Indicador político
Durante el último medio siglo, los opositores políticos al viejo PRI –sea de la llamada izquierda o la derecha–, cuestionaban con rigor a los diarios y, en general, a medios de comunicación serviles al poder presidencial.
La crítica tocaba a periódicos, televisoras y frecuencias de radio, sobre todo en eventos como la conmemoración del 2 de octubre de 1968, el 10 de junio de 1971 y, en especial, la celebración de la libertad de expresión.
Incluso, un potente eslogan alcanzó calidad de consigna que simbolizó momentos clave de la vida política mexicana: “¡prensa vendida!”, gritaban los jóvenes en 1968, en 1971 y los políticos en la contienda presidencial de 1988.
Y es que, en efecto, la crítica a los medios llegó a un punto que parecía de no retorno en la contienda presidencial de 1988, cuando un popular Manuel Clouthier encabezó una revuelta social para bloqueo a Televisa, la servil empresa de Emilio Azcárraga, quien se definió como “soldado del presidente”.
Desde 1988 y hasta 2018, la pluralidad en los medios y la libertad de expresión ganaron espacios mientras se consolidaba la democracia mexicana.
Sin embargo, en mayo de 2018, a semanas de la elección presidencial de ese año, volvió el autoritarismo político y regresó el servilismo mediático.
Si, se montó una campaña de difamación y calumnia contra el autor del Itinerario Político –ordenada por AMLO y que costó a Morena 12 millones de pesos–, y que fue la primera advertencia del nuevo grupo en el poder a los medios; debían entender que el gobierno de Obrador no toleraría voces críticas y menos independientes.
La campaña contra Ricardo Alemán la orquestó Julio Hernández, lacayo de Carmen Lira, la dueña de La Jornada, al tiempo que Televisa y Milenio se sumaron a la censura y –entre muchos otros medios que difundían la voz critica de del autor del Itinerario Político–, cerraron sus puertas a uno de los mayores críticos del ya inminente gobierno de López.
Sí, Milenio y Televisa despidieron a Ricardo Alemán y se entregaron al elogio sin freno y a la complicidad sin límite al gobierno de Obrador.
Hoy, luego de cinco años de grosero servilismo, La Jornada y Milenio son noticia de nuevo, pero no por su profesionalismo, tampoco por su periodismo crítico y menos por su independencia editorial frente al poder.
No, la verdad es que la Jornada y Milenio “son la nota” porque se han convertido, como nunca, en los medios más serviles de un gobierno aliado de las bandas criminales; servilismo que se traduce en complicidad con el crimen.
Por ejemplo, en el caso de La Jornada, no es novedad que el diario que fundamos un centenar de periodistas, con la consigna de “dar voz a los que no la tienen”, fue pervertido por López Obrador, Carlos Payán y Carmen Lira.
Y es que más que instrumento crítico de la sociedad, a pocos años de su nacimiento, La Jornada ya no era un diario independiente, sino instrumento de propaganda para el proyecto político de López.
Así, en los últimos 30 años, muchos directivos, articulistas, reporteros y cartonistas de La Jornada se sumaron abiertamente al proyecto de AMLO, en un grosero engaño que enriqueció a unos cuantos y defraudó al periodismo.
De ahí salieron “propagandistas” y “asesores” del gobierno de AMLO, como Epigmenio Ibarra y Pedro Miguel; fantoches como “El Fisgón”, además de lacayos como Enrique Galván Ochoa, José Agustín Ortiz Pinchetti, Rosa Icela Rodríguez y muchos otros que se han enriquecido con dinero público ya que no hacen periodismo sino negocios privados y propaganda partidista.
Y es que luego de Televisa, la empresa que edita La Jornada es el medio que más dinero público recibe del gobierno de AMLO, a pesar de que su tiraje el ridículo y día a día su influencia digital es menor, al extremo de que en no pocas ocasiones ha estado al borde de la extinción.
