Teléfono rojo
El imperio de la corrupción
“La corrupción sigue siendo el producto, el
recinto, el reducto de una minoría y esa
minoría le ha hecho creer a la mayoría que
también ella es corrupta”: Carlos Monsiváis
Antes se hablaba del año de Hidalgo para justificar la rapacidad en el último año
de la administración gubernamental, cuando los funcionarios salientes hacían
mal uso de los recursos públicos bajo su custodia, dejaban las arcas vacías al
gobierno entrante y relajaban los controles presupuestales. La frase alusiva se
pronuncia con la jocosidad del borracho irredento: “El año de Hidalgo…, pendejo
el que deje algo”. También existe el “año de Carranza”, por “si el Año de Hidalgo
no alcanza”.
La proclividad a satanizar a héroes nacionales alcanzó a los más encumbrados:
nada menos que al padre de la independencia, al cura Miguel Hidalgo y al prócer
que promulgó la Constitución vigente, el ex presidente Venustiano Carranza, del
cual hasta se usa el carrancear para referirse a saquear al erario desde un rango
de poder.
El problema de la corrupción ha permeado el lenguaje cotidiano de los
mexicanos. Algunos investigadores aseguran que su presencia está en nuestro
ADN, o que ya es parte de la identidad cultural. Aunque el acucioso e irónico
escritor Carlos Monsiváis al analizar el tema señaló que la corrupción no es un
fenómeno generalizado, porque esta se puede medir a partir de cierto nivel de
ingresos para arriba.
Todavía son más precisos los investigadores Pablo Guerrero Sánchez y Luis
Pérez Álvarez (Revista Iberoamericana de las Ciencias Sociales y Humanísticas
ISSN: 2395-7972) quienes al analizar la corrupción organizacional
institucionalizada concluyen que “es un hecho que no existen grupos humanos
que lleven en su ADN la carga genética que los predisponga a ello. Tampoco es
un fenómeno meramente cultural”.
Explican que en las sociedades estudiadas y consideradas como las más
corruptas no todos sus integrantes se involucran en acciones de corrupción; por
otra parte, no existen sociedades que no hayan experimentado, aunque sea en
grado mínimo, este fenómeno.
Guerrero Sánchez y Pérez Álvarez ven en la corrupción organizacional la causa
de que las instituciones en México sean débiles y que no se puedan establecer
los mecanismos adecuados para impulsar de forma sostenida los temas de
desarrollo social, económico, político, educativo, científico, de justicia, de
gobierno y de salud, a nivel federal, estatal y municipal.
La corrupción es un fenómeno multifactorial y complejo, pero es incuestionable
que se favorece o evita desde posiciones de poder político, larga es la historia
no exenta de crímenes.
Antes del 2015 no existía un Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), pero a
partir de ese año se creó mediante una reforma constitucional como parte del
fortalecimiento de la democracia y el control ciudadano sobre el poder político.
En 2016 entró en vigor la Ley General de Responsabilidades Administrativas,
que estableció las sanciones aplicables a funcionarios públicos y a particulares
vinculados con faltas administrativas graves, así como los procedimientos para
su aplicación.
Sin embargo, desde su creación hasta la fecha, el SNA, pese a su ejemplar
diseño, ha sido boicoteado tanto por el presidente Enrique Peña Nieto como por
Andrés Manuel López Obrador, quien luego de más de cinco años y dos meses
de gobierno decidió no echarlo a andar.
Uno de sus principales impulsores, el doctor Mauricio Merino, director del
Instituto en Investigación de Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción
lamenta tanto esfuerzo tirado a la basura: “es como un avión estacionado, que
nadie usa”, apunta.
¿Por qué será? Quien logró una arrasadora victoria en 2018 pregonando una
supuesta “honestidad valiente”, quien libró una batalla contra la corrupción, mal
endémico de nuestro país, ha gobernado en la opacidad casi total, al grado de
que crece el clamor popular acusándolo a él, junto con sus tres hijos –El Clan de
los López Beltrán– y su camarilla –gabinete– de deshonestidad, entrega de
proveedurías sin apego a la ley; fraude y traición a las causas que, como
presidente constitucional juró defender.
