Indicador político
Fue aprobada ayer por el Congreso de Sinaloa, una nueva Ley Orgánica para las universidades del Estado con 33 votos a favor, dos abstenciones y solamente cinco diputados en contra. Obviamente, la consigna de frenarla era del interés mayúsculo del Partido Sinaloense, el PAS. La discrepancia en la votación fue contundente y la ruta que se pavimenta, deja en relevancia que la liberación de la UAS principalmente, de manos de una camarilla enquistada en la honorable institución, tiene sus días contados. Eso se espera.
Porque se interpreta necesariamente, como el inicio del deslinde estructural de una institución académica, que se entendía era un brazo político y electoral, de un partido, el PAS, cuya fundación y único propósito era llevar a cargos políticos a una sola persona y a su séquito de apoyadores adictos, todos, eso sí, con cargos y prebendas derivadas de los recursos de la Universidad, que subordinó los criterios académicos y de paridad de género, para trocarlos por los favoritismos que han significado la cercanía del propietario del partido en referencia, que también, sin empacho, se le identificaba en los medios políticos, como el dueño de la UAS, Héctor Melesio Cuén.
Un partido de una sola persona y una universidad manipulada por la misma persona, de tal forma que no se sabía donde empezaba la institución educativa y donde terminaba el partido político, todo un batidillo propio de los sistemas premodernos escasamente diferenciados, contradiciendo cualquier enfoque sociológico actualizado, remitiendo a la principal Casa de Estudios de Sinaloa, al primitivismo, donde lo mismo el jefe de la tribu es el hechicero, como el jefe de los guerreros, de los cazadores, y el retenedor de las ganancias de todos los que fungen como incondicionales, que en este caso son profesores, directores, investigadores, jefes sindicales, funcionarios administrativos, diputados, regidores o suplentes de esos mismos cargos.
El camino conocido de otras universidades en el país con estratagemas semejantes, advierte que los que abusan de estas instituciones para beneficios personalistas y de grupo no tienen un puerto seguro cuando detonan las tormentas.
Allí está en prisión Gerardo Sosa Castelán, el jefe de la Sosa Nostra, quien era el mandamás de la Universidad de Hidalgo, otros más hábiles como Raúl Padilla, el amo de la Universidad de Guadalajara, con el invento de la Feria Internacional del Libro, cada vez la libra menos y los conflictos se le suceden uno tras otro; uno burdo y éste último refinado en sostener su cacicazgo, son ejemplos extremos que dejan a quien manda realmente en la UAS, contagiado de la misma enfermedad que no es otra, que un patrimonialismo extra lógico evidentemente nocivo.
Muy difícil que entiendan los pegados a la ubre exhausta de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que una comunidad educativa superior subvencionada con el dinero de los contribuyentes, a pesar de tener la nominación de pública, no está ahí como si fuera un botín para asaltarlo, sin pertenencia, como si representara el premio de la rebatiña con el destino constreñido al agandalle de sus posiciones y recursos. No señores.
El fin de un instituto educativo autónomo, es tener suficiente libertad de cátedra para producir ideas y ciencia, no para pautas en la radio o en los medios, ensalzando resultados solamente existentes en calificadoras patito, que le daban la categoría de una de las mejores universidades del mundo a la UAS, ¡semejante falacia!
Un abuso a la racionalidad de los ciudadanos siquiera medianamente enterados, argumento pueril que muestra que los diseñadores de esas patrañas tienen alcances culturales de puntada aldeana, pero eso sí, contrastando con pretensiones megalómanas, descomunales.
Espero regrese junto con los inicios de la liberación académica, también la razón para todos los que deberían estar concentrados en elevar la calidad educativa dentro del plantel, sin revolturas indigestas.
Porque esto, mas que una lucha de conceptos y contenidos, fue una lucha política, que urgía, para delimitar campos que necesariamente deben ser clarificados, entre la arena política y la producción cognitiva,
Ojalá que la UAS a partir de esta primera definición que se dio en el Congreso, para todas las universidades públicas surja fortalecida, con una renovada perspectiva de su papel estratégico que le corresponde en la construcción de la educación de los jóvenes sinaloenses, dejando de lado el papel irrelevante para una institución académica digna, de limitarse a ser un simple semillero de activistas de un partido coyuntural, sin plataforma realmente diferenciada de otros, que tiene que buscar sus espacios en la calle, en el espacio electoral y no en las aulas, que están destinadas a tareas de mayor trascendencia.