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Ebrard, entre Camacho y Cárdenas, pero no será AMLO ni habrá FDN
1.- De una astucia pocas veces vista en el México pos-posrevolucionario, Marcelo Ebrard Casaubón destacó en el equipo de Manuel Camacho Solís como el encargado de la fabricación de conflictos y travesuras, pero siempre bajo control estratégico.
2.- El factor dominante que define el estilo político de Ebrard es el de la picardía, pero no siempre cuadra con la inteligencia machiavelliana que exige el ejercicio del poder.
3.- Ebrard tiene la intención no sólo de obtener la candidatura presidencial de Morena, sino sobre todo el objetivo de quitarle al presidente López Obrador el proceso sucesorio. Sin embargo, el tabasqueño tiene mucha experiencia en la administración de conflictos sucesorios desde 1994.
4.- Fue muy obvia la maniobra de Ebrard de adelantarse a la instrucción presidencial de que los precandidatos renunciaran la próxima semana, queriendo dejar la impresión de que fue una jugada de astucia personal. En todo caso, Ebrard, como siempre ha ocurrido en el pasado, se deja dominar por su carácter impulsivo y suele quemar efectos políticos que requieren de la sensibilidad del tiempo frío en las decisiones.
5.- Ebrard, de manera obvia, le está haciendo el juego a la oposición antilopezobradorista de Claudio X. González que había sido aplastada en el Estado de México y el excanciller dejó indicios –es decir: pistas, no certezas– de que estaría actuando como un Caballo de Troya de la oposición porque en su conferencia del martes presentó el bloque ebrardista separatista dentro de Morena.
6.- La intención de Ebrard es la de construir una nueva alianza con Morena o sin Morena, reproduciendo el modelo del Frente Democrático Nacional de Cárdenas en 1988. De todos los partidos de oposición, Ebrard estaría apostando a un pacto político con Movimiento Ciudadano del acomodaticio Dante Delgado Rannauro, pero sin poder ser el Cárdenas de 1988.
7.- En la alegoría política que todos han aceptado de que la sucesión es entre el presidente y su hermana y sus hermanos, cabe recordar lo que dicen que el general Obregón le contó a José Vasconcelos: “en este país, si Caín no mata a Abel, Abel mata a Caín”.
8.- En términos concretos y resumidos, Ebrard operó un típico madruguete político priista, de esos que manejaba con habilidad el símbolo del viejo PRI: Gonzalo N. Santos.
9.- Aunque pudiera haber sido que la renuncia de Ebrard la hubiera platicado en privado con el presidente de la República, en los protocolos vigentes del presidenciales ningún secretario de Estado puede renunciarle al presidente de la República y menos en público y peor aún para avisarle que la decisión fue impulsada para confrontar la conducción presidencial de la sucesión.
10.- Aunque no se saldrá de Morena –y esto debe ser entendido más como una amenaza que como decisión política–, Ebrard rompió los protocolos políticos del partido y sus espacios sucesorios en Morena también se redujeron. De ahí el mensaje de la conferencia de prensa del martes: fracturar a Morena, crear una corriente política interna –que no partido– para convertirlo en el pivote de una nueva alianza de frente electoral 2024 con Claudio X. González y Dante.
11.- En el clima de la política mexicana que se sigue manejando por percepciones, hay que anotar el hecho de que la conferencia del martes le aguó al presidente López Obrador el sabor de la victoria mexiquense. O a lo mejor ése fue el mensaje nada subliminal de Ebrard.
12.- Si el principio rector del presidente López Obrador sobre su sucesión es la continuidad del proyecto de la 4T, Ebrard, como Camacho en 1993-1994, trae su propio proyecto político que se van a dar por terminado el ciclo lopezobradorista y comenzar un periodo de cuando menos tres sexenios ebrardistas, como Carlos Salinas de Gortari en 1994.