Y resulta que del “bodrio” periodístico que recibe mil millones de pesos de presupuesto al año, sale dinero para comprar propiedades a “privilegiados” de La Jornada, como Guillermina Álvarez, hoy ex esposa de “El Fisgón” y “dama de compañía” de Carmen Lira, la dueña de La Jornada.
Por eso, no es novedad que la casa en Coyoacán donde vive el hijo mayor de Obrador, sea propiedad de Guillermina Álvarez. Y es que, además, la dueña de La Jornada, la señora Carmen Lira, es madrina de los tres hijos mayores de AMLO; claro, además de que la ex reportera de La Jornada, Rosa Icela Rodríguez, fue nana de los hijos de Obrador.
Es decir, todo queda en familia. ¿Y dónde quedaron el periodismo crítico e independiente? ¿Y el diario que nació para darle voz a los ciudadanos? ¿Y el repudio a la prensa vendida?
Pero el caso de Milenio es probablemente peor. ¿Por qué?
Porque apenas en días pasados las empresas mediáticas de los González –televisión, radio, digitales y prensa–, dieron un giro impensable a favor de la propaganda lanzada por el grupo criminal dominante en México.
Sí, contra todas las formas éticas, profesionales y periodísticas, Milenio difundió un comunicado del “Cártel de Los Chapitos”, en donde la banda más sanguinaria de la historia se queja amargamente de que son perseguidos por los matones de las redes. Sí, de risa loca.
Y sin duda que Milenio incurre en una falta imperdonable a la ética y el profesionalismo periodístico al difundir el comunicado de una banda criminal; delito que en una democracia real debía ser sancionado con la cancelación de las concesiones de televisión y radio.
Por eso, en el Itinerario Político del pasado viernes 5 de mayo del 2023, titulado: “El mago de Palacio esfuma 100 millones”, lo explique de la siguiente manera: “Al tiempo que crecía el escándalo de las corruptelas de “Andy”, el preferido de Palacio, el abogado de la familia de “El Chapo” logró filtrar como nota principal al informativo de Milenio Televisión, una carta de “Los Chapitos” a la opinión pública.
“Es decir, que sin ningún rigor periodístico, ético y menos profesional, Milenio abrió su señal, sus frecuencias y sus páginas a grupos criminales que no sólo se dicen inocentes, sino víctimas de una persecución mediática. Sí, ahora resulta que los criminales más sanguinarios de la historia, se quejan de los matones de las redes.
“Parece que a Milenio no le importa que tales grupos criminales usen sus frecuencias, sus señales y sus páginas para engañar a la sociedad.
“¿O qué se supone que debiera esperar la sociedad de la respuesta de un grupo criminal acusado de ser la mayor fábrica y los mayores exportadores del destructivo fentanilo en el mundo?
“¿Habrá alguien, con un milímetro de sentido común y racionalidad, capaz de creer que los criminales del “Cártel de Sinaloa” dicen la verdad? ¿O será que asistimos a la captura criminal de medios como Milenio?
“Lo cierto es que si los criminales motejados como “los chapitos” quieren lavan su imagen, deben presentarse ante la justicia y sólo la justicia debe resolver sobre su inocencia o no.
“Los medios no están para darle voz a una banda del crimen organizado que, además, se identifica como aliada del gobierno mexicano. ¿O será que Milenio ya también es parte del Cártel de Sinaloa?”. (Fin de la cita)
Sí, el Grupo Milenio presta sus señales, frecuencias y planas para la apología del delito y de las bandas criminales, pero nunca cuestiona los crímenes de Estado y de “lesa humanidad” que comete el gobierno de AMLO.
En efecto, La Jornada y Milenio, junto con otros medios serviles al poder presidencial, también serán llevados al juicio de la historia por su complicidad con la mafia criminal que desde Palacio destruye la democracia e impone una dictadura.
Al tiempo.