Libros de ayer y hoy
La noche del 30 de mayo de 1984 fue asesinado a balazos el periodista Manuel Buendía, en su momento el columnista más reputado en México.
Igual que hoy, el gobierno de Miguel de la Madrid prometió “una profundas investigación”, que quedó en manos de Manuel Bartlett.
Sin embargo, de manera oficial nunca se aclaró el atentado pero gracias a distintos trabajos periodísticos, la conclusión es que se trató de un crimen de Estado, ordenado desde la Dirección Federal de Seguridad y llevado a cabo por un sicario que perteneciente a las fuerzas castrenses mexicanas.
El crimen lo cometió “un hombre alto, fornido, con gorra y corte de pelo militares”, quien en la esquina de Insurgentes y Reforma del DF se emparejó caminando al periodista y por la espalda le disparó cinco tiros.
Manuel Buendía no pudo reaccionar, a pesar de que durante años iba armado. Según las indagatorias periodísticas, Buendía fue asesinado para callar los vínculos del crimen organizado con el gobierno federal.
Los responsables intelectual y material del crimen fueron identificados como José Antonio Zorrilla Pérez, jefe de la (DFS) y el policía Rafael Moro Ávila. Los dos pasaron años en prisión como responsables del crimen.
El primero, Zorrilla Pérez, era el más cercano colaborador del entonces titular de Gobernación, Manuel Bartlett, quien lo propuso para ser diputado federal por el PRI, luego del crimen. No lo logró y fue enviado a prisión.
Por eso, no pocos periodistas de la época especularon que el verdadero autor intelectual de la muerte de Manuel Buendía era Manuel Bartlett, hoy uno de los empleados más cercanos de López Obrador. Curiosamente, hace 38 años, Bartlett externó una pública solidaridad con la familia de Buendía, a pesar de que era presunto responsable del crimen.
Y viene a ciento el ejercicio memorioso porque desde aquel 30 de mayo de 1984 –hace 38 años–, el asesinato de periodistas no había escalado los primeros niveles del periodismo mexicano. Nunca desde aquel crimen se atentó contra un periodista tan relevante como Ciro Gómez Leyva.
Lo peor, sin embargo, es que hoy tampoco veremos un resultado oficial, ya que durante el gobierno de Obrador no se ha esclarecido uno solo de los crímenes de 64 informadores asesinados.
Eso sí, con un cinismo propio de sus lances locuaces y demenciales, López se solidarizó con Ciro, pero minutos después volvió a calumniar y difamar al periodista desde su mañanera de ayer lunes.
Sí, el cínico de Palacio no entiende que su obligación no es externar solidaridad a los ciudadanos y menos a los periodistas agredidos; no, la responsabilidad de un presidente es garantizar la seguridad de todos.
Por eso, frente al extremo cínico de AMLO, crece la exigencia social de que junto con su cinismo el presidente mexicano se guarde su solidaridad y que, en cambio, se ponga a trabajar para garantizar seguridad para todos los ciudadanos. Y todos son todos.
Pero si aún dudan del cinismo de López Obrador, aquí sus propias palabras y la respuesta de Ciro Gómez Leyva, quien reprochó que en un momento el presidente se solidariza con él y, al minuto siguiente, “me lanza un escupitajo en la cara”.
Así lo dijo Obrador ayer lunes, 19 de diciembre.
“Nos solidarizamos con Ciro y por eso he ordenado una investigación a fondo para ver todas las hipótesis; lo está atendiendo la fiscalía de la Ciudad de México. Y les tengo confianza y le he pedido a la jefa de gobierno que se hagan una investigación a fondo para saber qué sucedió… no descartar ninguna hipótesis.
“Yo creo que la única hipótesis que se debe descartar es que nosotros, el gobierno que yo represento, no es un gobierno represor; nosotros no silenciamos a nadie, somos respetuosos de los derechos humanos y el principal derecho humano es el derecho a la vida.
“Pero sí puede ser un caso vinculado al proceso de transformación que estamos llevando a cabo y que no les gusta a algunos. Por ejemplo que sea un grupo de la delincuencia; se hablaba de que hubo un reportaje de Ciro tres cuatro días antes de este atentado y que puede ser una respuesta.
“Pero también de que grupos contrarios a nosotros, para afectarnos, hayan llevado a cabo un acto con esas características; porque la gente sabe muy bien que nosotros somos respetuosos de la vida y no nos atreveríamos a hacer una cosa así ni mandar a hacer una cosa así. (Fin de la cita)
Es decir, López miente, engaña y difama de manera cínica y se presenta como víctima, cuanto todos saben que es el principal agresor de periodistas.
Y la mejor prueba es que minutos después, Obrador lanzó nuevas calumnias, difamaciones y acusaciones contra Gómez Leyva, a quien minutos antes le había externado solidaridad.
Así lo dijo López: “Es del dominio público que nosotros tenemos diferencias con los voceros del conservadurismo entre lo que están, y lo digo con mucho respeto, Ciro Gómez Leyva, López-Dóriga, Denisse Maerker, Claudio X González y Carlos Loret.
“Y además son diferencias que vienen de lejos, porque dicen: “es que se estigmatiza en las mañaneras” ahora se hacen las víctimas. Si yo les recordara lo que han hecho, que son la élite, lo más selecto de los medios y que ganan hasta un millón de pesos mensuales y ni que fueran lumbreras y tienen la misión de proteger intereses de grupo”. (Fin de la cita)
Así la pulsión lopista de satanizar a los periodistas críticos de su gobierno y de sus fracasos al frente del poder presidencial.
¿Y qué respondió Gómez Leyva al nuevo ataque locuaz de AMLO?
Fue contundente. Así lo dijo: “Fiel a su estilo el presidente López Obrador no ha perdido la oportunidad para agredirme; ¿qué necesidad había para hacerlo hoy?
“Pero bueno, no se puede contener. Es un poco su naturaleza y ya empezó las agresiones en mi contra: vocero del conservadurismo y etcétera… y tratando de perfilar una hipótesis, una conjetura, una especulación sobre el ataque del lunes en la noche
“Estoy contigo y viene un escupitajo a la cara. Es lo que hace el presidente, López Obrador; es lo que acaba de hacer.
“Así es él, es la naturaleza de ese hombre, aquí no hablo del presidente. Allá él y sus necesidades políticas; allá él y sus resentimientos. Eso que él llama derecho de réplica… Aquí ya no hablo del presidente, sino del ser humano… me imagino que son sus necesidades políticas… Se tardó 72 horas, pero viene la agresión”. (Fin de la cita)
En efecto, el presidente mexicano se retrata con sus propias palabras, no sólo como un mentiroso sino como una mente perversa y cínica; como un rencoroso social capaz de azuzar todos los días a los sicarios del crimen contra los periodistas y los críticos de su gobierno.
Y esa polarización social, ese odio a los críticos no dejan lugar a dudas; López Obrador es el autor intelectual de los crímenes contra periodistas mexicanos.
Al tiempo.