Teléfono rojo
Una moneda con dos caras resulta el Festival de Narnia en Culiacán. A los organizadores se les ocurrió hacerlo del 29 al 30 de abril, en el vaso inundable de la presa Sanalona, que es la presa que embalsa el agua para la población del municipio de Culiacán, y para regar el que es probablemente el mas productivo distrito de riego agrícola del país, el Diez.
Por un lado, se vende la alegría de disfrutar de música sabrosa y el inefable rocanrol, de un corredor gastronómico y de paseos en globos aerostáticos gratuitos; donde se concentrarán trocas, jeeps y racers, con cargas abundantes de bastimento y como en el legendario festival de Woodstock que fue el primer reventón de venta masiva de todorcio; solo que éste, en su versión yoreme; se prevé por sentido común, hoy muy escasísimo, dejará en dos días de intensidades, un páramo o mejor dicho una tierra arrasada que de ser una belleza natural con tintes de entorno inmaculado, concentrará toneladas de basura, que se duda puedan mover los empleados municipales en varios días o semanas tal vez. Y nunca lamentablemente de manera integral.
Todavía, por cierto, no se sabe si ya pudieron recoger el mugrero que dejaron en las playas sinaloenses en semana santa, que como dibujaba el comunicador Gilberto Ceceña, sepultó la arena de esas chuladas de playas invisibles, bajo capas de desperdicios.
El problema es que como dice el encabezado la mega pachanga, se hará en un lecho del vaso de la presa que cuando empiezan las lluvias se inunda, mas o menos durante unos seis meses del año; por lo que en temporada seca ha dejado a la vista un inconmensurable paisaje de ensueño que muchos comparan con las vistas de la película Narnia, inspirada en la obra Crónicas de Narnia, del nunca bien ponderado oriundo de Belfast, CS Lewis.
Por cierto, que hay en Italia un Festival Narnia que ha recibido siete reconocimientos de otros tantos presidentes y que se celebrará en la segunda semana de julio, este festival por supuesto fastuoso es un evento en el marco de la sustentabilidad, que en nada se parecería a las hordas impetuosas del tipo húnico, no de único de exclusividad, sino el de los hunos de Atila, que amenazan en tres días no dejar huella de la naturaleza pródiga imaleña, que existirá en su estado cuasi prístino hasta el día 28 de abril.
Por algo el nombre de la comunidad de Imala, significa Rueda de Agua desde hace siglos.
Bueno pues, todo indica que no tienen permiso los organizadores para hacer un evento en la zona federal y protegida de la presa, porque hay un Comité Técnico de Presas en México, integrado por especialistas en embalses, en las políticas de desfogue y todo lo concerniente a la conservación de las presas y las cuencas; que también en sus formas de ríos, arroyos, lagos, depósitos subterráneos son protegidos a partir de que forman parte del patrimonio de la nación, de la mexicanada toda pues; ni siquiera del gobierno, ni del estado mexicano; por lo que se requiere de muchos candados y autorizaciones para realizar eventos que no dañen el entorno natural de estos valiosos cuerpos de agua.
Tendrían los responsables técnicos con mucha antelación haber otorgado la autorización del tropel invasor de contaminadores masivos, según se ha dicho de más de 80 mil; que al son del Café Tacuba, van a recrear una atmósfera verduzca irrespirable.
Se dificulta además el dictamen de expertos porque el organismo de Cuenca de la CONAGUA, está prácticamente como otras oficinas y delegaciones federales, en vías de extinción, poca gente, pocos funcionarios sin atribuciones, rumiando la lejana o cercana oportunidad del retiro; sin tareas, sin presupuesto, sin autoridad y sin herramientas para trabajar.
Por eso hay construcción arbitraria en todas las zonas federales, encima de los ríos, y luego la chilladera en las inundaciones, pero como todo lo que sucede en este régimen, no hay culpables. ¡Viva la anarquía y el desorden!
Nos vale. Si el pueblo quiere destruir su hábitat está en su derecho, dirán los irreflexivos, los que bajo el mismo enfoque voraz han exterminado a la totoaba, a los manglares y toda la riqueza que el Creador le ha dado a Sinaloa, sin merecerlo.
A nadie le importa heredar contaminación por todos lados y como en las filas de deudores, el de atrás paga, pero atrás vienen nuestros hijos que se irán acostumbrando a igualarse en lo bajo, no en los ideales edificantes.
A ver si un leve sentido de responsabilidad, hace reflexionar el daño que se está fraguando, porque hay muchos sitios baldíos, salones inmensos e instalaciones apropiadas para hacer fiestas, no la amuelen allí no.