Indicador político
Estimado lector, en esta ocasión te comparto algunas obras del Maestro Eduardo Andriacci, originario de San Juan Bautista, Cuicatlán, en el Estado de Oaxaca.
Cuicatlán proviene del vocablo náhuatl, (Cuica- Canto y Tlan – Tierra), “La tierra del Canto”. Se debe mencionar, sobre esta zona que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró el Valle Tehuacán-Cuicatlán como Bien Mixto Patrimonio Mundial.
Eduardo Andriacci describe el lugar como una tierra abundante en zapotes, mangos, cielos azules, tierra roja y con una fauna y flora de lo más variada. Cuicatlán posee aproximadamente 2,700 especies de flora, lo que equivale al 10 % de las especies documentadas de nuestro país.
Manuel Aguirre Peña oriundo del estado de Oaxaca y Bertha Catalina Andriacci Herrera, de raíces italianas, son los padres de un total de 5 hermanos más: Reyna, Manuel, Gabriel, Fernando Andriacci (gran artista, también) y Alejandro el menor.
Las primeras expresiones artísticas del maestro se plasmaron dibujando caricaturas de dibujos animados y escudos de equipos de fútbol de la época, sobre papel estraza (papel de color rojizo o blanco que se usa para envolver alimentos en los comercios). A la edad de once años el maestro construía pequeñas casitas con adobes, que el mismo fabricaba, por ello muchos creían que sería arquitecto; una de sus maestras les dijo a sus padres, “este niño no le gusta la escuela, se la pasa haciendo dibujos”.
A los catorce años él y su familia se establecen en Oaxaca, capital. Donde continuará con sus estudios y conocerá la obra de los grandes artistas y maestros Oaxaqueños, porque al conocer su trabajo, uno aprende y literal: “uno va en hombros de gigantes”. Sin embargo, para Eduardo Andriacci, su principal motor y tema de inspiración es la familia, la cual es su motor y fuente de felicidad en la vida y por ello, siempre tiene presente a su esposa María de Lourdes y a sus hijos Italo y Zury.
La búsqueda para encontrar su propio lenguaje, ha motivado al artista a experimentar técnicas escultóricas en madera, barro, plastilina, bronce, pintura, gráfica, dibujo, entre muchas más. Eduardo afirma que el mayor regalo que tiene un artista son las manos: “mediante ellas nos expresamos ayudados de diversos materiales y logramos dar volumen, tamaño, forma y otorgarle a cada obra un sentimiento, una alegría única”.
Por ende, las manos le inspiran de gran manera al artista y le recuerdan las manos de su madre, aquellas manos que ayudan, que educan, alimentan, que ayudan a realizar las tareas, que acompañan, son las manos que nos forman en la vida y que siempre están con nosotros. Son todas esas manos las que han formado a este gran creador.
Uno de los deseos de Eduardo Andriacci era ser pianista, sin embargo, en Cuicatlán no existían los pianos. Por esta razón, Eduardo crea una Fundación que lleva su nombre y que tiene como objetivo apoyar en causas sociales en la Sierra de Oaxaca, Puebla y otros Estados. Otra de sus misiones de apoyo a la comunidad es dar clases a niños, principalmente de música y pintura, donde se les enseña a despertar su creatividad a través del arte y sobre todo se les enseña a crear técnicas y métodos de venta para que ellos mismos puedan experimentar que un artista puede y debe vivir de su arte.
Desde los doce años, el mismo Eduardo inició vendiendo algunas obras y con lo obtenido le compró unos lentes a su madre Bertha; cabe resaltar que, motivado por su hermano el maestro Fernando Andriacci, realizó un programa de actividades para sus alumnos, con el objetivo de adquirir disciplina para poder ser artistas, cumplir sus tareas y ser constantes dentro del arte.
“Uno tiene que dar clases a los niños, para que ellos crezcan, se formen como creadores. La cultura se hace grande cuando uno comparte, esa es la parte más bonita que tengo para compartir. Cuando tu abres tu mano, Dios te da más.”
Andriacci nos cuenta que le llena de felicidad compartir con otros su tiempo, su trabajo y su familia. Para Andriacci cada obra de arte debe llevar felicidad, eso hace tener un mundo diferente, lleno de inocencia.
El maestro finaliza comentándonos que no hay edad para iniciarnos en el arte y, sobre todo, a que no se debe tener miedo a mostrar nuestro trabajo; pues lo más importante es expresarnos y plasmar un sentimiento dentro de nuestras creaciones.
Queridos lectores, debo de confesar que escribir de grandes personalidades es una bella labor que he descubierto gracias al apoyo de mi queridísima eterna, incansable y apasionada periodista Tere Gil. El poder mostrar, no solo mi trabajo como artista, sino el trabajo de otros artistas es un placer. Sin embargo, tener el gusto de conocer a grandes personalidades y además que estos sean tan bellos seres humanos, es en sí, un gran privilegio de vida.
Nos vemos en la siguiente crónica y ¡felices Fiestas Patrias!