otros, sino que se diluyó en el posicionamiento unificado de los tres partidos de oposición que le quitaron la mayoría calificada a Morena en la Cámara de Diputados.
En el juego de estrategias, la marcha se diluyó con el retiro de la iniciativa de reforma político-electoral que requiere de cuando menos 58 diputados de la oposición y el discurso de José Woldenberg por su centralidad en el INE. En cambio, el presidente de la República regresó a su liderazgo de masas que domina con eficacia y triplicará la asistencia en las calles con un lleno en el Zócalo, sin más sentido político que sacar a sus masas a las calles.
La santa alianza opositora PRIANREDE-Coparmex-Claudio X. González-iglesia católica perdió la oportunidad de la manifestación del domingo 13 al reducir su dimensión y interés político solo al INE, justo días después de que los tres partidos de oposición anunciaron su votación en contra de la reforma político electoral; es decir, el estratega Señor X. cometió el error estratégico de sacar a la gente a las calles para oponerse a una reforma que ya estaba derrotada en el Congreso, para intentar potenciar la figura política del exconsejero electoral José Woldenberg con un discurso centrado en el INE y no aprovechó la oportunidad y las masas para definir el proyecto político de nación de los coalición centro-ultraderecha.
La marcha y mitin lopezobradorista del domingo 27 de noviembre rebasará el tema limitado del INE y se centrará en el proyecto político-económico-social del presidente López Obrador como eje dinamizador de la candidatura presidencial de Morena para el 2024, al tiempo que les servirá para fijar las coordenadas de una nueva cohesión interna alrededor de su figura y de su proyecto y del proceso de sucesión presidencial operado desde Palacio Nacional.
López Obrador ha utilizado las concentraciones de masas como factores de cohesión de su fuerza social desde las protestas contra fraudes electorales en 1988, las amenazas de negación de la candidatura a jefe de gobierno en el 2000, el intento desafuero que mostró a un Vicente Fox acobardado, las protestas contra irregularidades electorales en 2006 y 2012 y la movilización de masas en el 2018 para consolidar una base electoral de 53% de votos.
Las protestas sociales, en cambio, fueron impulsadas por el ánimo social del PAN, pero sin ninguna capacidad de utilización político-electoral: en 2004 se realizó una gran manifestación pública contra la inseguridad teniendo como objetivo crítico al gobierno lopezobradorista en el DF, pero sin poderla capitalizar en las elecciones presidenciales y de jefe de gobierno; la protesta del domingo pasado para defender al INE de una reforma que ya había sido derrotada en los espacios legislativos se agotó en el discurso anticlimático universitario de Woldenberg porque no pudo salirse del terreno estricto del Instituto Electoral.
Mientras que el bloque lopezobradorista está muy bien definido incluyendo la imposibilidad e incapacidad del líder senatorial Ricardo Monreal Ávila para romper el proceso sucesorio operado personalmente por el presidente López Obrador, del lado opositor se mostró un intento de coalición amorfo entre una dirigencia social conservadora, los tres partidos políticos registrados como oposición aunque en grado de patiño y miles de ciudadanos gritando con pasión y convicción que el Instituto Nacional Electoral es intocable, pero como una oposición mal amalgamada y estructurada solo contra la figura personal de López Obrador y no de su proyecto de reforma social.
Mientras que López Obrador centrará su discurso precisamente en la política social y de bienestar –a pesar de las demagogias–, la oposición ganó la victoria del INE y no supo potenciar la marcha del domingo como la definición de un proyecto alternativo de gobierno inexistente.