Sin mucho ruido
José Luis Camacho Acevedo.
Cuando Luis Echeverría, un político tan desconfiado
como perceptivo, características a veces muy
parecidas a las que tiene el presidente López Obrador,
se dio cuenta de que el gran favorito de la sucesión en
su tiempo, Mario Moya Palencia, tenía ya tanta fuerza
que se le auguraba ser un presidente muy fuerte,
decidió jugar a la segura y destapó, para sorpresa de
toda la clase política, a José López Portillo.
Echeverría de inmediato reacomodó el tablero
político y designó como dirigentes nacionales del PRI
a dos de los mencionados precandidatos (ahora
llamados corcholatas). Entronizó como presidente
nacional del PRI al talentoso Porfirio Muñoz Ledo y
como Secretario General a un aspirante que tenía a su
favor la base social campesina, Augusto Gómez
Villanueva, quienes sustituyeron a un dirigente de la
dimensión intelectual de Don Jesús Reyes Heroles.
En las últimas semanas el dirigente nacional de
MORENA, Mario Delgado Carrillo, ha cometido una
serie de desaciertos, tanto declarativos como de
operación DIRECTA, que amenazan con provocar una
fractura en el partido de López Obrador si el manejo
de las encuestas para decidir al que sería el sucesor
del tabasqueño en la presidencia de la república no es
cuidadoso, eficaz y con una impronta de tener unas
condiciones del reclamado “piso parejo” por varias
corcholatas, principalmente por Marcelo Ebrard.
Delgado Carrillo ha dejado, de una manera
políticamente imprudente, que las percepciones en
ciertos grupos de MORENA sean plenamente
favorables a Claudia Sheinbaum.
Al parecer Mario Delgado no toma mucho en cuenta
la naturaleza del último pensamiento de seguridad
política de López Obrador una vez que el político de
Macuspana concluya su sexenio.
El primer año de AMLO como expresidente, por la
fuerte crítica que se ha ganado con acciones fallidas
como el combate a la inseguridad, las crispantes
relaciones con Estados Unidos en materia de combate
a las drogas y la migración, la imposible contención de
claras señales de corrupción en ámbitos como
Segalmex y otros cometidos por esclarecidos
funcionarios de la 4T, auguran que de ninguna
manera el 2025 será un año fácil para el ya entonces
ex presidente.
Mario Delgado le deja toda la cancha a Sheinbaum,
quien a través de operadores tan poco ortodoxos
como Jesús Ramírez Cuevas y el ex asesor jurídico
Julio Scherer Ibarra, ahora convertido en el gran
bróker del país, y con ello está creando un caldo de
cultivo ideal para que se produzca una fractura en el
seno de MORENA si se sigue manejando de una
manera tan impolítica el proceso de la sucesión
presidencial.
El rumor de que Delgado Carrillo sería sustituido de la
dirigencia nacional de MORENA antes de que realicen
las encuestas para elegir candidato presidencial es ya
muy fuerte.
Se mencionan abiertamente como probables
sustitutos emergentes de Mario Delgado los nombres
de Pablo Gómez, Bertha Luján y el gobernador
sonorense Alfonso Durazo, actualmente presidente
del Consejo Nacional de MORENA.
Como en su momento lo hizo Luis Echeverría, López
Obrador no dejará que le salga un sucesor que le
compita en fuerza política, tanto regional como de
amarres con sectores económicos y sociales.
De seguir Mario Delgado con su proceder tan parcial
como errático, no sería extraño que AMLO, en
defensa propia, lo sustituya y establezca condiciones
que le den seguridad personal y política cuando ya
sea ex presidente.
¡Así se escribe la historia!