Indicador político
Drogas, migración, Cuba, Ucrania;
EU impone su agenda a Claudia
La lectura estratégica de las últimas reuniones y cumbres de Estados Unidos en México tendrían poco que ver con la temática de la coyuntura, porque en el fondo la Casa Blanca –hoy demócrata y probablemente mañana republicana– está creando un marco referencial de los intereses estadounidenses en la sucesión presidencial mexicana que perfila a Claudia Sheinbaum Pardo.
La agenda de intereses estadounidense de seguridad nacional está enviando mensajes al equipo de campaña de la virtual candidata morenista, toda vez que el candidato ideal de la Casa Blancal era el excanciller Marcelo Ebrard Casaubón por sus relaciones de interés político con el ala demócrata.
Drogas, migración, Cuba, Ucrania, China y los gobiernos populistas de América latina configuran la temática prioritaria de Estados Unidos no sólo en este último año de gobierno del presidente Joseph Biden, sino que se están dejando líneas estratégicas de dependencia para la próxima administración americana, sea Biden reeligiéndose, algún demócrata que ocupe su lugar o la herencia normal bipartidista que pudiera estar ayudando desde ahora a los republicanos si regresan a la Casa Blanca.
El presidente López Obrador puso en marcha durante su gobierno el modelo que el politólogo Lorenzo Meyer caracterizó como de nacionalismo defensivo, sobre todo desde que el presidente Richard Nixon y su estrategia geopolítico Henry Kissinger regresaron en 1969 a la diplomacia del garrote para subordinar a los gobiernos latinoamericanos por entendimientos, por acuerdos, por golpes de Estado o por financiamiento a las derechas nacionales al estilo Reagan. Palacio Nacional aprovechó la impericia geopolítica del presidente Donald Trump y su repliegue aislacionista para hacer concesiones muy localizadas en materia comercial y migratoria, a cambio de lograr mayor margen de maniobra en relaciones estratégicas con gobiernos aliados en América Latina.
Estados Unidos ha estado presionando a México con el peso específico de sus principales funcionarios de política exterior para temas que estaban teniendo ya carriles especiales de atención, pero que necesitaban de una subordinación más intensa de México a los intereses estadounidenses: el contrabando de drogas que ha aumentado la mortandad por sobredosis dentro de Estados Unidos, las oleadas migratorias que han reventado los mecanismos de seguridad fronteriza americana y la autonomía relativa de la política exterior de México no transitando contra los intereses geopolíticos de la Casa Blanca, sino tan sólo estableciendo criterios que han definido por primera vez los intereses nacionales mexicanos en los equilibrios internacionales de poder.
Uno de los factores que ha sido fundamental en la definición de las candidaturas presidenciales durante el ciclo del nacionalismo mexicano priista ha sido el de mantener a raya cualquier tipo de intervencionismo de inteligencia y seguridad nacional de Estados Unidos en el proceso de definición de las sucesiones presidenciales. No se trató de que EU aprobara de antemano las candidaturas oficiales, sino de introducir un elemento nacionalista en el perfil de los candidatos priístas.
Fue el propio PRI el que declinó la bandera del nacionalismo defensivo en las sucesiones presidenciales como efecto geopolítico y de seguridad nacional del Tratado de Comercio Libre de Salinas de Gortari, como se reveló en el memorándum de 1991 del embajador John Dimitri Negroponte, uno de los más importantes estrategas de inteligencia de EU, señalando la urgencia de firmar el acuerdo para lograr la captura geopolítica de la de la política exterior de México que había mantenido vigentes los intereses nacionales desde que en 1962 se negó a obedecer la orden de la Casa Blanca al Departamento de Estado para que todos los países de la OEA rompieran relaciones diplomáticas con la Cuba castrista.
La diplomacia pro-Estados Unidos de Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto estuvo marcada por la sumisión mexicana a los intereses estadounidenses, pero la diplomacia lopezobradorista no fue antiestadounidense, sino que le dio prioridad a los intereses nacionales mexicanos en los temas que hoy EU quiere reforzar su dependencia: drogas, migración, comercio, Cuba, Ucrania y populismos.
Y ahora EU quiere limitar la presidencia de Sheinbaum.