Libros de ayer y hoy
Se puede decir que como anillo al dedo vinieron al presidente López Obrador los lineamientos del INE para definir candidatos en las nueve entidades donde se elegirá ejecutivo local. El tema no era Chiapas, Veracruz, Guanajuato o Jalisco, estados relevantes por su peso electoral; no, de hecho, ni siquiera se trataba de votos, el asunto era el futuro y la pureza del proyecto, que remitía a la ciudad de México; específicamente sacar a Omar García Harfuch de la contienda. Hubiera sido mucho más sencillo que el auténtico, único e indisputado líder de Morena disuadiera a Claudia de promover la candidatura de García Harfuch. Con él se pretendía recuperar a las clases medias y conjurar la mayor debilidad de Morena, la inseguridad pública y el previsible señalamiento opositor sobre la ineficacia, si no es que connivencia, de los gobiernos de Morena en combatir al crimen organizado. Claudia pensó en los votos, López Obrador en el futuro y en el proyecto, su proyecto. El futuro es relevante porque un perfil como el de García Harfuch en el gobierno de la ciudad, con razonables resultados lo perfilaría como un posible candidato presidencial en seis años. No necesariamente el presidente debe estar pensando en su hijo Andrés, pero sí en alguien consecuente con su proyecto, y el adelantado de Claudia no lo es. No fue el único caso de sacrificio por razones de género. También ocurrió en Jalisco con Carlos Lomelí, quien anuncia que será candidato al Senado y tendrá que ceder y conceder ante Claudia Delgadillo, una candidata que al momento no se vislumbra competitiva. También Ricardo Sheffield, exalcalde de León y ex titular de la PROFECO concedió su espacio a favor de la diputada local Alma Alcaraz, menos doloroso por el virtual empate. No faltará quien dude de la confiabilidad de los resultados, pero esa es la versión oficial y no se advierte mayor fractura, excepto en Morelos con Lucía Meza; la intransigencia del gobernador Blanco le regaló al Frente opositor una excelente candidata. García Harfuch tiene futuro, de ganar Claudia, por lo pronto lo integra a la campaña. Puede ser titular de seguridad ciudadana para dar un esquinazo a la militarización de la seguridad pública o, en su momento, fiscal para hacer valer la autoridad de la presidenta ante cualquiera, especialmente los de casa rejegos o confundidos sobre quien manda. Para el Frente es mejor competir contra Clara Brugada, y lo menos que podría esperar es retener presencia en el poniente de la ciudad de México. El PAN ya cerró filas ante Santiago Taboada, pero falta que el Frente lo haga propio; Adrián Ruvalcaba, Luis Espinoza y Sandra Cuevas le disputarán la candidatura. Claudia Sheinbaum pierde, pero también gana. Pierde porque queda claro quién tiene el mando y que no está decidido a compartir el poder en los temas fundamentales. Allanarse a los lineamientos de género del INE fue pretexto; la decisión se tomó por consideraciones de pureza del proyecto, de otra forma el sacrificado hubiera sido Javier May en Tabasco. Claudia gana lo más importante, aunque no es para hoy: independencia. Es evidente que el hecho conduce al desencuentro futuro. Se vislumbra así un aspecto positivo de la candidata, su pragmatismo, que se confronta con el dogmatismo vigente, de López Obrador y de su círculo cercano. Otro aspecto preocupante para Claudia es que el balance de las 9 candidaturas y la disminución de su autoridad y liderazgo no apunta a un triunfo arrollador como en 2018. El presidente ha probado ser el mejor estratega electoral desde que llegó a la dirigencia del PRD a finales del siglo pasado; pero en 2021 fracasó porque ya en el poder le da por subestimar el descontento ciudadano, mayor en las zonas urbanas y que los estudios convencionales de intención de voto no lo muestran en sus proyecciones. El presidente López Obrador es el jugador en el ajedrez de la elección de 2024, los demás son fichas, incluyendo a su candidata presidencial. El problema es que se confirma que habrá elección de Estado. La ventaja para el país es que el exceso y la verticalidad presidencial perfilan un resultado que vuelve distante el objetivo del régimen: la mayoría calificada en el Congreso y la pretensión obradorista y de quienes suscriben la trascendencia autoritaria de la transformación por él promovida: una nueva Constitución.