Indicador político
¿QUIÉN GANA CON EL NARCO EN LA UNAM?
Durante todo el sexenio aquí lo he documentado hasta el cansancio: que
en apego al “manual del dictador”, López Obrador no persigue criminales,
sino a quienes denuncian los crímenes; no persigue a los rateros de su
gobierno, sino a quienes documentan las raterías.
Es decir, que los enemigos del actual gobierno y del que viene no son
los corruptos, los criminales, los saqueadores y extorsionadores, sino aquellos
que denuncian la corrupción, los crímenes, el saqueo del dinero público y el
cobro de piso.
Y el mejor ejemplo es la persecusión delirante lanzada desde Palacio
contra Latinus y sus periodistas y contra reporteros como Humberto Padgett,
quien en días pasados fue llevado preso de manera arbitraria, luego que exigió
que la fiscalía de la CDMX explicara las razones por las que sus datos
personales fueron entregados a grupos criminales de la capital del país.
Y es que el reportero había documentado extorsión y venta de drogas en
el Centro Historico y en la UNAM, lo que desató en su contra a las jaurías
babeantes del gobierno capitalino.
Lo curioso es que, en el caso de la venta de droga en la UNAM, se trata
de un negocio ilícito que todos en Morena conocen a la perfección, desde la
futura presidenta, Claudia Sheimbaun, pasando por los hermanos Marti y
Lenia Batres y en especial Juan Ramón de la Fuente, ex rector y futuro
secretario de Relaciones Exteriores, y el propio jefe de la UIF, Pablo Gómez.
Todos ellos conocieron y probaron, de primera mano –desde sus
tiempos porriles y rectoriles–, el “magnífico” negocio criminal en torno a la
Máxima Casa de Estudios.
Lo ridículo del tema es que todos los arriba citados –hoy convertidos en
poderosos funcionarios–, solapan ese jugoso negocio universitario.
Por eso volvemos a preguntar: ¿Quién gana con el narco en la UNAM?
Lo ciertos es que tampoco es novedad, ya que aquí denuncie el tema
hasta el cansancio. Por ejemplo, así lo dije en el Itinerario Político titulado
igual que hoy: “Quién gana con el narco en la UNAM?”, del 25 de marzo de
2016: “Aquí nada ni nadie se oculta. La “merca” se ofrece a la vista de todos.
Los tacos se venden igual que “los tokes”, las “quekas” o los “pericos”.
“Los estudiantes de nuevo ingreso tardan dos o tres días para ubicar al
medio centenar de “dealers” que disputan “clientes” en las inmediaciones de
Filosofía y Letras, Campus Central, Ciencias Políticas y el Metro Universidad.
“Es la UNAM, en donde se consigue todo tipo de droga, la cantidad que
el cliente pida y, sobre todo, los 365 días del año.
“Mercado en grande, a la vista de todos, que disputa una clientela
cautiva de cientos de miles de consumidores; territorio sin ley y sin policía, en
donde se educan los abogados pero donde la ley no existe, en donde se prepara
a los médicos y la salud no le importa a nadie, en donde aprenden los futuros
jueces y ministros, en medio de cursos intensivos de consumo de droga.
“¿Quién gana con el jugoso negocio del narco en la UNAM? ¿Qué
autoridades universitarias y de qué nivel, estimulan el escandaloso negocio de
la droga ? ¿De verdad ningún rector se enteró del negocio?
“Lo más dículo que mientras los rectores parecen ciegos, sordos y hasta
idiotas ante el escandaloso negocio de la droga que se regentea en sus narices,
todos los universitarios –y no se diga consumidores eternos–, saben que el
centro de distribución de droga es el Justo Sierra, el Auditorio “Che Guevara”,
en donde los cárteles de la droga tienen un rentables centros de distribución y
consumo; los estudiantes universitarios.
“Y todo solapado por esas gemelas perversas llamadas “autonomía
universitaria” y “gobiernos complacientes”; justificaciones injustificables que
estimulan grupos políticos universitarios que se resisten al ingreso de la
policía, a la detención de las mafias criminales de droga y a la investigación
para saber en qué nivel universitario –y quien, con nombre y apellido–, brinda
protección al “magnífico” negocio de la droga en la UNAM.
“Y es que resulta increíble y hasta ofensivo que los rectores de la
UNAM no conozcan el escandaloso negocio de drogas en la UNAM y que
directores de facultades y escuelas estén ajenos. Y la mejor prueba de ese
insólito es que en los últimos 16 años ninguna autoridad ha movido un dedo
por acabar con ese problema, que empezaría por la recuperación del Justo
Sierra y por la detención y consignación de los ocupantes, todos narcos.
“Distintas encuetas a la comunidad universitaria señalan que por lo
menos el 80% de los estudiantes aplauden el desalojo del Justo Sierra y otros
tantos repudia la creciente venta ilegal de todo tipo de drogas. Sin embargo, ni
los rectores, ni el gobierno capitalino y menos la PGR se atreven a poner fin, a
pesar de que los medios han documentado con nombre y apellido a cada uno
de los “OcupaChe” que se dicen estudiantes sin serlo, que se dicen activistas
de quién sabe qué causa, pero que sólo viven del negocio de la droga.
“Por eso resulta ridículo –si no es que de risa loca–, que en la casa de
las ideas, del pensamiento y el conocimiento, que en la UNAM, nadie conozca
la ley y menos su aplicación. Al tiempo. (FIN DE LA CITA)
Queda claro que las mujeres y los hombres más poderosos de México
no solo conocen la podredumbre de la UNAM, sino que solapan a las bandas
criminales y su negocio de drogas.
Y luego se quejan porque los ciudadanos los llaman “narco-gobiernos”.
Al tiempo.