Indicador político
Es común que los políticos pierdan sentido de quiénes son o qué representan para los demás y, particularmente, qué es lo que pueden aportar, porque común es que el cargo haga al político y fuera de aquél difícilmente se entiende a sí mismo. Algunos, pocos, pueden tener una larga trayectoria; pero, por lo general, tienen una idea sobredimensionada de ellos y de sus logros. Si esto es difícil y complejo, más lo es entenderse en el momento del país. La dinámica social y política es tan acelerada que se vuelve todo un desafío entender los nuevos términos de la realidad, no se diga mantener una mediana vigencia.
Para todos, especialmente para los campesinos mexicanos y quienes viven del campo es una esperanzadora noticia que la senadora Beatriz Paredes haya expresado su interés de buscar la postulación como candidata presidencial. A diferencia de aquellos con extensa trayectoria o no tanto en el servicio público y en la política, la senadora tiene claridad, como pocos, del tiempo del país, del mundo y de ella misma. Es una mujer que se ha ido transformando y enriqueciendo a partir de una amplia y diversa experiencia. Posee un certero pulso de la política y de sus personajes y, también, de la cuestión social y del poder en sus más amplios sentidos.
Sus intervenciones en el Senado han sido cátedra de seriedad, visión y lealtad al país y a los mejores valores de la política. A pesar de su pertenencia al PRI desde sus mocedades, nadie puede echarle en cara una decisión, actitud o postura de connivencia con el pasado corrupto de quienes usufructuaron las posiciones que el tricolor les concedió. Tuvo suerte de que el PRI más próximo a la venalidad y la frivolidad, el de Peña Nieto, no sólo le marcara distancia, sino que la exiliara del país al designarla representante diplomática en Brasil, posición que desempeñó con dignidad y que sirvió para ampliar su red de vínculos y relaciones con los liderazgos políticos, sociales y culturales de la región, así como su conocimiento profundo del acontecer.
La ambición personal nunca ha sido lo suyo. Justo lo contrario. Ha mostrado compromiso e invariable lealtad. Tampoco en ella hay el mayor asomo de ingenuidad o frivolidad. Sus palabras, siempre, deben tomarse con seriedad.
La eficacia electoral de Beatriz Paredes se acredita por los buenos resultados como dirigente partidaria. Los números de la elección de 2009 dan cuenta de la recuperación del PRI y sin ésta no puede entenderse que se ganara la presidencia en 2012. Beatriz fue candidata en 2006 y 2012 al ejecutivo local en el terreno más adverso del PRI, la Ciudad de México. Allí es donde se dio el más temprano deterioro partidista, y por tal consideración se optó por cartas fuertes para contender. Los resultados demostraron que las dificultades del PRI allí son prácticamente insuperables, como en su momento fue la derrota de Alfredo del Mazo o de Jesús Silva Herzog en 1997 y 2000, o de Mikel Arreola en 2012. Los mejores números del PRI en la Ciudad de México se han dado con Beatriz Paredes como candidata.
El PRI debe transitar por una transformación en la que recupere lo mejor de su pasado y una propuesta viable y con sentido de Estado sobre el futuro. Lo mismo que concilie libertades con proyecto social, nacionalismo con globalidad. Hay una historia oscura del PRI de autoritarismo y corrupción, pero igualmente muestra años de ejercicio responsable del gobierno, constructor de las grandes instituciones del Estado moderno y una singular capacidad para reformar y transformar al país. Como tal tiene autoridad y capacidad para convocar a un gran frente opositor para defender el patrimonio institucional de todos los mexicanos frente a la devastación en curso y el deterioro sustantivo de los fundamentos de la democracia mexicana. Beatriz Paredes, además de autoridad y prestigio personal y profesional, tiene diagnóstico y propuesta certeros. Esto lo conocen los propios, los aliados y los adversarios, especialmente el presidente López Obrador.
Buena noticia para la política el interés de Beatriz Paredes para contender por la presidencia de la República. Una propuesta en la que cobran vida la reconciliación, la recuperación del Estado y el genuino compromiso con la equidad e igualdad.