Libros de ayer y hoy
Fallida respuesta de la presidenta Sheinbaum al presidente electo Donald Trump cuando amenazó con imponer aranceles a los productos de Canadá y México. Caer en la provocación es la peor de las posturas, lo ratificó la llamada días después en la que Trump tergiversó la conversación en temas fundamentales como afirmar que la presidenta Sheinbaum estaba de acuerdo con cerrar la frontera. Ahora ha recompuesto el camino, pero la incertidumbre se impone.
Más allá del error de engancharse con las declaraciones del presidente electo, no fue correcto responder a partir de una premisa falsa que consistía en concluir que como en los dos temas fundamentales -la expulsión de migrantes y la imposición de tarifas- afectaban a la economía norteamericana debieran tomarse con reserva. Por cierto, tampoco la reforma judicial iba en beneficio de los mexicanos y el régimen determinó llevarla adelante; significa que los gobiernos no siempre actúan a partir del interés general, menos cuando hay de por medio una fuerte carga ideológica.
El secretario Marcelo Ebrard y la presidenta Sheinbaum hicieron su caso ante los medios de comunicación, sin mucho impacto en los inversionistas o en la opinión pública norteamericana. Es un error subestimar a Trump y todavía más suponer que no actuaría de acuerdo a su dicho, que lleva implícito que Trump 2 es igual a Trump 1, sin considerar el cambio radical en la situación, como es contar con mayoría en el Congreso y que no ha habido ninguna moderación en sus palabras y en la designación de sus colaboradores, más allá de las cordiales expresiones hacia la presidenta Sheinbaum.
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