Teléfono rojo
El 28 de agosto México decidió rendir homenaje a sus adultos mayores, aunque la ONU fija ese día el primero de octubre. Yo insisto y reproduzco datos sobre el tema, cuando la población mayor es el once por ciento del país, alrededor de 14 y medio millones. La avalancha informativa que nos pasa de un tema a otro, va dejando situaciones que se soslayan ante la espectacularidad del momento. Los temas de salud, aunque siempre presentes, no tocan los arrastres disminuidos de los sentidos, que en lo referente a herramientas de solución, las instituciones ha marcado su retiro. No hay audífonos, lentes, ni prótesis dentales en las instituciones públicas. El tema no es secundario pero el avasallamiento de los grandes asuntos, como que el litio tenga la protección nacional vía decreto en una empresa, para un casi ciego o para un sordo pueden centrar sus ilusiones en mejoría económica y respeto de nuestra soberanía, ¿pero cuando se reflejará mientras el sentido se atrofia? En México, según INEGi, los discapacitados rebasan los 21 millones, el 16.5 de la población. Entre estos hay muchos jóvenes de 18 a 29.9 años, con sordera. Esta representa el 24 por ciento de los 21 millones, o sea poco más de 5 millones. Los datos que se conocen evidencian que hay muchas personas que no oyen bien y no les importa, otras no lo reconocen y algunas ignoran que tienen reducción auditiva. Lo que llama la atención es que no haya o haya habido, programas especiales permanentes, jornadas nacionales, que lleguen a la población. Los hay en atención en las instituciones de salud, pero pocas veces, a lo largo de los años fue un asunto prioritario. Por ejemplo, yo estoy en el IMSS desde 1957 y fue hasta hace casi cuatro años que me enviaron, a insistencia mía, a una revisión. Lógicamente, mi pérdida auditiva estaba avanzada. He sabido de muchos casos, amigos y personas cercanas y de los medios que en realidad escuchan poco, tienen una carencia auditiva que los perjudica, cuando no son realmente tapias.
ENOJONES, VIOLENTOS, RETRAÍDOS O MELANCÓLICOS, PUEDEN SER SORDOS
Reproduzco ese punto de vista que he expresado en otra ocasión. La disminución que hicieron algunas instituciones públicas de prestaciones que daban, como lentes por ejemplo, incluyó posible apoyo a aparatos auditivos. Las denuncias que se han hecho de la mucha participación privada que generó la expansión administrativa del IMSS en sexenios pasados, llevó a muchos pacientes a laboratorios y empresas que ellos tenían que pagar. A mi me enviaron en aquella ocasión hace casi cuatro años, a empresas de venta de aparatos auditivos. Estos son muy caros y los de alta tecnología rebasan de 40 a 70 mil pesos que jamás estarán a la mano de un trabajador que gana salario mínimo. Hay más baratos incluso de tres mil o cuatro mil, pero son los que aumentan el sonido pero no resuelven el problema de claridad en el lenguaje. Los expertos dan una serie de características o síntomas que llegan a padecer los que tienen capacidad auditiva disminuida: cansancio, vértigo, cefalea, estrés, problemas digestivos, alteración de la presión, etcétera. Se produce un retraimiento, se aíslan, y en muchos hay ansiedad, desconfianza, ira. Yo conozco a muchas personas que son irascibles, a veces violentas y que han elegido aislarse de los demás. No hay peor sordo que el que no quiere oír, dice el dicho, pero eso es metafórico, no se aplica a los reducidos del oído, sino a los necios, a los que se hacen tontos, como ciertos políticos ¿conocen ustedes a algunos? En el problema auditivo hay que considerar también, las reacciones de los otros ante una persona que no oye bien y que pide que los parlamentos se repitan. Hay que advertir además sobre el peligro de la sordera, al no detectar sonidos de alerta en la calle, en su casa, o no escuchar timbres o toques en la puerta.
BEETHOVEN, YA SORDO, ESCRIBIÓ LA NOVENA SINFONÍA, HIMNO DE LA ALEGRÍA
Los biógrafos de Ludwig van Beethoven ( 1770-1857) sostienen que desde que tenía 20 años ya empezaba a experimentar pérdida auditiva, pero que se le recrudeció a partir de los 26 años. A los 50 años, perdió la audición definitivamente, Todavía vivió siete años. La irascibilidad y la sordera la separan esos investigadores y la primera la atribuyen al plomo que en forma permanente consumió en las aguas de un Danubio muy contaminadas, como elemento en vajillas, y en el propio vino que consumía. No relacionan eso con su sordera. Todos coinciden sin embargo en que pese a su irascibilidad y alejamiento social, era disciplinado y responsable en su trabajo. En una carta que escribió a dos de sus hermanos y que fue calificada después de su muerte como el Testamento de Heilegenstad, les pide que donen su cuerpo para que se conozca cuales eran los males que padecía. De acuerdo a esta información se sostiene que tenía atrofia cerebral y que probablemente padeció saturnismo por el plomo. Lo que más lo afectó pese sus muchos padecimientos fue la sordera que de acuerdo a músicos se expresó en el tipo de notas que usó en sus últimos años, Toda esta información se estuvo dando permanentemente el año anterior, dedicado a su memoria. Pese a su soledad y su carácter bronco y sombrío, aparte de sus muchas obras y su labor académica, compuso nueve sinfonías y se ha declarado la Novena Sinfonía, El Himno de la Alegría, de 1854, como la música más bella que se ha escrito (La vida de Beethoven, mayo 2022, Kindle).