Se multiplican las denuncias de propios y extraños –ahora hasta los morenistas
suman sus quejas– no sólo de entrega de sobres amarillos cargados de billetes
“para la causa” a través de familiares y allegados (El Rey del Cash y demás
videos); del uso de las arcas públicas para hacer proselitismo a los candidatos
de su movimiento (Morena), inclusive haciendo uso de recursos etiquetados
para los programas sociales; y por qué no, piden “moches” a trabajadores por
entrega de finiquitos (caso Notimex).
Crecen las sospechas de que AMLO no solo intenta dirigir la campaña de
Claudia Sheinbaum y morenistas, sino que a través de La Mañanera realiza
actos desesperados por dominar la agenda pública con su consabida
victimización que le ha rendido tantos frutos.
Quiere desviar la atención del crecimiento exponencial de acusaciones de
corrupción contra su gobierno; del desastre cotidiano por la extrema violencia
preelectoral, los secuestros de migrantes por grupos delincuenciales frente a la
Guardia Nacional; la desaparición de una madre buscadora; la aparición de
fosas clandestinas con decenas de cuerpos y demás tragedias…
Xóchitl Gálvez, la aspirante presidencial del PAN, PRI y PRD, cerró su
precampaña frente a seguidores de la coalición de “Fuerza y Corazón por
México” quienes llenaron la Arena Ciudad de México (más de 20 mil personas)
con un discurso fuerte y certero, dicen sus simpatizantes que resurgió.
Avanza la confrontación entre dos mujeres, una representa la continuidad
–Claudia Sheinbaum– y otra el cambio –Xóchitl Gálvez–. Mañana es el cierre de
la aspirante oficialista, y en un mes, el 18 de febrero, será la “Marcha por nuestra
Democracia”. Será el momento en que los ciudadanos demandemos al gobierno
actual que saque las manos de la contienda, reclamemos neutralidad a las
autoridades electorales –INE y Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación–, exijamos que ambas coaliciones transparenten sus acuerdos y
vigilemos que éstos se apeguen a la ley.
Reconoce Senado a Periodistas de Radio y TV
El presidente de la Junta de Coordinación Política, Eduardo Ramírez Aguilar,
entregó reconocimientos a integrantes de la Academia Nacional de Periodistas
de Radio y Televisión (ANPERT), en honor a su valentía y el trabajo que
realizan.
Con motivo del 20 Aniversario de la Academia, el senador señaló que “el
periodismo se ha vuelto un trabajo de alto riesgo en todo el país, y ustedes
deben tener las garantías para desempeñar el libre ejercicio de su profesión”,
por lo que el Estado mexicano tiene esa asignatura pendiente.
Enrique Lazcano, fundador de la ANPERT, subrayó la necesidad de que quienes
hacen periodismo sean el puente entre los ciudadanos y el gobierno, “porque el
periodista no tiene que ser amigo del poder, su deber está con la sociedad y su
conciencia”.
En su turno, Miguel Ángel López Farías, presidente de ANPERT, indicó que la
Academia surge como una alternativa profesional ante el creciente mercado
negro de las noticias, “opinadores improvisados y fake news”, ya que la opinión
pública nacional ha sufrido esta pandemia, la de las mentiras.
Señaló que es urgente un gran acuerdo de reconciliación, “Seamos honestos,
ninguna Nación resiste otros tres años, seis años de sangrado… que nunca más
las opiniones políticas y las preferencias ideológicas nos separen”, señaló.
Los reconocimientos se otorgaron a Enrique Lazcano, presidente fundador; a
Leopoldo Mendívil Echeverría y a Vladimir Galeana, expresidentes.
A las vicepresidentas de ANPERT en funciones: Marta Eugenia Dávila García,
Ivonne Romero Loya, Judith Sánchez Reyes, Gisela Ramírez; Marta Oliva
Obeso Suro, Adriana Páramo; así como a Eduardo Ramos Fusther, secretario
de la Comisión de Honor y Justicia y Miguel Bárcena, fundador de la Academia
Nacional de Periodistas de Radio y Televisión.
Se entregaron distinciones póstumas a los periodistas Ofelia Aguirre Ruelas,
Renward García Medrano, Eduardo Pasquel Alcalá, Miguel Ángel López Bernal,
Lorenzo Martínez Vargas, Gustavo Méndez Tapia y Federico Vale Castilla, y en
su memoria se guardó un minuto de silencio.
Felicidades a todos mis apreciados colegas.