Indicador político
Las universidades en el mundo surgieron como formas superiores de estudios dedicados a temas religiosos. El destino de los egresados fue originalmente, por tanto, el servicio espiritual a la iglesia que la impulsaba: la Universidad de México, fue real y pontificia en sus inicios; la Universidad de Michoacán, fue el Colegio de San Nicolás, jesuita. Así emergieron casi todas estas casas de estudio. Lo mismo en el extranjero: prestigiadas como las universidades de Harvard, que era de la denominación congregasional, o la de Princeton, presbiteriana, etc.
La tradición universitaria en occidente obedece a ese pasado cultural con excepción de muchas universidades fundadas en épocas más recientes, digamos ya en el siglo 20; como resultado del triunfo del liberalismo no solo en la economía, sino en los sistemas educativos, en los que se enfatizaba sobre la privacidad del tema religioso y la preponderancia de una neutralidad de fe, se le llamó educación laica. Esto, más los cambios políticos de diferente signo, obligaron a que las universidades aún en periodos de intolerancia en el ambiente político y el religiosos, pudieran sostenerse como bastiones de las libertades.
Ese contexto es el que dio forma a la idea de una necesaria autonomía en la cátedra y en los procesos de enseñanza, que permitieran la libre exposición del pensamiento para la construcción de la ciencia, sin limitaciones políticas, ideológicas o religiosas. No se erigieron la mayor parte de las universidades modernas en fortalezas antirreligiosas o antigubernamentales, pero sí limitaron que los criterios que no obedecieran a fines académicos, perdieran fuerza en la gran decisión de continuar en la construcción del conocimiento.
La autonomía era y es regirse por una libertad acotada al respeto de todos, en cuanto ideas, proyectos de investigación, autoridad y libertad de cátedra de parte de sus integrantes: autoridades, alumnos y trabajadores sometidos todos, al propósito toral de elevar la educación, en su papel como instituciones plegadas a las normas constitucionales y legales.
Pero como el gusano del poder que corroe se inmiscuye en donde se deja la rendija, también las universidades han sido invadidas por intereses extrauniversitarios, que no tienen nada que ver con los fines académicos y fundamentales de las casas de estudio.
De ese modo los espacios de educación superior que deberían estar destinados a fines más constructivos, se ven subordinados a grupos políticos y de interés que se apoderan de las instituciones, persiguiendo objetivos personales y de grupo, haciendo de estas nobles estructuras una oficina de promociones y de reparto de botín, donde se pierde el sentido racional, por uno de conveniencias políticas; y se forma una camarilla que va a usar los recursos institucionales para afianzarse en la política y/o en los negocios.
De esa manera vulgar y descarada surgió el Partido Sinaloense alimentado por los recursos de la Universidad Autónoma de Sinaloa, un apéndice que ahora es una víbora que ya se comió a la Universidad, insaciable.
Vende el propietario de las decisiones de la UAS que es un cacicazgo bueno, como si hubiera cacicazgos de ese tipo: hay paz, dicen los voceros de la camarilla; “la tranquilidad está garantizada” no hay luchas adentro. Debían decir: todo lo tenemos bajo control, no hay otro mando sino el del cacique, no hay otra idea, solo la de él, y la Universidad no tiene otro rumbo, sino el rumbo del PAS, el rumbo de Melesio Cuén. Quien es el jefe, no hay otro.
Y por lo mismo, según el plan caciquil, habría también que concluir que la UAS de manera unánime está a favor de un precandidato, Adán Augusto López, con todos los votos comprometidos vía el binomio PAS-UAS, ¡pazguás!
Una manipulación que busca un padrino que avale el cacicazgo, no una preferencia política. Forzar un apoyo para seguir en la ubre.
El paquete de engaños fabrica con hechos y palabras, la presunción de que directivos, maestros, alumnos, personal administrativo y padres de familia, ya tomaron la decisión de votar por el secretario de Gobernación para la presidencia, por órdenes del PAS-UAS. Incluyendo que los recursos financieros y humanos se dirijan a engordar ese caldo, que ya ofreció a nombre de la comunidad universitaria a un personaje con rumbo electoral, a cambio de seguir sin entregarle cuentas a nadie.
¿Para eso alegan la autonomía universitaria el cacique y su camarilla?, ¿Esa es la función de la Universidad proporcionar masa para la arena electoral?, ¿si o no?
Sin las arcas de la UAS no tendrían ninguna fuerza electoral, y ese partido anodino, no existiría. Es una bisagra que se siente puerta, quieren sorprender a ver si pega. Por lo pronto hoy 28 de marzo ya midieron la osadía de intentar manifestarse embarcando a los estudiantes, usurpando el apoyo de Bucareli, y mejor se rajaron.
Esa es la muestra mas evidente de la forma de deterioro de las instituciones, acaban tristemente de perder identidad propia, para convertirse en barcaza de bucaneros.
Porque autónoma, autónoma lo que se llama autónoma ninguna institución lo es, si reciben fondos de los contribuyentes, debe ser revisada por la autoridad tanto federal como la estatal. ¿Está claro?
El colmo. Sale declarando con cargo a la publicidad que paga la UAS, incorrectamente en medios, un encargado de una oficina de la Función Pública, un tal Eduardo Gurza Curiel, que yo desconocía que tuviera facultades de pontificar el gasto de contrataciones, y se atreve a publicitar lo supuestamente honesto que se manejan en la UAS el dinero de los impuestos. Grave. Justificación no pedida, culpabilidad manifiesta.
Huele mal, muy mal, que un funcionario de la contraloría federal, otorgue testimonios de honestidad. ¿Cómo se solicitan, en qué ventanilla?, ¿Cuánto valen esas certificaciones?, ¿hay formato verbal?
Nadie lo había hecho. Es una enorme hebra. No me ayudes compadre.
De a cómo no.