Indicador político
Hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió inaugurar la Refinería Olmeca, también conocida como Dos Bocas. Una obra estratégica para el gobierno que, de acuerdo a la planeación, deberá refinar combustible, y con ello, mejorar la capacidad del estado por suministrar este tipo de energía.
Fue un evento donde se presentó la plana mayor de funcionarios federales, más personajes reconocidos de la vida pública nacional; sin embargo, lo que se inauguró fue una primera etapa de la mega obra, al parecer, oficinas.
El tiempo le ganaba al presidente para inaugurar de acuerdo a sus propias previsiones, así que decidió tomar lo que hubiera y hacer una ceremonia a su modo; ya que la Refinería comenzará a producir hasta 2023; y la capacidad total planeada de 340 barriles por día, se podría ver hasta 2026.
Pero este evento nos habla mucho de como trabaja el presidente, y de que siempre habrá de defender sus “Dos Bocas”, una es con la que promete los cambios, la transformación, y la otra, que es la que duele, es con la que niega la realidad, la que tiene otros datos y es capaz de defenderla, aunque él mismo sepa que está equivocado.
Así nos vamos a encontrar muchas obras y acciones que sólo estarán en el imaginario colectivo, que serán parte del discurso recurrente del presidente, pero que, en la realidad, son inexistentes o nos enfrentaremos con un contraste tremendo.
Uno de estos casos es la estrategia de seguridad. Claramente hemos sido testigos de videos que circulan en las redes sociales y noticias, donde grupos armados, llegan a comunidades y las anuncian como propias, como territorios conquistados; sin embargo, no hay ninguna reacción del gobierno y así los criminales se siguen comiendo a pedazos territorios completos.
De igual forma, vemos a miembros del Ejército siendo asediados, insultados por gente que claramente responde a intereses criminales, que se burla en su cara de su poca capacidad de reacción ante una hiriente realidad.
Vemos también a periodistas abatidos, que no pueden ejercer con libertad el oficio porque no tienen garantías de que su vida o la de su familia esté a salvo. Recientemente vimos el caso de Antonio de la Cruz, quien fuera ultimado enfrente de su familia; desafortunadamente nos enteramos que su hija también falleció. La lista puede seguir, incluye sacerdotes, empresarios, y cientos de mexicanos de buena fe.
Sin embargo, el presidente nos dice que esto no es cierto, se atreve a describirse como “diferente”, y es capaz de asegurar que las cosas están cambiando. Dice que no puede combatir violencia con violencia, pero finalmente no vemos que combata con nada. La única arma que tiene es lo que dice, es su palabra, y francamente, también ya lo está traicionando.