Indicador político
El domingo primero de noviembre del 2021 tomaron protesta ante el gobernador Rubén Rocha, los miembros de su gabinete. En ese entonces, algunos no imaginaban que su permanencia era por seis meses, el cargo formalmente lo suponían por seis años. Estaban a prueba, no tenían facturada la posición.
Generalmente se piensa que formar parte del gabinete estatal en alguna posición, es simplemente una plataforma para proyectar a sus titulares para algo más.
Se convierte para algunos, una responsabilidad relevante en un paso escalafonario de ambiciones personales. Es el caso de Héctor Cuén, quien desde un principio no estuvo conforme con su puesto, lo consideraba un pago menor a sus servicios electorales. Por cierto insuficientes para sus pretensiones, prometió cien mil votos y obtuvo menos de la tercera parte. Allí están los números.
Se comentó que Cuén cogobernaría la entidad, especie difundida por sus incondicionales en los pasillos del poder y muchos maiceados la secundaban. Le atribuían estar en posesión de la Universidad, como si fuera de su propiedad; se insistía que tenía a su servicio una red de operadores en la entidad, succionadores de los recursos de la máxima institución educativa, que de académica se estaba convirtiendo en el centro operativo electoral de ambiciones sin freno.
Cuén se equivocó no paso el semestre, lo reprobaron. Así de concreto.
Pero en el caso de la joven Ruth Díaz Gurría no se puede pensar que reprobó por falta de talento.
Lo de ella, se expresó, no fueron equivocaciones profesionales, sencillamente no se le dio trabajar en conjunto, en equipo, con los esfuerzos locales. Una inclinación natural de su experiencia como secretaria técnica de la Presidencia, servir en las alturas del poder, le impidió usar los recursos humanos que estaban allí, designados para fortalecer un compromiso enorme que resultaba de la fusión de dos secretarías en una sola con los temas de bienestar y medio ambiente, ambos complejos.
Parece que Rocha Moya sigue su rutina de académico y puede reprobar a algunos en el siguiente semestre o sencillamente expulsarlos antes.
Otros, tampoco entendieron el trabajar en conjunto y traían su propia agenda para el ascenso personal. Aunque aparte del resorte estatal. Estrada Ferreiro, jugó su propio juego y se salió del medio de la negociación, para arrinconarse en el capricho de sus planes unipersonales. Se vale la opinión distinta, lo que no se vale es romper lanzas por competir en el futuro. Me parece que todo tiene su tiempo.