Libros de ayer y hoy
La marea Sheimbaum
La próxima presidenta de México está demostrando meticulosa pertinencia política, que empieza a dibujar el perfil de lo que puede ocurrir en los próximos seis años: la marea Sheinbaum.
El día que recibió su constancia como presidenta electa de México, destacó que es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres.
Sin promesas mesiánicas, sin gritos, sin radicalismos contra los perdedores y sin anunciar una cacería de brujas, dejó claro que no se va a deslindar de la visión de gobierno del presidente, pero puntualizó que deja de representar a una parte de la sociedad para representar a todas y todos los mexicanos.
Con cautela, esta dejando las reglas claras de cómo quiere su relación con los gobiernos estatales, principalmente los de oposición y lo que exigirá a sus ejercitos de legisladoras y legisladores locales y federales, para ir en una sola direccion: aprobar las reformas de la 4T, particularmente, la del Poder Judicial.
Un factor importante es que la primera presidenta de México trabajará con 13 gobernadoras, incluyendo las ganadoras de las elecciones de junio pasado: Ciudad de México, Morelos, Guanajuato y Veracruz, un hecho sin precedentes a lo que se suma que, la próxima dirigente nacional de Morena probablemente será Luisa Maria Alcalde, actual secretaria de Gobernación, quien encabeza las preferencias con una ventaja de 14 puntos porcentuales sobre su más cercano contrincante Adán Augusto López, (Fuente: CE Reserch).
¿Eso hace diferencia?, sí. Aunque Sheinbaum ha demostrado que sabe dar mensajes políticos con sutiles estocadas, como el desaire a Gerardo Fernández Noroña en el Teatro Metropólitan, al negarle el saludo de beso a quien días antes, durante una sesión del Congreso (7 de agosto) se reusó a referirse a ella como presidenta, también está develando buena mano izquierda, por ejemplo, al apaciguar los abucheos contra Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, al acompañar al presidente en su gira del adiós durante el evento de entrega de las obras de la presa El Zapotillo, el pasado fin de semana.
También ha dado señales de tener más inteligencia emocional que los machos Alfa que están finalizando sus mandatos, como el choque de trenes que tuvieron todo el sexenio el presidente López Obrador y Enrique Alfaro, gobernador emecista o con Diego Sinhue Rodriguez Vallejo, gobernador de Guanajuato por el PAN.
Así bajo un principio de trabajo coperativo, sin muchos aspavientos y con un nuevo modelo que llama: Humanismo mexicano, Sheinbaum empieza a fluir desde el centro del país, deshidratando a la Marea Rosa, que recientemente hizo secos intentos por mostrar músculo, en unas desnutridas manifestaciones contra la sobrerrepresentación de poderes en México, que también ha recurrido ante los tribunales para tratar de eliminar el encaje jurídico que ha permitido -por más de una década-, el exceso de diputados para las coaliciones ganadoras y que, en la era de Sheinbaum, otorgará a Morena y sus aliados la preciada mayoría calificada.
Es un tema que también debe preocupar a la sociedad civil pero, sobre todo, ocupar a la oposición. Lo cierto es que esa fórmula rosa tampoco es la vía para consolidar un contrapeso competitivo rumbo a las próximas elecciones intermedias.
Mientras tanto en México, para la marea Sheinbaum está claro el objetivo de terminar de inundar al país con las aguas de la 4T y los gobiernos de oposición tendrán el mismo tiempo para refrendar sus conquistas electorales, si realmente quieren sobrevivir.